LANGUIDO
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El olor del medicamento me abre los ojos. No veo bien y lo único que veo es el techo blanco. El pitido de la máquina es lo único que rompe el silencio de la habitación y alguien está llorando a mi lado. Es mamá.
Intento moverme, pero no me siento. No siento mi cuerpo y los ojos se me llenan de lágrimas, recordando todo. El quejido que sale de mi garganta la mueve.
—¿Mi amor?
Ahora el sollozo se vuelve más fuerte. Me aprieta la mano.
—Ya vuelvo, iré por el médico.
Se aleja de mi vista periférica. La puerta se abre y dos personas entran más. El doctor empieza a revisarme, me pregunta algo, pero soy incapaz de contestarle.
—¿Por qué no habla? —Mamá pregunta alarmada.
—Es por los medicamentos. —Contesta. —Dejaremos que se despierta y en unas horas volveré a revisarla.
Se aleja y el rostro de mamá me hace soltar el sollozo. Toma mi mano llorando también. Ambas lloramos y ella me besa la mano. No puedo detenerme y solo dejo que el dolor que cargo salgo. El recuerdo de sus puños contra mí, sus gritos y mis gritos tratando de pedir que pare, me ahogan.
Presiona su frente contra la mía, besándome la coronilla con los labios temblorosos.
—Él pagará mi amor. Nos encargaremos de eso —Habla.
Le tiembla los labios y sé que debo verme mal, porque deja salir otro sollozo y me besa el dorso con los labios temblorosos. Esto es un deja vu porque hace unos meses estaba en la misma camilla y mamá en la misma situación.
Quiero decirle que no es su culpa y que tampoco qué es la mía, pero lo único que hago es llorar. El dolor me empapa por completo, convirtiéndome en un pequeño ser que no quiere salir de estas cuatro paredes. Ya no quiero salir.
Me siento mal, me reprocho a mi misma y me duele tanto. Duele tanto que lo que amaste tanto con tu vida ahora te destruya, de vuelva hundir en la misma mierda, en el mismo poso que siempre has estado desde siempre. No quiero seguir así, pero no sé qué hacer.
Tengo tanto miedo. Miedo de que él hable y diga que estoy manteniendo una relación con un profesor, miedo de que me destruya por completo. Tengo miedo de él y sé que debería ser fácil abrir la boca, decir todo. Debería ser fácil seguir con la vida, pero no es así. Nada es fácil.
No sé cómo lo logró, pero me quedo dormida y cuando despierto mamá está dormida a mi lado, ya que se acostó a mi lado. Me muevo un poco y el dolor viaja por todo mi cuerpo sacándome un jadeo.
—Hija.
Levanto la mirada encontrándome con los ojos marrones. También tiene los ojos rojos y se ve más viejo que antes.
—Papá. —Suelto.
Se controla para no llorar. Sabe lo que tiene que hacer en esta situación, no es la primera vez que estamos en el hospital por mi ex novio.
—¿Agua? —Asiento. Se mueve y mamá se despierta.
—¿Sientes mucho dolor? —Asiento. Se levanta de la camilla y agarra unas pastillas que no había visto. —Toma esto. —Me mete las dos pastillas a mi boca y los trago con el agua que me ofrece.
—Almohada. —Susurro con la voz ronca.
Papá lo acomoda y me besa la coronilla.
—¿Dónde está abuelo? —Ya debe saber lo que me pasó.
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LUZIFER ©
RomanceTRILOGIA INFERNO: LIBRO 1 Un juego diferente está por comenzar. Las fichas ya están puestas y los espectadores esperan los jugadores. Ella una belleza andante, que vive a su ritmo, a su tiempo y a las mentiras. Él un caballero que está dispuesto a...