CAPITULO 37

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SECRETOS PEQUEÑOS

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Barbara Rodriguez


Lo primero que escucho son los pitidos de algo, luego mis dedos hormiguean y por último siento que mis pulmones arden en cada respiración que tomo. Un sonido sale de mi boca o no sé, pero después de eso, solo me acompaña el sonido del pitido.

Me es difícil abrir los ojos y me esfuerzo por hacerlo durante minutos o podrían ser segundos, pero cuando lo hago la luz brillante me ciega y me hace gemir de dolor.

Vuelvo a hacerlo, esta vez lo hago despacio acostumbrando a mis ojos a la luz blanca. Giro mi cabeza a un lado y resoplo al ver la habitación. <<Estoy en una habitación>>.

Por supuesto que sí, después de esa maniobra de Eric, esperaba estar aquí.

—Estás despierta.

Vuelvo mi cabeza al escucharlo. Una sonrisa lenta se desliza en mi boca. Se acerca y toma mi mano, besando mis nudillos.

—Nunca vuelvas a sugerir algo así. Jamás Barbie.

—Pero estamos vivos. —Recalco divertida, aunque me sigue doliendo respirar.

—Barbara. —Advierte con irritación.

Dejo salir un suspiro.

—Me siento cansada. —No quiero escucharlo en este momento.

—Iré a...

—No. —Lo corto. —Solo... ¿Quién?

Lo miro, esperando su respuesta. No se cuanto ha pasado, pero deben ser días ya que noto las bolsas alrededor de sus ojos como si hubiera pegado un ojo.

Con el suspiro me da la respuesta.

—Son buenos. —Responde. —Demasiados buenos, borraron el registro de las cámaras y he estado buscando. Sabes que soy muy bueno en esto Barbara.

—Lo sé. —Susurro. —Lo se muy bien.

—¿Qué sigue? —Pregunta, pero no respondo. —Deberíamos...

—No. —Sacudo la cabeza. —No quiero esa clase de ayuda.

—Barbara.

—Lo arreglaremos. —Lo miro. —No hables de tus sospechas con nadie. —Aprieta los labios al escucharme.

—Atentaron contra ti, Barbara ¿Cómo puedes sugerirme algo así?

—Te lo sugiero porque no deseo que nadie se meta en mis problemas, Eric. —Suelto con seriedad. —No quiero a mi abuelo en este asunto, ni a mis padres.

Suelta mi mano, alejándose de la camilla.

—Te querían muerta, Barbara...

—¿Y cómo podemos saber si son enemigos? —Lo interrumpo. —Sabes cómo son los juegos de mi... la línea de mi abuelo.

—¿Estás diciendo que tu abuelo está detrás de esto?

Me encojo de hombros.

—Sabes quién es él y quién soy yo. No me sorprendería.

—Deberías preguntarle. —Sugiere y me rio ante eso.

—No lo haré. No quiero meterme más, si él quiere jugar a esto, entonces que lo haga, pero no seguiré su juego. No me prestaré para eso. —Me niego a que me orille para tomar la decisión que quiere escuchar.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora