La carta

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Llego a mi edificio. Arriba nadie me espera.

Espero que en el refrigerador haya algo digno para comer.

Estoy cansado. Estoy aburrido. Quizá un poco harto

Pero... ¿De qué?

No lo sé. Lo único esperanzador en este momento es saber que puedo estar cómodo con mi soledad. ¿Me duele? No, más bien diría que estoy a gusto. Soy solitario a pesar de estar rodeado de gente.

Gente que no quiero, que no siento afecto ni preocupación. Gente al final del día.

Esa persona no está aquí. Está a miles de kilómetros.

Gente y persona no son la misma cosa para mí.

Me asomo por mero instinto de curiosidad en mi buzón. Hay correspondencia que tomo sin mirar.

Abro la puerta.

Aviento la mochila.

Me asomo en el refrigerador.

Caliento la comida.

Como.

Me baño.

Esa es mi rutina. A veces enciendo la televisión solo para que haya ruido, en ocasiones leo antes de dormir o trabajo. Pero básicamente es lo mismo.

Estoy sentado en el mueble, recuerdo los papeles que cogí en el buzón. Los voy repasando. Es pura mierda. Facturas de la cuenta de la luz, agua, móvil. Nada interesante.

Hay una que me llama la atención. En todas esas mierdas dice mi nombre impreso, pero solo una dice mi nombre escrito a mano.

Aparto la basura de ese sobre. Me doy permiso de subir las piernas al mueble. Tomo la carta entre mis manos. Esas letras las conozco. Mi corazón late.

Es un sobre blanco, simple sin adorno alguno. Simple pero de un papel elegante, sin ninguna maldita arruga. Mis dedos se mueven sobre las letras, se siente el relieve. Esto merece un cigarro.

Es tarde, lo sé. Pero estoy ansioso ¿Qué más puedo hacer?

Me siento un poco ridículo al querer abrir el sobre sin romperlo. Mierda.

Me pierdo en la primera calada. Son dos hojas dobladas en tres partes. Para mi propio placer toco las hojas, se siente su letra. Siento su mano. Lo siento a él.

Me aseguro de tener el cenicero y la cajetilla a la mano.

Bastardo, detesto sentirme como un crío.

"Amado Souichi:

Te escribo desde mi escritorio en casa, es tarde, muy tarde. De madrugada para ser exactos.

Lo siento, no puedo dormir y no es una opción llamarte. Seguramente estás dormido.

Estaba pensando en ti y en las cosas que me gustaría decirte pero que no lo hago.

Me da miedo decírtelas a la cara porque me insultarás, quizá me pegues y quizá te espantes.

No quiero asustarte, ni presionarte con mis sentimientos.

No quiero que huyas de mí.

Pero no puedo más. Estoy rebosando. Es demasiado.

Amado Souichi. Quiero recordarte que te amo. ¿Sabes? Jamás creí que volvería amar, y para mi sorpresa lo logré y con más intensidad. Gracias por hacerme sentir, por mucho tiempo me creí muerto, pero te vi leyendo y sentí vivir de nuevo.

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