CAPITULO 46

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FISURA

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Barbara Rodríguez.


Tres días después.

<<Estoy horrible>>.

Tengo los ojos hinchados, la nariz roja y los moretones todavía no han desaparecido. La herida que tengo en el labio se abrió otra vez.

—Tus cosas han llegado. —Anuncia Luzifer y asiento, pero... —Ven a verificar que no te falte nada.

—Voy. —Contesto en un tono bajo sin dejar de mirar mi reflejo.

Trago saliva y me toco la mejilla donde me duele un poco. Los ojos me pican y parpadeo apartando cualquier rastro de lágrimas. No quiero llorar. Lloré bastante anoche sin ninguna razón.

Aunque lo hice en silencio, sé que Luzifer noto de inmediato que estuve llorando, pero no ha dicho nada. No ha mencionado nada y estoy tan agradecida ante su silencio, porque no sé qué respuesta tendría que darle para que no indague.

Ni siquiera sé qué, porque llore, si por toda la situación o porque Luzifer tiene razón en todo.

Sé que no puedo seguir ignorando la realidad que me espera en un par de años. Se que no puede seguir fingiendo que él...

Que Luzifer es un hombre bueno.

Han pasado tres días desde que intentaron llevarme, pero aún tengo pesadillas. Aún despierto llena de sudor y con el aire faltándome. En esas pesadillas me ahorcan hasta que muero, me violan hasta dejarme empapada de sangre. Es tan vivido los sueños que solo vuelve a recordarlas, mis vellos se erizan y mi pulso se acelera.

Además, he estado distanciándome de Luzifer. Sigo procesando quién es y cuál es su papel.

Me es difícil aceptar que termine con alguien que está en el crimen organizado, cuando me juré que nunca estaría con alguien así hasta que me obligaran.

Además, está el asunto de mis padres. Mi padre odia a los criminales y si se entera que Luzifer está relacionado con mi abuelo, sé qué hará todo para alejarme. Podría ir contra mi abuelo y no quiero eso. No quiero problemas por esta situación.

Y no quiero mentirles. No quiero guardarme esto, porque en algún momento se darán cuenta. En algún momento mi padre se enterará quien es Luzifer Becher.

Intentó apartar mis pensamientos y me cepillo los dientes. Enjuago mi boca y miro el anillo que tengo en el dedo. La garganta se me saca ante el panorama de esto, porque...

Las cosas han cambiado.

Tragando saliva, levanto la mirada encontrándome con un par de ojos negros. Le doy una sonrisa pequeña y agarro una toalla pequeña. Me seco las manos.

—¿Pasa algo? —Pregunto.

No me contesta, solo sigue observándome en silencio. No ha dicho nada hasta el momento y no sé si lo hace para que acepte el nuevo escenario o lo hace por otra cosa. Con él nunca se sabe.

Tiro la toalla en la caneca y me vuelvo hacia él.

—Luzifer.

Entra a la habitación y el pulso se me acelera cuando su pulgar acaricia mi pómulo. Parpadeo, porque estoy demasiada sentimental estos días. Se inclina, dejando su frente contra la mía. Los ojos se me cierran ante el gesto.

Dios, no puedo alejarme de este hombre.

Lo amo tanto.

—No romperé contigo. —Suelta.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora