¿Alguna vez has pensado que un embarazo cambiaría tu vida?
El destino de Marina Hardy cambia radicalmente cuando se vuelve nodriza del único hijo de Alec Mulroy, un viudo alcalde ruso aparentemente normal que esconde mucho más que corrupción. Ella s...
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—¿Usted es americana de padre ruso, madame Mari? —Nandini me acercó una copa de licor la cual rechacé.
—No, gracias. No bebo alcohol, mi padre no lo permite... Sí, nací en Detroit, llegué a Rusia hace un año porque el alcalde Mulroy engañó a mi madre para que aceptara viajar a este país desde América.
—Oh... ¿Y Ali mató a su madre? ¿Por eso se casaron?
—No, me casé con Ali porque no sabía hablar ruso el año pasado. De pronto me anunció que nos habíamos casado en una ceremonia privada, y me tiene secuestrada en su finca municipal desde entonces.
—¡Oh...! ¿Usted se casó con su secuestrador? Es una linda historia de amor —Nandini respondió animada bebiendo de su copa de vodka—. Aarman mató a mi prometido para casarse conmigo, era su mejor amigo de infancia. ¿No es adorable?
—¿Qué...? —Mi vaso de zumo cayó en la mesa, estaba segura que mi romance con el padre era un asunto macabro, pero la historia de esa mujer era más tenebrosa todavía—. La muerte es algo cotidiano dentro del clan Khali, debo asumir...
—¡Sí! Es maravilloso. ¿A qué edad cayó en el clan Mulroy?
—Hace poco más de un año... ¿Y usted?
—Desde que tengo memoria, soy huérfana.
Juntas reímos y platicamos por buen rato mientras el flamante esposo de Nandini se dedicó a acechar a la coqueta de mi institutriz, quién bien suelta de huesos aceptaba las insinuaciones del honorable Buitre frente a toda la concurrencia, y al parecer a su segunda esposa poco le importaba. La fiesta continuó su curso, pero con un ambiente bohemio, sensual, y tétrico de cabaret. Las bailarinas del clan Khali se dedicaron a entretener a los ricos invitados dejándose manosear a diestra y siniestra, los grotescos caballeros daban rienda suelta a sus bajos instintos con sus cuerpos festejando su machismo retorcido. Lejos de ese banquete sexual estaba Alec bebiendo con un grupo de sujetos de sombrero de copa, hasta que dentro de un rato se quedó en la barra mirando fijamente a Charles Dellinger. Noté que mi esposo bastante raro, sentado con las piernas cruzadas miraba de una manera muy sugerente al esclavo de su jefe, me disculpé con las damas refinadas de mi mesa, y me acerqué con cautela.
—¿Mi amor...? ¿Qué te sucede? —Él se movía en su silla al ritmo de la orquesta frente a Dellinger y Karan, quién lo miraba con cara de querer cortarle la cabeza—. ¿Padre...?
—Ohh... ¿Qué te parece ese hombre sensual? Charles es musculoso, podría ordeñarlo bien... Ummm... Es muy sexy, parece sabroso... —la voz del alcalde sonó afeminada, estaba ebrio y mucho—. Maldición... Quiero ordeñar la leche de ese apuesto esclavo encima de está barra... Tú... ¿Crees que él querrá meterme todo?
—¡¿Alec!? ¿Qué te ocurre...? ¿Estás bromeando conmigo? —Toqué su frente, y estaba ardiendo.