Capítulo 68:

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—La soberbia es una mala consejera, viuda Mulroy

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—La soberbia es una mala consejera, viuda Mulroy. Recuerda tu lugar en esta honorable familia, eres un trozo de mierda entre nosotros, y si no tuvieras un feto pura sangre en el vientre no dudaría en aniquilarte ahora mismo —se defendió Angus, llena de enojo elevé mi mano para lanzarle una bofetada en su asqueroso rostro.

—¡El único trozo de mierda en esta familia eres tú, maldito! No te tengo miedo, mucho menos a tu nefasto engendro que perturbaste con tanta porquería... ¡Exijo que se cumpla la ley o citaré al Consejo de los Doce!

—¿Te atreves a amenazar a tu propia familia? —Angus se frotó el rostro sonriendo de forma macabra, y le hizo una seña a sus hombres—. Mi belleza infernal no murió... No todavía, de la misma manera debe permanecer mi Malcom... Oh, Masha se llevará una gran decepción por tu culpa, ella te aprecia mucho.

—Me importa una mierda tu zorra —sonreí socarrona cuando vi a Malcom salir de su escondite, era una maldita rata descarada, Maksim lanzó carcajadas fuertes cuando Nafar y sus hombres lo sacaron arrastrando entre gritos de la finca, fue un completo espectáculo bochornoso que duró poco porque los gritos desgarradores de una pequeña esfumaron la diversión del momento—. ¿Dónde la tienes, animal...?

—¿De qué estás hablando, cuñada? —Se burló el demonio simulando no escuchar el llamado de auxilio de su nieta, la pequeña llamaba a su padre, un padre que sí estaba muerto.

—¿Tienes la desvergüenza de esclavizar a otra niña indefensa? 

—No sé qué mierda estás imaginando, tu cabeza repleta de porquería extranjera creció deformada.

—¡¿Encerraste a tu nieta en tu alcoba de adiestramiento, maldito malnacido!? —Sostuve el cuello de su camisa fuera de mi razón, Mak intentó detenerme, pero fue imposible contener mi rabia—. ¡Ella es muy pequeña para tus métodos violentos!

—Querida tía Mari, es suficiente... Ese asunto no te compete —sentí los dedos de Maksim en mis hombros, sin embargo no podía soportar más depravación.

—¿Y tú no lo eras cuando caíste por mi hermano? ¿Debo recordarte tu edad, niña perdida? ¿Olvidaste los años que cuenta tu marido? Al menos yo no pienso preñar a mi nueva perra.

—¡Bastardo! —Con toda la ira solté al hombre que asesinó mis esperanzas de escapar de Alec, el criminal tenía razón, y yo no podía meterme en sus asuntos de cama.

Tenía que ayudar a esa niña, me recordaba a mí, y no me gustaba el dolor del recuerdo de mi pasado. Cualquiera diría que me había vuelto loca por levantarme de nuevo, y no estar llorando en el piso quejándome de las heridas que esos rusos me hicieron. Desde la infancia fui consciente de que la vida sigue sin importar lo mucho o poco que sufras en el camino, emprendí nuevamente el vuelo como las águilas aún con las alas rotas. Y sí, quizá había perdido la razón por temor a perder a mi amor, sobre todo viendo la imagen del esperpento humano que tenía frente a mí, el misterioso "mendigo mágico" que me trajo Cipriano era un tipo muy sucio cubierto de harapos viejos, la mugre le cubría prácticamente todo el cuerpo, y su largo cabello enredado tapaba su rostro. Temblaba, debido a la malnutrición que se notaba en los huesos de sus costillas visibles gracias a su camiseta rasgada, y se agitaba como un perro mojado por la lluvia. Solté el oxígeno que estaba conteniendo debido al hedor, mientras el moreno capataz no cesaba de disculparse muy avergonzado.

Lactancia MaternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora