Nunca había sido tan feliz en mi vida entera. Siempre sentía que me faltaba algo, que no había forma de arreglar lo que sea que estaba mal conmigo, y lo único que podía hacer era seguir adelante, por muy tortuoso que fuera.
Lloraba de felicidad por saber que todas las noches que pasé deseando morirme, que las cosas cambiaran y yo dejara de ser tan miserable, se habían terminado. Namjoon me amaba, yo mismo me amaba como nunca me amé en toda la vida, y las cosas marchaban a la perfección, sin contratiempo alguno.
Después de veinticinco años esperando que las nubes grises se fueran de mi vida para dar paso al sol, estaba asombrado de la tranquilidad que me invadía el corazón. Todo estaba en un equilibrio tan perfecto que parecía irreal.
Miraba atrás y me asombraba de la capacidad que yo tenía para no dejarme caer, aunque me estuviera arrastrando y deseando que todo acabara. Había soportado demasiado como para impedirme ser feliz, ahora que una esperanza que creía perdida se hacía realidad.
El equilibrio que había anhelado en mi vida había dejado de ser un sueño para convertirse en una realidad, como si la pieza que faltaba finalmente había sido puesta en su lugar. La cuerda floja en que la que caminaba encima de un vacío infinito había dado paso a un hermoso valle lleno de vida, y a un cielo azul, que había reemplazado a las nubes grises que opacaban el sol.
Aunque nuestras agendas eran muy apretadas y habían épocas en las que casi nunca coincidíamos, Namjoon y yo nos hacíamos pequeños regalos muy seguido.
Era complicado no poder verlo ni un fin de semana por su trabajo, y aunque tenía en quién apoyarme cuando él no podía, extrañaba sus caricias, sus besos, su sonrisa y su voz; era frustrante querer estar con él y solo poder tenerlo cerca cuando me iba a dormir.
Era él quien llegaba tarde más frecuente, y había días en los que ni siquiera le provocaba cenar, estaba tan cansado que lo único para lo que tenía energías era darse un baño antes de irse a dormir.
Todas las noches, Namjoon intentaba darme algo de amor, así fuera abrazándome, agarrando mi mano o dejando algún contacto con mi cuerpo. A veces, yo le dejaba una plantita en el comedor, unos chocolates, pequeños papeles con un “te amo” o con cosas que me gustaban de él, el desayuno antes de irme o la cena para cuando él llegara. Eran pequeños detalles que mantenían la cercanía entre nosotros, a pesar de estar lejos la mayoría del tiempo.
Y a pesar de lo bien que estábamos, me era difícil no pensar en que Hoseok debió de haber estado en una situación peor a la mía. Aún siendo su alma gemela, no pudo soportar el nivel de vida tan complicado de Namjoon, y la suma de la depresión por la que él estaba atravesando y la falta de tiempo y energía no daban un buen resultado.
Sabía que Namjoon la estaba pasando muy mal, había escuchado todos los intentos que hacía para que su amor siguiera ardiendo, y lo mucho que le dolió darse cuenta de no pudo evitar la tempestad que cayó sobre la diminuta flama que había en su corazón roto.
Tal vez yo había soportado estar a su lado durante todo este tiempo porque me había acostumbrado a que mis propias expectativas me destrocen. Yo había sido un idiota por dejar que me usara a su antojo y hacer a un lado mis propias necesidades afectivas porque quería convencerme de que las cosas estaban bien.
Aun cuando todo lo que quería me había sido entregado, no pude haberle dicho todo lo que me había herido en el pasado. No podía hacerlo responsable de algo que mayormente fue mi culpa, que yo le permitiera destruirme no era responsabilidad de nadie más que yo. Por eso me esforzaba más en olvidarlo todo y hacerme cargo de ese problema por mi cuenta, no quería causar más dificultades.
Era tan hermoso y magnífico estar a su lado, aún cuando solo éramos amigos, que mi amor por él se sostuvo durante mucho tiempo. Y aunque él no era una mala persona, nunca me consideró nada serio, porque yo mismo me había decidido en no ser la persona indicada para andar en una relación, y eso sí era culpa mía. Haber fingido que no me dolía cuando me reemplazaba por alguien más, hacer como si nada e ignorar mis sentimientos era mi responsabilidad.
Estaba agradecido de haberme derrumbado aquel día frente a sus ojos, de haberme quitado la máscara del tipo que no necesitaba ningún compromiso y solo estaba para las demás personas, pero nunca para sus propias necesidades.
Cuando se rompió, quedó el hombre atemorizado y roto que yo era, el que nunca se preocupaba por sí mismo, tan frágil y necesitado de amor que cualquier persona que me diera el mínimo iba a ser venerada por mi mediocridad.
Él me acogió con todo, defectos y virtudes, dolor y necesidades insatisfechas. Me sorprendió que las cosas dieran un giro bastante positivo, y que la mejor etapa de mi vida la estaba pasando con la primera persona de la que me enamoré.
Todo eso me llevó a tomar la decisión de enterrar el pasado, dejarlo atrás y seguir adelante; no había necesidad de abrir las viejas heridas que ya habían cicatrizado, porque, sin yo habérselo pedido, Namjoon había comprendido que me hizo daño, que él mismo se negó a quererme por sus inseguridades.
Aunque nunca hubiéramos hablado de nada de eso, era como si la conexión que había entre los dos nos permitiera ser conscientes de lo que el otro necesitaba y no decía.
Fue fácil darme cuenta de que Namjoon necesitaba alguien en quién apoyarse, con solo unos días pude ver lo solitaria que era su vida, lo mucho que se estaba hundiendo y el vacío que tenía en el corazón.
Las únicas veces en las que realmente sabía lo que le pasaba y oía de su propia boca toda la mierda con la que luchaba, era cuando se emborrachaba. Namjoon no era de las personas que hablan con alguien cuando tienen un problema, él actúa diferente, como si algo se hubiera apagado dentro de él.
De tanto tiempo juntos me era fácil reconocer sus bajones, casi inmediatamente notaba el cambio en su comportamiento. Cuando se emborrachaba no reía, ni se mostraba coqueto y mucho menos cariñoso, como lo haría si estuviera bien.
Cuando Namjoon se emborrachaba se ponía agresivo, se encerraba para llorar y me ignoraba. Una persona ajena pensaría que él estaba enojado conmigo, que yo le incomodaba, o que él estaba mostrando la verdadera forma en que se sentía conmigo.
Pero solo estaba enojado consigo mismo, se odiaba profundamente, y no podía ver más allá de sus narices. A pesar de eso, se abrazaba a mí cuando nos íbamos a dormir, y continuaba su llanto en mi pecho.
Incluso varios meses después de que nos hicimos novios, aunque nada había cambiado porque desde hace tiempo venían las muestras de afecto y una mayor unión entre ambos, él me pidió perdón. Yo no saqué el tema ni le insinué nada para darle pie de pedirme perdón, pero lo hizo, a pesar de que yo estaba muy feliz y sonriente todo el tiempo.
—Lo siento —susurró en medio de un silencio incómodo que se hizo en la sala, mientras hablábamos tranquilamente.
—¿Por qué? —contesté inseguro, sin tener idea de a qué se refería, pensando que había hecho algo malo de lo que yo aún no me enteraba.
—Por todo.
En aquel momento decidí de dejar de recostar mi cabeza en su hombro para mirarlo a los ojos. Me di cuenta de que sus manos estaban hechas puños, su expresión era bastante seria, y sus ojos hacían todo lo posible para devolverme la mirada mientras volvía a hablar.
—Por haberte hecho daño tantas veces, por ser un idiota y no darte lo que te mereces. Solo… quiero empezar las cosas bien. No quiero que te vuelvas a sentir mal por culpa mía, no quiero generarte más dolor. Ni siquiera sé si tengo el derecho de ser tu novio después de todo lo que te he hecho… Pero, aun así, voy a esforzarme y a hacer todo lo posible para que esto funcione.
En un principio no dije nada, me quedé mirando sus ojos, que reflejaban aquella dureza con que decía sus palabras. Un suspiro pesado salió de sus labios, y antes de que abriera la boca para decirle lo que tenía en mente, habló nuevamente.
—No sé cómo ni porqué te quedaste a mi lado después de tanta mierda que he hecho…, pero cargaré con la responsabilidad hasta que pueda borrarlo todo y te haga feliz. Lo prometo.
Me di un tiempo para procesar aquel golpe de información, incluso tardé varios segundos manteniendo la boca cerrada y la mirada perdida en sus ojos.
Solo hablé cuando me di cuenta de lo tortuoso que era para él y la culpa que cargaba sobre sus hombros; lo único que yo podía hacer para ayudarlo era romper el silencio, hacerle saber que había decidido seguir adelante y dejar atrás todo ese sufrimiento.
—Está bien. Te perdono. —Decidí abrazarlo, no solo porque sus ojos se llenaron de lágrimas, sino porque necesitaba que la tensión se fuera, quería verlo feliz, no que estuviera deprimido culpándose por el pasado, aun si ese pasado me había provocado bastante dolor.
—Lo haré de la mejor manera —afirmó, intentando aparentar que estaba seguro de sí mismo, pero su voz tembló un poco, al igual que su confianza en sí mismo.
—Solo seamos felices, ¿está bien? Aprecio que asumas la responsabilidad, es algo muy valioso para mí. Pero me quedo contigo porque te amo, sin importar cuánto haya dolido, ahora tengo lo que tanto quería, y estoy bien, estoy feliz contigo en este momento. También quiero que tú seas feliz conmigo.
—Yo también te amo —su temblorosa voz fue el único aviso de que iba a llorar, y tan pronto como terminó la frase, empezó a sollozar—. Soy feliz, pero me siento culpable… ¿Cuántas veces has llorado por culpa mía? Siento que estoy tomando algo que no merezco.
—Dijiste que ibas a hacer las cosas bien, ¿no es así? Culparte no te servirá de nada, esforzarte por mejorar, sí. Además, no ha sido solo culpa tuya, yo también me aferré demasiado a nuestra amistad y dejé que hicieras lo que quisiste conmigo.
—Lo siento —sollozó.
—Te perdono.
No supe cuánto tiempo me quedé abrazando aquel cuerpo tan hermoso. Su corazón frágil y necesitado de amor me pedía que no lo soltara, y yo como fiel enamorado no hice oídos sordos a aquella petición.
¿El tiempo se congeló o se hizo más lento mientras consolaba a mi pareja? Yo solo estaba concentrado en Namjoon, no había nada más que pudiera robar mi atención cuando él estaba llorando de esa manera.
No sabía bien qué era el sentimiento de bienestar y tranquilidad que había en mi pecho mientras él se partía en pedazos en mis brazos. Debería sentirme mal por verlo sufrir, pero en lugar de eso, estaba bien; y comprendí que no me hacía feliz el simple hecho de verlo sufrir, lo que me hacía feliz era que él hubiera admitido haberme hecho daño, y se arrepentía de eso.
Namjoon se arrepentía porque me amaba, me quería hacer feliz. Y no era algo malo verlo llorar, era muy normal, teniendo en cuenta todo lo que me había hecho, y el paso de toda esa mierda a lo que ahora teníamos necesariamente implicaba que él se hiciera responsable de sus acciones.
Pero yo ni siquiera le dije qué sentía en aquel momento, y tampoco había necesidad de decirle cómo me había hecho sentir en el pasado; él ya tenía suficiente con todo lo que le decía su cabeza.
Cuando el llanto pasó, nos fuimos a la cama. Aunque no era muy de noche, Namjoon tenía los ojos rojos, el cabello despeinado, y lo último que quería hacer era mantenerse más tiempo despierto.
Yo me dediqué a abrazarlo mientras intentaba dormir, pero terminé haciéndole mimos. Y alcanzó a dormir alrededor de tres horas cuando su celular empezó a sonar. En un principio ni siquiera lo miró, simplemente silenció las notificaciones y volvió a acomodarse en mi pecho.
Después, el celular empezó a vibrar y también lo ignoró. No fue hasta que el teléfono de la mansión sonó que finalmente se levantó y llamó desde su celular a quien sea que estuviera perturbando su sueño.
