Thaile.
Estoy tan agotada que mis energías no dan para más y termino dormida sobre el volante hasta que me despierta el graznido de los pájaros, anunciando el amanecer. Me estiro, mis músculos doloridos por la tensión de la noche anterior, y cubro rápidamente los rastros rojos en el piso con tierra y hojas secas antes de regresar a mi departamento.
Una vez en casa, me dirijo directamente al baño, ansiando una ducha que me libere de la asquerosa sangre que mancha mis manos y piernas. El agua se tiñe de rojo mientras froto mi cuerpo con fuerza, tratando de borrar no solo la suciedad, sino también la sensación de haber estado tan cerca de ese miserable.
Al salir, me envuelvo en un albornoz y pongo la ropa que llevaba en la lavadora con lejía, asegurándome de eliminar cualquier rastro de ese imbécil. Mientras espero, observo el mueble vacío y me pregunto si realmente estoy haciendo lo correcto con el niño rata.
No tengo nada que ofrecerle, pero por alguna razón que mi sentido común no comprende, tampoco puedo dejarlo allí como si no valiera nada, como si fuera un cachorro en una vitrina a la espera de que alguien se digne adoptarlo. Si es que lo hacen.
Me preparo un smoothie de arándanos y lo bebo mientras ojeo los noticiarios, donde siguen hablando del maldito video. El equipo de Marc ha prometido una rueda de prensa, y los comentarios en las redes sociales me tachan de mujerzuela. Malditos mojigatos.
El timbre de mi piso suena, y no sé si es la paranoia que cargo, pero mi primer instinto es ir a buscar el arma que reposa en mi mesita de noche. La empuño con firmeza mientras me acerco a la puerta, cada paso una mezcla de tensión y adrenalina.
Observo por la mirilla y es peor de lo que imaginaba. Marc espera pacientemente con una caja rosada en la mano y luce más arreglado de lo usual, su traje ceñido al cuerpo lo hace ver más follable que nunca.
¡Enfócate!, me ordeno a mí misma. Pero por alguna razón, me apresuro a esconder el arma en mi habitación. El corazón me late con fuerza mientras me coloco los lentes de contacto azules, tratando de mantener la compostura en lugar de abrir la puerta y dispararle sin pensarlo dos veces.
Respirando profundamente, me aseguro de que mi apariencia esté bajo control antes de enfrentarme a Marc, preparándome para lo que venga.
Regreso a la puerta y la abro. No sé de dónde viene esa bofetada que siento en mi interior cuando me sonríe con una mezcla de timidez y culpa, estirándome la caja que ahora reconozco.
—¿Macarrones? —le devuelvo la sonrisa, aunque siento que mi expresión no es menos idiota que la suya.
—Blanche me dijo que eran tus favoritos...
—Sí, cuando tenía como diez años.
—Bueno, no me puedes negar que son una buena ofrenda para disculparse.
—Seguro... —suspiro, conteniendo las ganas de cerrar la puerta en su cara—. Adelante.
Lo invito a pasar, y siento su mirada recorriéndome de arriba abajo, deteniéndose en mi bata antes de posar esos ojos que últimamente no consigo sacar de mi mente.
Dejo los dulces en el escritorio y nos sentamos en el sillón. Apenas estamos acomodados cuando pone su mano en mi muslo, pero me obligo a apartarla con suavidad, aunque por dentro quisiera hacer algo más violento.
—Lamento todo lo que ha pasado, lo del video, lo de Charlotte... —empieza a decir, mientras mi mente divaga en formas de acabar con él aquí mismo, por muy arriesgado que sea. Podría asfixiarlo con su propia corbata, sería suficiente... mientras me folla...
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Tras de ti
Mystère / ThrillerElla tiene un objetivo: ir tras él. ¿Pero qué pasa cuando la leona empieza a compadecerse de su presa y comienza a verlo con otros ojos? Él, un político que está a punto de ascender junto a su partido, sin imaginarse que, a ciegas, le ha abierto las...