Capítulo 60:

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—Mi nieto es un niño realmente hermoso, Raymond también

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—Mi nieto es un niño realmente hermoso, Raymond también... Eres un niño grande, y los niños grandes no lactan de los pechos de sus madres, solo lo hacen los bebés porque no tienen dientes. Enséñale a Emma tus dientes, Ray —mamá intentaba destetar a mi hijo mayor disimuladamente, mi querubín soltó mi pezón mirándola fijamente y le mostró una sonrisa grande. 

—Es la primera vez que estoy de acuerdo contigo, Emma. Es tiempo que nuestro hijo deje de gastar la leche materna que me pertenece, mi niña —Alec apoyó a mi madre porque le convenía.

—Tengo los dientes grandes porque tomo mucha leche de Mari —respondió risueño mi bello Raymond.

—No, pequeño Ray. No más leche de Mari, debes empezar a tomarla en una taza... —insistió mamá.

—Basta, madre. ¿Qué pretendes ahora?

—Desistí de alejar de tu leche materna a este bastardo demente que tienes por marido, quizá logre conseguirlo con el niño. Ya tienes suficiente soportando la lactancia de esa abominación criminal, si no puedes amamantar a Alexandro, tampoco lo hagas con Raymond...

—¡No! Ray toma leche de Mari, abuela...

—¡¿ABUELA!? ¡No, niño! Yo soy Emma para ti, no tu abuela.

—No lo niegues, mamá. Claro que eres su abuela, Ray también es mi hijo...—le aclaré antes que mi angelito comenzara a llorar.

—¡Deja de asegurar imposibles, hija! Eres demasiado joven para tener un hijo grande, y dudo que ese niño te pertenezca a ti, demente. ¿Cuánto dinero pagaste por él? ¿Dónde lo compraste? Los caballeros no se embarazan.

—Por dios, mamá… Raymond es hijo de Alec de verdad, es producto de su primer matrimonio... Ella murió, pero...

—¡¿Qué...!? ¿Tú no eres la primera esposa de este loco? ¡A ese degenerado le gustan los caballeros! ¡No es posible que tenga un hijo! Bueno, le gustaban los... ¡Ya sabe, quiso seducir a mi John!

—Y le siguen gustando... Ya tuve suficientes inconvenientes para cambiar los gustos sexuales de mi esposo como para que ahora mi propia madre intente separarme del exquisito, millonario miembro viril que tanto me costó ganar. ¿Me podrías evitar más dolores de cabeza?

—¿Te cuesta mantener duro al príncipe...? Hubieras empezado por ese detalle, conozco a la mujer perfecta que puede ayudarte, mi maestra de Tantra, es toda una diosa, ¡una gurú del sexo!

—¿Gurú del sexo? ¿Eso existe…?

Sonia Malhotra era la profesora de artes sexuales para las servidoras del burdel donde había sido confinada mi madre en el tiempo que estuvimos separadas, era una bella mujer hindú experta en yoga, budismo, tantra y artes místicas, unas prácticas totalmente desconocidas hasta ese día para mí. La maestra tenía una casa al pie de una verde colina junto a un templo dedicado a la diosa Laksmi, la diosa de la belleza y de la buena suerte en esa nación, donde fue nuestra primera visita. Dejé mi ofrenda correspondiente llena de esperanza por todas las buenas referencias que mi madre me había dado sobre esa misteriosa profesora, y de pronto apareció cubierta por un precioso sari de color ladrillo.

Lactancia MaternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora