CAPITULO 11

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REUNION DE TRABAJO.

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Acabo mi última clase y voy a la biblioteca para hacer mis deberes. Salgo a las 4 y voy al gimnasio. Paso dos horas intentando que las ganas de matar a cierto profesor no me dominen. Paso media hora en la clase de rumba, donde el profesor más gay que pueda existir en el planeta nos pone a sudar a todas. Terminó hecha un desastre, sudorosa y con las piernas temblorosas.

Bajo al primer piso, donde me meto a la ducha. Consigo que los músculos exigidos se relajen de inmediato con el agua caliente. Me mojo el cabello y me quedo por unos largos minutos antes de salir. Saco mi ropa de mi casillero.

Me visto rápidamente con ropa nueva. Una falda de cuero, medias bucaneras y un buzo corto. Me maquillo un poco, le doy un poco de color a mis labios, me echo perfume y salgo. Me despido de los chicos que están entrenando a esta hora y del entrenador.

Me meto a la aplicación Uber y pido un auto. El auto llega después de 15 minutos y aprovecho para comprarme algo de comer. Verifico que sea el auto y me deslizo al interior. Saludo al señor con una sonrisa amable.

Miro mi reloj. 7:10. Llegaré tarde. La dirección que me envió al correo, es que se encuentra en el mismo sector donde vivo, pero más arriba. Algo que me dejó sorprendida, porque pensé que vivía en la ciudad y no a las afueras de Medellín.

Ese dato pequeño me hizo extraña y nerviosa. Saber que vive a unos kilómetros de mi casa, me hace sentir como una conejita a punto de ser cazada.

Destapó el jugo y hundo el pitillo en el orificio. Agarro mi celular de mi regazo, lo desbloqueo y llamó a Mara. Dos tonos suenan y cuelga.

—Hola amiga. —Saluda.

—Hola ¿Qué haces? —Pregunto.

—Nada, solo estoy viendo una peli en Netflix y ¿vos?

Succiono un poco de mi jugo.

—Nada.

—¿Y eso?

—Nada, solo estoy en un auto. —Contesto. — Mara, me harías un favor. —Pido.

—Claro, solo dime.

Miro hacia al frente.

—Si Eric te llama, dile que estoy contigo.

—¿Qué? —Estoy sorprendida.

—Le mentí que me iba a quedar a dormir contigo. —Le explico y al escucharme a mí misma, me doy cuenta de algo. Algo que había dejado pasar por alto. ¡Maldición!

Debo ser la peor mentirosa que debe existir en el mundo.

¿Qué haré después de que termine de ayudarlo? ¿Dónde dormiré? No puedo ir a casa, porque Eric preguntara. Gimo internamente.

—¿Y dónde piensas dormir, señorita? —Le gusta mi plan.

En un hotel.

—Con alguien. —Miento. —¿Me harás el favor?

—¡Claro que sí! —Está entusiasmada. —Entonces ya tienes alguien por ahí ¿por qué no me contaste?

—Por qué no es nada Mara, solo es ... diversión. —Digo con duda.

¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué sigo mintiendo?

Mara se ríe.

—Bueno espero que esa "diversión" resulte ser buena en la cama.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora