Las veces que has estado conmigo me he sentido como en un intento de obra de teatro, todo tan planeado, todo tan esperado y simplemente es raro.
No me mal entiendas, amo verte, de la misma manera que amo mi canción favorita o escribirte cartas que jamás leerás.
Pero he llegado a un punto confuso de mi vida en donde ya no se si soy yo o es todo a mi alrededor lo que hace que me sienta como lo hago en este momento.
Si debo confesar algo es que, aún estando enamorada durante mucho tiempo, mi corazón siempre tuvo un espacio para ti, y no era un lugar pequeño, realmente podría decir que la mayoría era tuyo y el resto era simplemente un consuelo para no sentirme vacía sin ti.
Ver mensajes tuyos en mi celular me emocionaba, si, pero ahora solo reviso este aparato con la esperanza de que sean mensajes tuyos y, aunque no lo son, nunca me desánimo.
Creí que lo tenía controlado, debo decirlo, durante mucho tiempo fuiste solo una persona ocasional en mi vida, una persona que podía ir y venir y eso jamás me afectaría.
Eso era antes, ahora no sé cómo deshacerme de la necesidad de verte, de escuchar tu voz o mensajear contigo, es simplemente imposible para mí no querer que estés aquí, con esos comentarios subidos de tono y tus manos en mi cuerpo.
Y he de decirte que crees que soy quien se aburrirá y se irá, eso a ti tal vez te de lo mismo pero, ¿A mi? Dios, vivo con el temor de que te aburras o creas que soy muy poco para ti, y eso va a dolerme, porque una vez más me encuentro rendida a tus pies, sin manera de decirte que no y con ganas de estar en tu cama otra vez.
Tu espacio, tan tuyo como yo, y aún así me permitiste estar ahí, no se tu, pero si un día llegas a estar en mi cama, tu olor nunca dejaría mi almohada, estoy segura que buscaría una manera de tenerte ahí para siempre, de hacerte tan feliz en mi lugar que jamás quisieras irte. Yo daría lo que fuera por no salir de tu cama jamás.
Y dime si exagero, pero dudo que sea así, yo sé que notas la manera en la que busco tus labios cada vez que te me acercas, la forma confusa en la que te miro porque me siento inexperta a tu lado. Se que has visto mi sonrisa tonta y nerviosa cada vez que te tengo enfrente, o la manera en la que me tiemblan las piernas cuando tus manos están en mi cintura.
Estoy mal, si, necesitada tal vez, porque ahora solo pienso en ti, y es malo, porque tú y yo no somos nada y aún así la idea de tenerte me hace tan feliz que quisiera ser capaz de ello, de tenerte.
Si un día fueras tan mío de la misma manera en que fui tuya, créeme, no habrá tiempo para nada más que jadeos, caricias y suspiros.
No se qué tonterías digo, a altas horas de la noche, a medio día, en medio de una clase y en cada comida; los flashbacks de tu piel contra la mia, de tus labios en mi cuello o tus manos en lugares que me sonroja mencionar, no me dejan en paz, me persiguen a donde sea, me hacen sonreír como tonta y causan en la gente miradas de confusión. Nadie sabe que pienso en ti de esa manera, y me tranquiliza, o todos dirían que estoy enamorada.
No quiero enamorarme de ti, nunca, se que dolería porque no somos nada, no me quieres para eso y ciertamente no te quiero de esa manera en mi vida. No es por falta de cariño, es por falta de valor, quieres cosas en tu vida a las que yo aún les tengo miedo.
Pero aún con todo eso, con el miedo, la vergüenza y la calidez que causas en mi, deseo pasar cada mañana de cada día libre contigo, claro, sin compromiso si eso prefieres.
Tus besos valen el riesgo de no saber en qué me estoy metiendo.
Tu boca, tan dulce como el recuerdo de ella en mi cabeza y el olor de tu cuello, de todo tu cuerpo, ay dios, no hay nada que me vuelva más loca que recordar tu olor, todo mientras jadeabas en mi cuello y yo me aferraba a tu espalda.
Te he tocado y sé perfecto que, de poder ir al cielo, ni de cerca se sentiría igual. Y se que en el infierno me tendrían envidia, porque ni el paraiso podría causar en mi la misma felicidad que me hacías sentir tu con esa sonrisa tan tonta que a mí me volvía loca.
Ahora sí exagero, soy romántica, digo todo lo que siento, porque lo vales, y así probablemente un poco de todo lo que siento por ti desaparezca, tal vez así mi corazón drene lo que siente por ti y deje de acelerarse con una notificación tuya.
Si no es así y en la mañana mi instinto me lleva a buscarte, solo me quedara rogar a ese dios en el que nunca he creído para que me libere de lo que provocas, porque debería ser un pecado pensar en ti de la manera en que lo hago.
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Cartas Que Nunca Entregué.
Short StorySiempre que siento demasiado o amo a alguien con demasiada fuerza, cuando algo duele de más, o me hace feliz para variar, siempre le escribo una carta.