La vie en rose

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El cielo esponjoso se difuminó debido a sus pensamientos, de pronto el paisaje que se avistaba por la ventanilla del avión desapareció. Las nubes se volvieron recuerdos que lo llevaron a seis meses atrás, en aquel último encuentro en donde unas manos gentiles acariciando sus mejillas le prometieron verse pronto. Con un delicado beso en los labios y un prometo regresar le dijo adiós.

Dos semanas después, a casi nada de su próximo encuentro, uno de ellos descartó la idea ante el repentino cambio de planes.

—Souichi-san, no vengas. Mi Senpai me ha informado de un viaje repentino y no sé cuándo pueda regresar.

Tatsumi sintió un atisbo de decepción esa noche de jueves, echó un vistazo a su pequeño equipaje listo y con palabras arrastradas le respondió:

—No pasa nada, tu trabajo es importante.

—Tú lo eres más.

Al escuchar lo último sintió una pequeña punzada en su corazón, desde ese instante abandonó toda esperanza de verlo. Una semana después Tetsuhiro le informó por mensajes de texto que había arreglado todo para poder regresar a casa. Souichi se emocionó al leer esto, ya empezaba a extrañarlo de verdad. Le respondió con su habitual tono desenfadado.

Los días fueron contabilizados por el científico, cada mañana ignoraba sus evidentes síntomas de ansiedad y nerviosismo por verle. Durante las noches soñaba con sus abrazos y su cuerpo despertaba agitado por la excitación del momento.

El tan anhelado viernes llegó y Tatsumi-san no sabía cómo canalizar esa energía nerviosa. Su estado de ánimo estuvo de maravillas ese día y sus asistentes lo notaron a primera vista, pintaba ser una excelente jornada hasta que...el profesor Fukushima fue a su recinto para informarle de una comisión extraordinaria.

Ahora que el científico adquirió el grado de Doctor nuevas responsabilidades se sumaron a su vida laboral. Su autoridad inmediata, Fukushima, lo recomendó al colegiado científico de la universidad, quienes al ver su excelente historial académico y sus aportes al campo de investigación no dudaron en reclutarlo en sus filas.

Se le necesitaba, en calidad de urgencia, viajar a Hokkaido en donde un equipo de trabajo le esperaba. Al parecer el marimo estaba muriendo por razones desconocidas, y aunque no era una de sus áreas colaboraría con los biólogos asignados a la investigación.

Resignado y disimulando su fastidio atendió la solicitud de su jefe. A la una de la tarde, con el equipaje listo en el genkan y esperando el taxi que lo llevaría al punto de reunión, se sentía decepcionado. La idea de llamarle a Morinaga para que cancelara el viaje le parecía muy triste, sabía que él podría entender muy bien y no reclamaría en lo absoluto.

No se puede evadir lo inevitable, esa llamada tuvo ser sí o sí.

—Morinaga no vengas.

—¿¡Qué!? ¿¡por qué¡? —escuchar el tono lastimero de Tetsuhiro le rompió un poco el corazón. Imaginó su rostro al otro lado de la línea y eso no le fue de mucha ayuda.

—Fukushima me ha dicho que debo llegar a Hokkaido de inmediato.

—Souichi, ya estoy en camino— les respondió muy agobiado viendo el paisaje borroso que el Shinkansen le ofrecía.

Al escuchar esto consultó la hora, se sentía extrañado, no era un horario habitual para Morinaga.

—¿tan temprano?

—te dije que me esforzaría para estar contigo...

Tatsumi-san se apretó el puente de la nariz y se revolvió el flequillo, un peso de culpabilidad se acomodó en el centro de su pecho y en sus hombros.

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