Navidad.

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No es la fecha, es la gente.

Muchos estamos especialmente nostálgicos en estas fechas, puedes sentir que la felicidad debería salir de ti, pero simplemente no la sientes.

No culpo a diciembre, o el espíritu navideño ni el deseo de querer reinventarte año con año. Yo culpo directamente a la gente, porque la mayoría de ellos son felices, quienes no lo son, simplemente fingen, pero muchos no sabemos hacerlo.

Es el mes en que las noches parecen cortas y las tardes largas, porque no nos tocó vivir en aquellas familias que se dan mil regalos y cenan de maravilla mientras ríen a la mesa. Nos tocó sentarnos en la esquina y ver gente sonreír.

No me quejo de como vivo, a final de cuentas lo que importa es vivir, pero ver la luna cuando sientes el viento helado en el rostro te da cierto sentimiento de soledad, nostalgia y un poco de felicidad.

A mí me hace sentir que no todo es tan malo y que todo es horrible al mismo tiempo. Es ese sentimiento agridulce que te provoca una mañana muy temprano de un gran día pero en el que no descansaste, no lo sé, no soy buena analizando.

Pensar que, la mayoría de gente triste se va este mes, me hace creer que tal vez hay más dolor del que vemos, no solo en los medios o en tu entorno, si no oculto. Personas que sonrien pero no sabes que antes lloraron mil veces y maquillaron esas lágrimas con azúcar, para no amargarte las fiestas.

Es difícil entender que los sueños no se te cumplen soplandole a la luna en noche buena, pero aún así lo hago, esperando que un día sea mi turno, funcione y me toque ser una más de esas personas que pueden decir que son felices.

La navidad te pone pensativo, he pasado por tantas que podría tener un libro entero de como la navidad te arruina y te arregla la vida, pero no recuerdo la mayoría de esos años y espero no hacerlo, seguro muchas fueron tan malas como ésta, y prefiero no saberlo.

Ojalá todas esas personas que vieron el cielo al mismo tiempo que yo sean felices, así un pedazo de todo lo que siento puede tocarlos y darles una sonrisa aunque sea un segundo. Y ojalá le susurren a la luna lo que desean y sea su turno de ser escuchados y felices.

Feliz navidad, porque hay muchas, pero ninguna es igual nunca.

Cartas Que Nunca Entregué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora