Alitas challenge

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Tatsumi se quedó viendo esa lona de la publicidad

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Tatsumi se quedó viendo esa lona de la publicidad. Se rascó la barbilla al ver a los participantes en otro poster.

-Nii te estamos esperando- sintió que Kanako le jalaba de la mano- Nii andando

-¿Ah?

Souichi seguía sumido en sus pensamientos, no podía creer que el ganador del primer lugar había ganado con tan solo haberse comido treinta alitas.

-Souichi niisan- Kanako le pellizcó un costado y solo así su hermano volvió a tierra.

-Ay Kanako, ¡qué hay con eso!
-Mi tía y Morinaga san están esperando en donde los helados.

-Vamos.

Souichi tomó a su hermana adolescente de la mano, dejándose llevar a donde ella quisiera. Se unió a sus otros acompañantes que estaban descansando. Matsuda y Morinaga estaban cómodos sobre unos asientos coloridos.

Meseras iban y venían rodando ataviadas en un uniforme rosa, patinando de aquí y allá para llevar los pedidos de sus comensales.

Una chica de cabello color chicle de uva le hizo guiños a Morinaga cuando les llevó a la mesa sus tazones de helado, esto no pasó inadvertido por Souichi. La chica le sonrió con desfachatez con esos labios rosas fluorescentes y Morinaga le correspondió.

«Bastarda ¿a quién le sonríes con tanta confianza?»

Morinaga agradeció y recibió las cuatro copas.

-Estamos para servirle- la chica le regaló una sonrisa y de nuevo le hizo un guiño. Se retiró con tal fluidez que su falda ondeó en victoria, dejando ver sus preciados atributos traseros.

-¡Estamos aquí!- expresó efusivamente la adolescente.

Souichi miró al tipo que fue bendecido con tal gala de coquetería. Un crescendo de celos silenciosos estaba viviendo en su estómago, pero Morinaga estaba tan absorto en comer su helado napolitano que no se dio cuenta de la molestia de Souichi.

-Siéntate senpai. Te pedí tu favorito.

Se sonrojó un poco, le causó una especie de timidez y alegría que Morinaga supiera esos simples detalles como su sabor favorito de helado.

Los cuatro estuvieron disfrutando de sus postres hasta que alguien interrumpió la conversación.

-Sou-kun ¿qué tanto miras?

-Bueno, yo estaba viendo esa lona de aquel lugar- Souichi señaló con un movimiento de cabeza- es que no puedo creer que haya ganado comiendo treinta alitas.

El mayor de los Tatsumi se puso serio y se cruzó de brazos con la atención fija en aquel lugar que no era cualquier lugar. Era el paraíso de las alitas. Su platillo favorito después de todo.

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