Buen día,señor sol

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El sol de Nagoya es implacable en las mañanas porque se cuela por la persiana sin pedir permiso, en la habitación se siente el calor de los rayos del sol y alumbrando sobre la cama se siente más acogedor.

Ya son más de las siete de la mañana y senpai no da señal de querer levantarse, debe ser por todo lo de anoche, terminamos tan cansados que nos dormimos rápidamente. He descubierto que la mejor manera de levantarlo es con el aroma de café; nada como una taza de café caliente y amargo, así como le gusta a él.

Me acerco hacia la mesita de noche y asiento su taza, veo con diversión que senpai se cubre hasta la cabeza con la cobija pero sus cabellos traviesos saltan a la vista, me siento a su lado para levantarlo porque hoy es día de trabajo.

-senpai, despierta... -amablemente lo muevo y no recibo respuesta

-...

-ey senpai, ya es hora...

Sigo sin recibir respuestas por lo que opto por otras medidas, me decido a despojarlo de la cobija lentamente, no puedo evitar enredar mis dedos en su cabello, imposible no hacerlo.

-senpai, despierta, si no te levantas andarás a prisa.

-...- me acerqué más a él, le descubrí el rostro, luce tan plácido y calmado cuando duerme.

-senpai- beso su frente – senpai, vamos...- empieza a moverse pero aún sigue dormido.

Parpadeó muchas veces, esa forma inconsciente de coquetear con sus pestañas siempre me desarma; sigue somnoliento y pacífico, por lo que continúo con los besos en su rostro, pequeños y fugaces.

Poco a poco empieza a despertarse, me mira directamente a los ojos pero sigue en ese trance.

-senpai, despierta.

Su boca entreabierta me incita a besarla, no lo puedo evitar, por un beso daría lo que fuera. Sin solicitar permiso alguno me acerco para satisfacer mi necesidad, fue suave y tierno, sin segundas intenciones.

-...mori...más...-en susurros somnolientos me pidió más, y muy gustoso concedí sus deseos.

Continué con la tarea, olvidé la hora y el café, cuando se trata de estar con él pierdo la noción del tiempo.

-mmm

-senpai- seguí el recorrido de su cuello, en donde me topé con su aroma tan varonil. Solo de inhalarlo me dio escalofríos. Involuntariamente Souichi me jaló del cuello de la camisa y ese acto me encendió más, seguí con los besos, muchos de ellos.

-mori...- detuve mis caricias y busqué su mirada, acuné su rostro para apreciar sus pestañas rubias, esas que me alumbran cuando estoy perdido.

- Buen día, señor Sol- Él me miró más despierto y consciente

-¿Qué hora es?

-La hora del café- con un último beso profundo e intenso lo terminé de despertar, porque al salir de la cama no recibiré estas muestras de él. A veces son besos robados, aunque tenga vergüenza  siempre me corresponde.

-Oye, ¡a quién demonios le dices señor sol!

-¿YO? – inmediatamente le solté y lo miré sonriente

-lo acabas de decir, tonto.

-Solo dije que ya está brillando el sol y que tu café te lo dejo aquí.

-aaargh, sal de mi habitación.

-primero sal tú de la mía – lo miré con una ceja desafiante y es cuando él fue totalmente consciente del lugar donde se encontraba.

- ¡demonios!

- si bueno, señor sol, te espero afuera, está listo el desayuno.

-¡oyeeeeee!

Me salí de ahí antes de que me quemaran los rayos del Señor Sol.

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