¿Alguna vez has pensado que un embarazo cambiaría tu vida?
El destino de Marina Hardy cambia radicalmente cuando se vuelve nodriza del único hijo de Alec Mulroy, un viudo alcalde ruso aparentemente normal que esconde mucho más que corrupción. Ella s...
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Me había dejado vencer por las demandas de mi esposo, fue fácil caer de nuevo en su régimen autoritario, lo conocía bien. Cuando la lujuria incrementó en nuestra alcoba, dejé de restar los días del calendario y me entregué a sus divinas garras, sabía que la fecha de nuestra boda llegaría pronto y él haría lo que quisiera conmigo. En la finca del terror sólo vivía feliz cuando tomaba mi mano, Alec construyó mi seguridad y cuando se fue me quedé vacía, muerta en vida. Mi autoestima se arrojó por la ventana dejando entrar un montón de abnegación, obediencia y dependencia, y de manera cotidiana, tal y como estaba acostumbrada, su mano se posó en mi muñeca mostrándome su dominio sobre mí.
—¿Podrías mantenerte quieto, padre? Intento anudar tu corbata —simulé enojo porque no dejaba de husmear bajo mi camisón, debía dejarlo reanudar su cargo en el municipio, me enfadaba dejarlo marchar de nuestro nido de amor.
—Debo confesar que continúo algo enojado, mi niña —hizo un tierno mohín.
—¡Oh por dios santo, papi! Usted estaba dormido, y aproveché para avanzar a vestir a Raymond, es todo —volví a explicar, pero el descarado me lanzó una palmada en el trasero.
—Existen muchas placenteras formas de despertar a tu esposo, Mari —insinuó el perverso ruso, tomé el saco y lo acerqué a su torso para terminar de vestirlo.
—¿Se refiere a la forma que usó hace quince minutos? —Su fuerte carcajada hizo eco en toda la alcoba.
—En efecto, mi niña —y me besó, una vez más—. Te espero en el comedor en diez minutos, no tardes.
Entonces obedecí, a esas alturas disfrutaba de las atenciones de mi pequeño séquito de mujeres sometidas a mi servicio, el desayuno transcurrió dentro de lo habitual mientras los empleados de confianza de Alec fueron llegando al comedor principal, incluyendo los buenos maestros. Dejé a Ray al cuidado del maravilloso profesor Spencer, en tanto yo me encerré junto a la señorita Manzur para recibir mis clases. Para mí sorpresa al salir descubrí que la puerta principal estaba abierta, tomé la mano de mi niño y me asomé para averiguar qué estaba tramando mi esposo.
—¿Qué sucede, Nafar? —Había peones entrando y saliendo de la casa con raros artefactos modernos.
—Con honor la saludo, Madame Mari. El honorable príncipe Ali ordenó alistar todo para una sesión de fotos extraordinaria de su legítima y amada esposa al mando del joven licenciado Maksim.
—¿Papi dejará entrar a nuestra casa a Maksim? Esto es inesperado…
—El príncipe la ama, Mari. ¿Se atreve a dudar del inmenso amor que le profesa?
—Claro, serpiente. He luchado contra los demonios de Alec para ganarme este encierro de mierda.
—Y hablando de encierros… Por su bien le sugiero no acercarse a la puerta principal, son guardias nuevos y no conocen a la princesa Mari, podría cometer una imprudencia y no es conveniente alterar el buen humor del príncipe Ali. Con permiso, Madame.