Imposibilidades.

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A veces sueño mucho, despierto por las mañanas de diferentes formas, la mayoría de las veces siempre es con ganas de volver a dormir, pero las veces restantes son en las que despierto con la sensación de querer llorar hasta quedar seca, con los ojos llorosos, el corazón acelerado y un vacío abismal en el pecho.

La mayoría del tiempo de los viajes en auto lo gasto mirando hacia mi derecha, por alguna razón es como si la ventana de ese lado estuviera reservada para mí, ni siquiera recuerdo la última vez que ocupe el lugar en el medio del asiento trasero, pero estoy segura de que fue probablemente cuando era pequeña. Estaba mejor.

El cielo parece un lienzo azul con algodón blanco, un algodón tan suave que me gustaría poder tocar para poder hacer una almohada y tener uno de esos sueños que logran que despiertes de buen humor, pero es una de las cosas imposibles de la vida.

Cuando es de noche y el cielo está oscuro, quiero salir para poder tomar una de esas fotos con el Flash de la cámara, para plasmar en una imagen la noche que yo veo.

A veces siento tantas cosas juntas que me encantaría ser una artista, dibujar algo que pueda representar lo que siento, o tal vez escribir una canción, probablemente también me encantaría poder bailar de la forma más expresiva del mundo, porque me encantaría que mis sentimientos no fueran solo míos.

Cuando escucho una de esas canciones que tienen la letra más conmovedora del mundo, siento ganas de bailar, me encantaría tener ese talento para representar la libertad, felicidad o tristeza que siento cuando la escucho, me encantaría que mi felicidad abrumara a los demás aunque sea egoísta.

Mientras la mayoría de personas comienza el día con una taza de café yo la comienzo con un té, sin hacer nada productivo pero pensando en cosas increíbles que hacer para pasar el día, hay días en los que no se qué hago en realidad pero igualmente me encantaría poder entenderme sin tantas dificultades.

Algunas veces pienso tanto que me doy cuenta de que no recuerdo muchas cosas sobre mi vida, por ejemplo, no recuerdo la última vez que desperté feliz por qué era navidad y me darían regalos.

Casi todas esas navidades la niña pequeña y callada que era en ese entonces hubiera querido hacer un berrinche por qué no había juguetes, pero recuerdo el sentimiento, no el de emoción, el de agradecimiento, por qué mi madre había hecho un esfuerzo y había podido al menos regalarme algo.

Lo que puedo decir que recuerdo casi a detalle son mis cumpleaños, recuerdo que cuando era pequeña podía irme a dormir un viernes y despertar el sábado con mi madre cantándome la canción de "feliz cumpleaños" (nunca he tenido un cumpleaños que coincidiera con día de clases) mientras me hacia el desayuno, esos días; solo ella, y mi padre que no vive con nosotras, me daban regalo, -por qué mis hermanos y hermana nunca lo hacían y dudo que lo hagan- aúnque en realidad casi siempre me hacia de comer lo que quisiera, por qué no recuerdo tener un juguete que haya sido regalo de cumpleaños, y cuando crecí, cambiaron las comidas por salidas al cine o comidas fuera, pero no había cosas materiales, y en realidad me gusta saber que en los días especiales mi madre me daba su tiempo como regalo, un tiempo feliz y bueno, aún sabiendo que es la única cosa que jamás recuperarás. Tiempo.

Los días en los que escribo algo como esto es por qué estoy extraña y extremadamente nostálgica y comienzo a pensar de más, son los días en los que por la mañana no tomó el celular y me olvidó del internet, dejo mi mirada fija en un punto de la habitación y estoy más despistada de lo normal, por eso mismo no pongo atención a lo que me dice mi madre y por ende termina molesta conmigo por no escucharla, pero son días pasajeros, al menos cien de los ciento cincuenta -porque esos cincuenta extras son consecutivos y tardan en irse-.

Mientras estoy sentada a la mesa del comedor pienso en lo que quiero ser, entonces me doy cuenta de que hay miles de cosas que me gustaría hacer en un futuro, pienso en lo que se necesita y la mayoría de mis conclusiones son sobre no tener los fondos o talento necesario para hacerlo, incluso si hay una parte gigante de mi que es optimista y egocéntrica diciendo que soy maravillosa y puedo lograr lo que quiera, la pequeña y diminuta parte contraria siempre es más fuerte, es como una bomba nuclear en mi mente y la parte optimista es una isla desprotegida.

De pronto, mientras estoy sumida en ese mar de pensamientos, me doy cuenta de que extraño esa vida, en la que me veo a mi en mi propia casa, llegando cansada del trabajo, con la única intención de sentarme en el sofá y ver televisión acompaña de una taza de chocolate caliente, pero es algo que no existe, es mi imaginación la que creo esas imagines, es el futuro que imploro tener algún día cuando logre cumplir mis metas, sin ninguna razón extraño esa vida, es como si extrañará un libro que yo misma escribí, y que se que es falso por qué no lo he vivido, aunque muchas veces he llegado a pensar que lo que extraño es mi vida pasada, aunque suene descabellado y loco, siento que es así, por eso el sentimiento de vacío que siento aún no desaparece.

La última cosa que recuerdo sobre mi infancia es la forma en la que lloraba en silencio en mi habitación, antes de eso habria discutido con mi madre por alguna tontería, de la que siempre tenía la culpa, pero no era así, nunca dije lo que pensaba, por eso todo lo que quise decir -y nunca dije- me destruía por dentro, lo sé, suena dramático para una niña de menos de diez años, pero así se sentía.

También recuerdo que algunas de esas peleas siempre terminaban conmigo guardando cosas en una maleta con la intención de irme de casa y desaparecer, era estúpido, lo sé, pero en ese entonces era la única alternativa de la niña pequeña que lloraba debajo de su cama por qué era como un gran refugio.

Una vida como la mía es tan buena como mala, aún hay cosas que odio sobre mi o mi vida en general, pero es que si no estuvieran probablemente mi vida no valdría la pena, y ahora que recopiló mis memorias y puedo entender que todo me ha hecho lo que soy ahora, incluso si he sufrido o si he sido la persona más feliz sobre la tierra, no importa, porque se quien soy ahora, y si vuelvo a perderme dentro de unos años, no importa, aún tengo mis recuerdos y todas esas cicatrices sanadas que me hacen saber que no estoy fuera del camino, solo lo estoy haciendo bien.

Cartas Que Nunca Entregué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora