Cansado de todo lo que te rodea, harto de la monotonía, con miles de ideas que parecen estar encerradas en una jaula que luce como una de cristal, porque te permite ver pero no atravesarlo sin hacerte daño, y ese es el problema, tienes miedo de dañarte.
Dices que quieres salir y vivir, dices que quieres ser una persona diferente, alguien mejor, pero no haces nada por cumplirlo, te sumes en tu aburrimiento diciendo que no tienes nada que hacer cuando en realidad puedes hacer mil cosas pero no quieres, lo que es diferente.
Ves personas superándose, cambiando y mejorando, pero te ves atrapado en tu poco alcance, el que tú mismo limitas con tus miedos e inseguridades.
No te das cuenta de tu incongruencia hasta que es casi demasiado tarde, cuando ciertas cosas son imposibles, o al menos lo parecen, y solo tienes dos opciones, arriesgarte o arrepentirte, y casi todos se arrepienten, cuando la mayoría de las personas lo hacen deberías ser tú la que se arriesga, la que juegue para ganar.
Debes ser la persona que imaginas, pero, como siempre, decides no hacerlo, escondiendo tu cobardía en la frase "no era posible" entonces la culpa es toda tuya pero no lo entiendes a tiempo.
El tiempo pasa y sigues sin superarte, sin ser completamente feliz, creyendo que el destino no quería lo mismo que tú para tu futuro, pero nunca es así, el destino lo escribes tú, tus posibilidades no son prescritas, tú haces todo lo que hay en tu historia, el cuento es tuyo y tú decides lo que va a pasar, está claro que no haces las consecuencias, pero eso es lo interesante, que tomes la decisión, que nada es predecible.
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Un mini relato sobre cómo te rindes...
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Cartas Que Nunca Entregué.
Short StorySiempre que siento demasiado o amo a alguien con demasiada fuerza, cuando algo duele de más, o me hace feliz para variar, siempre le escribo una carta.