CAPITULO 27

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SUPLICIO

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—Déjame aquí.

—¿Segura?

—Muy segura. Solo caminaré.

El auto se detiene a unos metros de la casa. Desde aquí puedo ver a los hombres armados que están vigilando la casa. Me vuelvo hacia Becher con una sonrisa pequeña. Me devuelve la mirada.

—Gracias. —Presiono un pequeño beso contra la suya y antes de que pueda apartarme, rodea mi nuca. Me devora por completo con el beso.

—Cualquier cosa llámame. —Pide contra mi boca. Asiento con los ojos cerrados. —Cualquier cosa.

—Cualquier cosa. —Repito con el tono bajo.

Vuelvo a buscarlo y rodea su cuello, atrayéndolo. Su mano viaja a mi muslo, agarrando mis glúteos. Lo estruja y el beso se rompe cuando desliza su boca por mi garganta. Tengo calor. <<Lo quiero hacer de nuevo.>>

Me muevo hacia sus piernas y no pierde el tiempo levantando mi vestido.

—Wenn du zurückschaust, bringe ich dich um. —Suelta con ese tono que me empapa más, olvidándome por completo donde estoy.

<<Wenn du zurückschaust, bringe ich dich um: Miras atrás te mato.>>

Desapunto los botones de su camisa y pego mis labios en su piel chupando, mordiendo. Lo escucho tragar saliva, mientras aparta mi ropa interior. Vuelvo a su boca y no pierde el tiempo en dejármela toda entera con un solo embate.

La tengo entera y empiezo a subir y a bajar, empapándolo con mis fluidos. Me muerdo los labios intentando ser silencio, pero no puedo ya que se me escapan algunos. Sube mi vestido hasta dejar al descubierto mis tetas y se desprende de una. La cabeza me cae atrás y apoyo mi mano contra el techo del auto.

Es demasiado para mí y por eso me contraigo a su alrededor. Gruñe contra mi piel y vuelve a mi boca. Me palmea el trasero con fuerza arrancándome un gemido. El sonido encharcado llena todo el auto y gruñe contra mi piel, derramándose en mi interior.

No deja de chupar mis tetas y solo lo dejo, mordiéndome los labios.

—No quiero irme. —Suelto.

Atrapa mi boca con el beso que me pone mal.

—Tienes la decisión de quedarte conmigo, Barbara. —Parpadeo al escucharlo.

—¿Quedarme? —Pregunto cómo retrasada.

—Si. Quedarte. —Afirma, mientras deposita besos en mi comisura. Mis párpados empiezan a cerrarse, mientras rodeo su muñeca, con la intención de alejarlo.

—Becher... —Su nombre me abandona en un jadeo bajo, cuando toma mi lóbulo con suavidad.

—Quédate conmigo Barbara. —Repite en voz baja.

Trago saliva. Se lo que significa. No es un quédate conmigo hasta mañana. Es un quédate conmigo para siempre.

—No puedo... —Susurro.

—Claro que puedes. Solo no salgas de este auto. —Sonrió ante su broma.

—Eres mi profesor. —Susurro intentando que entienda mi posición.

—Y eres mi alumna.

Suspiro cuando besa ese punto débil. Mi cuerpo se enciende cuando su palma aprieta mi pecho, masajeándolo. Aprieto su brazo. Me acerco, buscando sus caricias, esa manera de llamarme.

LUZIFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora