Piezas.

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A lo largo de mi vida le he dado pedacitos de mi a cada persona que ha recorrido mi alma y mi cuerpo.

A ella le di mi primer suspiro de amor, la primera mirada bonita y el primer dolor de mi corazón rompiéndose.

Hicimos muchas cosas y todas fueron lindas, pero sentí que moría cuando sus palabras cortaron mi corazón, dolió, sangré durante semanas, pero me enseñó lo bonito que era una pareja amorosa que se iba para no hacer daño.

A ella la heri, porque llegó cuando yo no sabía amar, cuando estaba herida y con el alma confundida. Sus celos no tenían fundamento para mí, pero yo sé que su corazón dolió tanto que terminar nos destruyó un poco a las dos.

La siguiente fue peor, porque destrozó mi mente, me hizo vengativa, me llevó al borde de un abismo en el que yo misma me lance llevándola conmigo, la heri, fui infiel cuando ella lo fue y en definitiva rompió la cordura que mi mente tanto le había costado conseguir.

Él simplemente llegó para que la dejara ir, me hizo creer que éramos almas gemelas y desapareció como hacen los fantasmas, en segundos. Dejó mi mente confundida y el amor que yo sentía por él fue haciendo agujeros en mi ser y por eso tuve que llenarlos con alcohol, sus mentiras fueron tan dolorosas como dulces, porque quise creerle, me permití herirme.

Después de él vino alguien que no debió llegar jamás, creímos que podíamos tener algo indoloro, algo bonito, donde él cuidaba de mi y yo de él, pero era demasiado dulce y yo estaba rota, terminé por romperlo, cuando lo dejé rogó por saber que era lo que había hecho mal, pero yo simplemente no podía amarlo más, me dolió, pero era algo que debía hacer si queria proteger sus sentimientos de ser destrozados en unos meses como habían hecho conmigo.

Luego lo conocí a él, el sueño de mi vida, un hombre que me cuidaba y con quién conectaba, pero el miedo a perderlo me hizo ponerlo entre la espada y la pared, viendo como tiempo después llegó alguien más, alguien que me enseñó lo importante que era darme mi lugar y no perdonar que rompan mis límites, me enseñó a amarme a mi misma y ponerme como prioridad, ser independiente y me enseñó el daño que hace confiar tanto en alguien que te quita la identidad.

Destrozó parte de mi vida, vida que aún intento construir con mejores cimientos.

Él nunca se fue, se quedó, porque a pesar de las flores no correspondidas y que era incapaz de amarlo por amar a otra persona, nunca me dejó sola.

Esta ahí, siempre, en mi espalda, recordándome que soy arte y que para él no soy solo un físico, soy la chica con la que conectó su alma aún después de que ambos tuviéramos relaciones con distintas personas.

Esta para mi en cada lágrima y yo estoy ahí cada vez que su sangre se oscurece y quiere gritar por el enojo.

Aún cuando yo no fui su pareja, él siempre me cuida, no me ama, o al menos no lo creo, pero nunca nos perdemos.

Aún con el amor de alguien más en mi vida pasé horas en llamada por las noches con él, nos quedabamos hablando de lo que fuera y jamás perdimos el contacto. De no ser por esa conexión tal vez aún creería que no hay nadie en este mundo que valga la pena para permitirle dañarme el corazón y partir sin reproches.

Tal vez no sea amor, pero él y yo sabemos que jamás nos soltaremos, ese veinte de septiembre de dos mil veintidós nunca lo olvidaré, porque esas flores eran una despedida, una que me liberaba de él para vivir un amor que no duraría.

Pero volvió, él volvió, diciendo que jamás había estado así por nadie y que eso no era propio de su ser, jamás le rogaría a nadie, pero lo hizo por mi, y yo sé que aunque lo intente y me enamore a él jamás podré superarlo.

Nuestras iniciales nos conectan, el zodiaco sabe que somos compatibles y las platicas solo nos unen más.

Un día, yo lo sé, sabremos que hacer con lo que sentimos. Estoy segura.

Cartas Que Nunca Entregué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora