Amor.

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Me rendí, hace mucho me rendí.

Sinceramente lo intente, pero no era el momento, solo herí gente y no me siento cómoda con eso, ni con muchas de las cosas que hice en el pasado pero no importa ya.

No quiero amor, genuinamente estoy harta de esa ansiedad en el estómago, de que se me acelere el corazón, de que me emocionen ciertas cosas...

Estoy cansada de equivocarme cuando amo y de hacer que se equivoquen al amarme.

Soy tonta, soy amorosa, soy dulce, soy manipulable, soy leal, soy dramática, soy impulsiva, soy indecisa, insegura, una perdida de tiempo, un ángel y un demonio.

Los últimos meses he visto y demostrado que puedo romper los corazones que se me venga en gana, pero también que me pueden romper el corazón. No me gusta ninguna de las dos cosas.

Ese sentimiento de angustia que te presiona el pecho por el miedo que sientes cuando alguien comienza a ser demasiado importante en tu vida, definitivamente no lo quiero.

Me rendí hace mucho en el amor porque me hace débil, lo he visto, lo he sentido. Me rompe en pedazos, me hace vulnerable, me hace sufrir, me hace querer acabar con todo. Pero nunca en la vida el amor me ha hecho querer ser más.

Tal vez soy un estorbo en el mundo o no se vivir sola, pero el amor no es algo que mantendré en mi vida.

Sé que debería pedir perdón a quien he herido por mi tonto intento de ser una buena pareja y fallar en el intento. Pero me deberían pedir perdón por arruinarme el corazón.

Me han roto, hecho trizas y desmoronado todo lo que creo, y volver a amar no está en mis planes, ya no.

Me deberían de pedir perdón por las veces en que dije lo que debían escuchar, por las veces en que les salvé de amistades que eran más falsas que mi actual felicidad. Deberían pedirme perdón por todo el daño que me han hecho.

Debería ser yo quien use a las personas. Pero no puedo.

De alguna manera sigo esperando el loco y lindo amor de novela romántica que tanto añoro. Me odio.

Siempre lo doy todo, por idiota, porque nadie dará lo mismo por mi, y si lo hace, no me gusta.

Debería de pisotear a quienes me han traicionado, a quienes han ignorado mis consejos y han vuelto con toda esa toxicidad de la que intente alejarles. Joder, debería enviar esto a quien me enoja tanto.

Pero odiar a todas mis exparejas es inútil. Si me dejó por su religión, si la usé, si no confiaba en mí, si me hizo alguien que no era, si me usó para divertirse, si creí que era el indicado, ¿Que más da?

Está hecho y no puedo cambiarlo, pero si pudiera, no sería la chica que escribe esto. No sería esa que ahora odia lo que siente y no quiere.

No quiero lo que siento porque se que está mal, se que no es recíproco, se que no me llevará a ningún lado y, si lo hace, no lo merezco.

Jamás fui yo misma con ninguna de esas personas. Fui santa con la primera, un demonio con la segunda, una maldita idiota con la tercera y un títere para la cuarta. Fui un perro para el quinto y tal vez destrocé al sexto. Ninguna de esas era yo.

Y ahora, ¿Quién soy? Una falsa chica que finge ser algo que no es, que tendrá que ocultar mil cosas y vencer el doble, soy basura.

Y aún con todo eso, soy mejor basura que muchos.

Cartas Que Nunca Entregué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora