Sin horario, así vivo.
La luna está en lo más alto del cielo y yo aún no puedo dormir, será tal vez que el insomnio ha regresado y quiere atormentarme.
La nostalgia esta noche solo dejó una nota, dice que le extraña y que quiere hacerle feliz, pero que es imposible volverle a mirar a los ojos.
Concuerdo con ella, es imposible, porque ninguno hará el intento, por más que nos necesitemos, no vamos a presionar el botón, no visitara mi casa en la madrugada ni yo la suya en la mañana.
Dice mi corazón que está muy solo, que necesita a alguien, y entonces mi mente se enfada y dice que miente, qué solos estamos mejor, pero ninguno sabe quién tiene la razón, porque ambos tienen argumentos buenos.
El café no funciona para darme energía, podría tomar mil tazas pero ninguno podrá ayudar. El chocolate me ayuda a dormir, a veces duerme su recuerdo, pero esta noche parece que no acabara nunca.
Tengo hambre, hambre de cariño, que ya quisiera yo que se quitase cenando, pero no será así. No hay comida que llene el vacío que tengo, creo que ni el alcohol podría con eso.
Tengo la boca seca, tal vez porque extraño sus besos o porque no he bebido nada, quiero estar sobria y en mis cabales la próxima vez que vea sus fotos, así tal vez no quiera correr a sus brazos, mucho menos llamarle.
He conocido gente, personas buenas, que son buenas conmigo también, pero a todas les falta algo, lo que le sobra puede ser. Por eso ninguna me mantiene tranquila, ni tampoco me emocionan de la misma manera.
Dicen mis pulmones que pueden sin su presencia, y no mienten, pero por alguna razón recuerdan nuestras vivencias y se detienen por momentos, ojalá recordarán todo de golpe y así doleria menos.
Mis ojos no brillan igual, se que nadie provoca lo mismo que nadie, pero ojalá lo que me provocaba hubiese sido eterno, o al menos hubiese durado más de un segundo, tal vez dos.
Si mi sufrimiento duró tanto por tan poco, ¿Acaso si hubiéramos pasado más tiempo unidos sufriría menos? Porque me hubiese encantado, aunque tal vez me hubiera importado menos.
Ya no se que digo, mucho menos lo que escribo, ya no pienso, solo muevo las manos y la voz en mi cabeza dice cosas que olvido rápido, ojalá así le pudiera olvidar.
Sueño con tenerle, ya no como antes, sino como la fantasía que siempre tuve, esa que duraba ocho horas y me hacía sonreír, por la tristeza de amarnos y que jamás podría ser.
Intentaré dormir, sin pensarle, porque entonces será imposible descansar, pero ojalá yo esté en su mente, ojala me sueñe, porque así al menos no me olvida, atesora mi recuerdo o le atormenta.
Que haga lo que quiera con nuestras memorias, para mí son las mejores, lo que fue y ame, lo que fue y amaré, lo que no fue y no tuve, pero que siempre desearé.
Tal vez haya rastros de cada uno de nosotros perdidos en nuestro corazón, si es asi, ojala sepa destruirlos, o tal vez desee guardarlos, yo hare lo que pueda por deshacerme de ellos sin olvidar lo que no me hacía daño. Eso no incluye sus caricias, que ahora arden como el infierno cada vez que las recuerdo.
ESTÁS LEYENDO
Cartas Que Nunca Entregué.
Short StorySiempre que siento demasiado o amo a alguien con demasiada fuerza, cuando algo duele de más, o me hace feliz para variar, siempre le escribo una carta.