Bajo el cerezo

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"De: Morinaga

Te veo en la noche. Te amo"

Desde el miércoles este sujeto me ha dicho que pronto regresará a casa. Y desde ese momento me sentí extraño.

Han pasado algunos meses desde que él no ha podido regresar. Hemos hablado algunas veces y él normalmente me escribe diciendo todo tipo de cosas.

Estos cuatro meses han sido lentos para mí. Lo cual no entiendo porque no puedes hacerlos más cortos o más rápidos.

A veces me he sentido un poco triste, o mi mal humor ha aumentado. Normalmente me desquito con los asistentes. Pobres.

Morinaga en ocasiones me pidió que lo consolara, que le visite allá en esa ciudad. No podido y tampoco he querido.

No lo descarto, pero creo que no hay necesidad por ahora. Mientras tanto , estamos bien por ahora.

Y esto me molesta.
Decir "estamos" , pensar en plural , pensar en dos. ¿Desde cuando pienso así? Porque, yo antes me había preocupado solo por mi familia. Ahora este imbécil me hace pensar en plural.

Decido terminar temprano en la universidad. Los chicos se asombraron un poco pero no dicen nada.

He trabajado aquí en la sala desde la tarde. Debo confesar que limpie un poco la casa, porque me da vergüenza ver y escuchar que Morinaga diga que sin él me ahogaría en un cerro de basura y desorganización.

Me mandó otro mensaje diciendo que ya estaba en el tren. Ahora me avisa cada detalle de su viaje y se lo agradezco. Desde aquella vez que colapsó frente a su puerta yo me angustié en demasía.

Sentí una desesperación y frustración por estar tan lejos. Ese idiota es como un niño, siempre hay que cuidarlo. Cuando lo vi en el hospital casi me moría.

Seguí revisando informes hasta que noté la hora. Busque mi móvil para pedir delivery. Porque seguramente ese tipo no comió con tal de venir hoy mismo.

"De: Morinaga
Senpai, estoy en Nagoya"

Él le anexó un sticker de un conejo con ojos de corazón. Siempre tan infantil.

Eso quiere decir que me da tiempo de darme una ducha, pues toda la tarde estuve trabajando aquí en la sala.

Pensaba guardar todo, pero ese idiota pensaría que estoy esperando solo por él. Ni que fuera tan importante.

Cuando salí de la ducha revise de nuevo mi móvil. Es un hábito que hace un tiempo adquirí. Quiero comprobar por alguna extraña razón si tengo algún mensaje.

Me estoy pareciendo a una señorita desesperada. Debo controlarme.

Seco mi cabello porque Morinaga podría regañarme o ¿quizá él mismo querría secarlo?

No seas idiota, Souichi.

Estaba en medio de ese debate estúpido con el cabello cuando escuché unas llaves abrir la casa.

Seguramente vino en taxi.

Era él atravesando el genkan, con su mochila en el brazo. Usando unos jeans raídos y una simple camisa de algodón celeste.

- Estoy en casa, Senpai.

Su cabello estaba inclinado hacia un lado. Está un poco largo.

- Bienvenido a casa.

Sigo sonrojandome cuando le doy la bienvenida. Él arrojó ahí mismo su maleta y llegó a abrazarme. Un abrazo que no negué.

- Senpai...

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