—¿Sucede algo, Soyeon? —su voz sonaba más irritada que preocupada mientras le respondía a su insistente hermana.
Era normal que ella lo llamara de vez en cuando para saber cómo estaba y mantener el vínculo que los unía, pero tanta insistencia era algo raro. También iban a almorzar o a comer a veces, pero era la primera vez que yo escuchaba algo de ella en más de diez años.
Namjoon se sentó en la cama y se frotó los ojos. Para no hacerlo sentir incómodo, agarré mi celular y miré la hora, 8:35 de la noche. Acto seguido, me dediqué a mirar cualquier cosa con tal de no fijar la mirada en el moreno, que parecía molesto.
Se quedó un rato en silencio con el celular a la mano, lanzó un suspiro pesado —señal de que estaba angustiado—, y largos segundos después respondió, aunque yo no presté atención a sus palabras, me quedé divagando en mi mente.
Al acordarme de ella, también se me vinieron a la cabeza todas las cosas que había visto en internet sobre ese par. No había querido indagar mucho, pero la gente hablaba mucho de cómo iba Namjoon a la corte con su hermana, con fotos y vídeos, aparentemente en las horas en las que se ausentaba de casa o se suponía que debía estar trabajando.
En un principio creí que sus escapadas eran para verse con alguien, una persona que le brindara el tiempo y la diversión que yo por el trabajo no podía darle. Incluso creí que esa persona era la mujer con la que siempre se le veía, aunque no me acordaba de que ella era su hermana.
Sin embargo, creí que podía estar pasando las noches con alguien más cuando me despertaba muy tarde por las noches y no lo encontraba a mi lado, a veces me despertaba por el frío, como si mi cuerpo advirtiera que no estaba recibiendo el calor que debería, y que algo no estaba bien.
Intentaba esperarlo, hacía todo mi esfuerzo para estar despierto cuando Namjoon llegara, pero solo fueron un par de veces las que pude encontrarlo entrando en la habitación.
Era como si mi cuerpo advirtiera su ausencia tan pronto como él se iba, y el vacío y la soledad me hacían despertar. Y, aun así, yo no le preguntaba nada. Estaba en una situación en la que no quería tener más preocupaciones aparte del trabajo, confiaba plenamente en que él me lo diría cuando estuviera listo, incluso si era algo que iba a doler.
Decidí dejar que las cosas fluyeran y no estresarme mucho por aquella extraña situación, porque siempre que Namjoon tenía tiempo para estar conmigo, estaba tranquilo y feliz, como si todas sus preocupaciones se disiparan por un momento.
La mayoría del tiempo lo veía con el ceño fruncido, angustiado y preocupado, como si hubiera algo que lo mantenía acorralado todo el tiempo. Intentaba hacerle saber que podía confiar en mí para decirme sus problemas, pero nunca me hacía caso.
—Namjoon… —lo llamé, después de un rato viendo cómo se quedaba absorto en sus pensamientos mientras miraba el suelo con una mirada perdida y preocupada, y no respondió.
Aquella fue una de las ocasiones en la que me atreví a intentar sacarle algo de información por sus preocupaciones. Ambos estábamos ocupados y estresados, aunque era fácil saber que él podía estar teniendo una carga el doble de pesada que la mía—. Namjoon —hablé más fuerte, en un nuevo intento por sacarlo de su propia cabeza, que salió exitoso.
—¿Qué pasa? —relajó su expresión, y me dedicó una sonrisa avergonzada.
—Tú sabes que puedes decirme cualquier cosa por la que estés pasando, si necesitas hablar con alguien aquí voy a estar, ¿está bien? —Le sonreí, con la intención de convencerlo para que me hablara de algo más que de temas triviales.
—Sí, está bien, no te preocupes. —Se levantó, y se fue a la segunda planta.
Suspiré, frustrado. En lugar de haberle brindado un espacio apto para que se desahogara, terminé alejándolo de mí. Empecé a preocuparme, a pensar que había hecho algo mal que tenía que corregir de inmediato, que necesitaba seguir a Namjoon y pedirle perdón.
