¿Alguna vez has pensado que un embarazo cambiaría tu vida?
El destino de Marina Hardy cambia radicalmente cuando se vuelve nodriza del único hijo de Alec Mulroy, un viudo alcalde ruso aparentemente normal que esconde mucho más que corrupción. Ella s...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Buenos días... Disculpen mi tardanza...—Una criada me recibió a Ray y lo sentó en su silla especial, por mi parte tuve que llegar a mi lugar sujetándome de la mesa, mi dolor aumentaba a cada paso.
—¿Le sucede algo, señorita Hardy? —Yerik me miraba con curiosidad, y Maksim rompió en carcajadas—. Usted camina de forma peculiar.
—Es que... Me caí... Me caí de la cama a medianoche...—finalmente llegué a mi asiento expulsando el aire aliviada, había sido un suplicio. Alec se dio cuenta y llamó a una criada quién me acercó un esponjoso cojín colocándolo sobre mi silla—. Gracias, padre.
—Tengo el enorme privilegio de confirmar los hechos, señores aquí presentes. Marina se cayó, ¡sobre la polla de mi tío! —Declaró Mak estallando en carcajadas justo cuando me senté de golpe en la silla.
Maksim, el tercer hijo bastardo de Angus Mulroy, era un chico alto de diecinueve años con los ojos tan azules como su padre, tenía el cabello oscuro como la noche y rizado cómo su bizarro sentido del humor, contaba con la belleza bien heredada de sus progenitores. Era un maldito lunático rondando por los rincones con su risa jocosa y su arma mortal: su moderna cámara fotográfica con la que capturaba los momentos más embarazosos de la gente. Él coleccionaba fotografías, era su cruel pasatiempo de diversión, capaz de hacer las bromas más pesadas de la historia, como también soltar los comentarios más hilarantes en una seria conversación.
—¡Basta, Maksim! —el alcalde se levantó dando un fuerte golpe sobre la mesa con su puño cerrado—. ¡No pienso permitir esa falta de respeto bajo mi techo!
—¡Ay por favor, honorable alcalde! ¡Todos aquí escucharon los gritos de su esclava en celo! ¡Todo Rusia la escuchó! ¡Usted la hizo gritar tan fuerte que debió escucharse hasta la maldita China! —Mak se defendió, y la simple mención de ese país me causó una severa incomodidad, sabía porqué lo había nombrado—. ¡Oh, pobre mi querido Mish! Mi hermano debe saber que la mujer que ama es una meretriz de cuarta categoría, ¡con esa noticia atroz no se atreverá a volver nunca a este maldito pueblo!
—Me importa una mierda que el médico familiar no regrese nunca. Mari no necesita a nadie más, me tiene a mí y con eso es suficiente —Alec comenzó a comer como si nada, y guardé silencio como una niña castigada, eso fue vergonzoso.
—¿Usted tuvo relaciones sexuales, señor Mulroy...? ¿Eso es cierto, señorita Hardy...? —Yerik, quién recién estaba de pie con una expresión consternada y perdida, murmuró ausente—. ¿Ustedes dos...? ¿Ambos juntos...? ¿Lograron intimar con éxito?
—Marina es mi esposa y la amo. Es mía, por lo tanto tendré intimidad con ella las veces que a mí me dé la gana, y no creo que le deba dar alguna explicación a mi personal sobre mi vida privada...
La voz de Alec sonó confiada, soberbia, tan petulante que no logré evitar estremecerme deseando que fuera verdad, pero no lo era. Dasha estalló en llanto, Yerik cayó en su asiento con el rostro torturado, y Maksim quedó en silencio, pensativo, mientras el alcalde comía con absoluta tranquilidad.