Bienvenido al infierno

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Estaba cansado

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Estaba cansado. Sentía mucho calor.

Su cuerpo ardía de una forma indescriptible, la ropa se le había pegado debido al sudor excesivo.

De nada sirvió esforzarse en enfocar la vista, todo estaba en penumbras. Los únicos brillos que sus desgastados ojos miraban eran de color rojizo.

Sentía la boca seca.

-Agua. Sed.

Apenas con voz audible clamó un poco de piedad.

Sus brazos dolían. Quería moverse, pero algo en sus manos no le permitían manotear. Sus débiles dedos no sintieron cuerda alguna, simplemente no podía mover sus brazos.

Una fuerza indescriptible lo tenía atado. Abrió más los ojos e intentó gritar.

Sentía mucho miedo. Su corazón palpitaba acelerado. Movió sus pies y no sitió superficie alguna. Se asustó al pensar que parecía que estaba flotando.

-auxi...

La voz no salía. ¿Dónde estaba?

No tenía memoria de lo último que había pasado en su vida. De pronto su memoria a largo plazo le recordó al hombre de su vida.

-Sen...

«senpai»

Le pidió al cielo que su amado estuviera en mejor lugar, lo que sea con tal de que su amado Souichi no estuviera pasando todo esto.

El eco de pisadas de tacones, llegaron a sus oídos y lo puso alerta. Su sentido de supervivencia le decía que nada estaba bien. De nuevo quiso moverse para zafarse de lo que sea que lo tenía atado, pero los intentos fueron en vano.

Su sexto sentido le dijo que estaba en serio problemas.

-Ayu...

Quiso gritar, pero lo que salió apenas parecía un susurro.

🔥

Una chica de cabello ondulado andaba como fiera buscando a su presa. Caminando lentamente, con la mirada enrojecida enfocada en su víctima que flotaba en medio de la húmeda y oscura caverna.

Su Señor no estaría en desacuerdo si lo hacía sufrir un poco antes de que pudiera entablar una pequeña charla con el humano en cuestión.

Con un chasquido de aquella mujer extraña la cueva se iluminó por completo. Tetsuhiro quedó ciego del destello rojizo que se le pareció en instantes.

Cerró los ojos con fuerza tratando de protegerse, parpadeó de a poco para adaptarse a la iluminación.

Su vista aún era borrosa, pero pudo percibir que estaba en una cueva, podía ver a grandes rasgos el ambiente rocoso que le rodeaba.

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