Unió sus manos y tomó su cintura, bailaron, juntos, durante un buen rato, que parecieron segundos, los mismos en los que él no paró de mirar sus labios y ella no encontraba salida de esos ojos almendra que la estaban volviendo loca.
-Dime que ya no sientes nada, aún estando así. -Le dijo al detenerse.
No la soltó en ningún momento, miró sus ojos fijamente y sonrió con suficiencia.
-Dime que no sientes ganas de un beso, estando así de cerca.
Se acercó a ella rozando sus labios con los propios, provocando un sonrojo en ella y acelerando su corazón mientras cerraba los ojos.
-Dime que hice mal en alejarme cuando eso era lo que querías.
Abrió los ojos mirándolo al responder, sus ojos brillaban, tal vez por estar reprimiendo el llanto, o las ganas de besarlo.
-Acepta que fuiste tú quien me soltó primero. -Atacó ella.
Soltó su mano y se alejo de su toque, dando la vuelta, cuando él volvió a tomar su cintura, dejando su espalda en su pecho.
-Entonces dime qué fui un idiota, por alejarte, y ahora rogar que vuelvas.
Cerró los ojos, oliendo el aroma dulce de ella mientras le hablaba al oído.
-Entonces estoy loca -le miró girando su rostro. -. Estoy tan loca que volvería a tu lado siempre.
Se miraron, con la música de fondo y ella dando la vuelta lentamente, tomando su mano entrelazandola con la propia, tenia la mirada pérdida en la contraria y el corazón vuelto un caos.
-Tan loca como yo -Respondió sonriendo con ternura. -. Por ti, le rogaría al mundo entero.
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Cartas Que Nunca Entregué.
Short StorySiempre que siento demasiado o amo a alguien con demasiada fuerza, cuando algo duele de más, o me hace feliz para variar, siempre le escribo una carta.