Cuando lo vi probar el vodka, en cuanto el tequila me hizo efecto y lo vi inclinarse hacia mi, supe que pasaría.
Debo decir que los sueños que tuve sobre él besándome no se comparan a la realidad y que desearía que el efecto etílico de ese momento durará todo el día.
Fue como tener fuegos artificiales en el pecho, no quería alejarme y sus manos tomaron mi cintura como si fuera suya.
Debe ser increíble que un líquido se deshaga de tu auto control, claro que sí lo pienso más, solo nos quitó el miedo.
Y fue un placer escondernos ese momentito de todos los demás y dejarle hacerme lo mismo que hizo cuando soñé con él por enésima vez.
Él quería ir a casa pero la idea no era buena en ese momento.
Sus ojos subían y bajaban, de mis ojos a mis labios, de mis labios a mi pecho, y repitió ese proceso hasta que me cansé y volví a besarlo porque, ya estabamos ahí, por supuesto que iba a tomar la oportunidad.
Me cantó tan cerca del oído que el simple roce de su respiración me erizó la piel y me devolvió las ganas de tirarme sobre él.
Tuve sus labios en mi cuello y su recuerdo me emociona tanto que podría decir que aún lo siento. No hubo aviso, fue una cosa espontánea y fue la mejor decisión aceptar la invitación.
Me hizo reír como loca, bailo conmigo, y cuando al fin me tocó perdí la cabeza, porque era mejor sentir su piel contra la mia que escuchar sus bromas.
No me arrepiento de haberle sonreído como lo hice ni de tocarlo como lo hice, después de todo debo experimentar, volver a lo que deje y ser la chica que tiene mil mensajes sin responder.
Si mi whisky no hubiera caído al suelo podría haberle dicho que si, desaparecer en una de las habitaciones los dos solos y estar juntos hasta que mi celular no parará de sonar. Hubiera recibido un regaño con gusto a cambio de sus caricias.
Tomó mi mano de una manera tan tierna que podría haberla sostenido años y nada nunca habría sido igual.
Ya será otro viernes, no el siguiente, pero otro, y ahora no lo dudaré, tomaré el alcohol de un trago y dejaré el sabor en sus labios mientras me acaricia y de fondo la música hace sudar a todo el lugar.
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Cartas Que Nunca Entregué.
Short StorySiempre que siento demasiado o amo a alguien con demasiada fuerza, cuando algo duele de más, o me hace feliz para variar, siempre le escribo una carta.