Pero, una voz en mi interior dijo “no hiciste nada malo”, y todos esos pensamientos de mierda se fueron. Y tenía razón, si él quería espacio, yo no tenía por qué negárselo.
Mi mente se perdió en el vacío por varios segundos, y dejé de prestar atención a lo que hablaba Namjoon con su hermana, hasta que escuché algo que me obligó a escuchar:
—Perdón, se me había olvidado. Ya voy para allá. ¿Te molesta si llevo a un… amigo? Es que…, no estoy en disposición de manejar… Sí, anoche me emborraché, es por eso —aquello era mentira. Le dirigí una mirada curiosa, y él únicamente se encogió de hombros y señaló su cabeza mientras hacía expresión de dolor. Colgó la llamada.
—¿Podrías acompañarme a ir por mi hermana al aeropuerto? Me pidió el favor, y… no creo poder manejar así, mi cabeza está hecha mierda. —Sin añadir nada más, asentí.
—Así que soy solamente tu amigo… ¿Qué pasó con lo de que seamos novios? —bromeé mientras lo veía desvestirse.
—Tú sabes que no puedo decirle simplemente: “Ah, ¿recuerdas al amigo con el que me besaba y que me la mamaba hace diez años? Sí, ahora es mi novio”. —Escuchar su risa era un alivio para mí, tanto, que me causó una sonrisa.
Pensar en su hermana me hacía dar un gran calor en todo el cuerpo, debido a la vergüenza que aún me provocaban los recuerdos de hacía diez años. Recordar su rostro enrojecido durante las múltiples veces que nos encontró haciendo algo más que darnos simples besos en los labios, y ver su rostro de nuevo me generaba una gran incomodidad.
Pero no podía negarme, teniendo en cuenta que Namjoon me lo había pedido, y tampoco había forma de excusarme de alguna manera. Estaba en un callejón sin salida, y lo único que podía hacer era ir con él.
Fui yo quien tomó el volante, y fijarme en la carretera y escuchar música era lo único que me distraía de pensar en cómo iría a reaccionar So-yeon después de tanto tiempo sin ver mi rostro, si se acordaría de mí, si me iría a despreciar por seguir al lado de su hermano…
Namjoon ni siquiera intentaba mantener una conversación, todo lo que hacía era agarrar la mano que se suponía que debería estar en la palanca de cambios mientras miraba por la ventana.
Apenas se había disipado el enrojecimiento de sus ojos, y parecía que estaba bien, aunque solo era por fuera, porque muy probablemente estuviera pensando en lo mismo de horas atrás. No me preocupaba demasiado verlo alejado y deprimido, y no podía darle mi atención todo el tiempo.
No me sorprendía su actitud, era algo que muchas veces había visto cuando se concentraba en reflexionar sobre sí mismo. Debido a eso, todo el camino estuvo ausente de nuestras voces, no había nada que decir, y ninguno mostraba interés por entablar una conversación. Era mucho más cómodo el silencio en aquella ocasión que esforzarnos por mantener una plática que nadie quería realmente.
Cuando llegamos al aeropuerto y nos bajamos del auto, Namjoon no volvió a agarrar mi mano, se puso unas gafas de sol y un tapabocas negro para evitar ser reconocido y armar un escándalo.
Caminamos un par de minutos en un incómodo silencio antes de quedarnos parados mientras Namjoon buscaba con la mirada a Soyeon y sus hijos, y después de unos segundos, los encontró sentados en unas sillas negras contra la pared.
Los niños estaban hablando mientras tenían un osito de peluche sentado entre dos de ellos, y la hermana del más alto estaba mirando su celular con cara de angustia, hasta que levantó la mirada y entrecerró los ojos cuando su mirada se fijó en el de cabellos naranja.
Namjoon empezó a caminar, y yo me quedé atrás por varios segundos, intentando mantener una distancia prudente. Al llegar a su lado, evité a toda costa hacer contacto visual con la castaña, aunque podía sentir su mirada sobre mí, lo que me generaba una horrible sensación.
Mientras que los niños felizmente saludaron al moreno, a mí me miraron con intriga, y por fortuna, me ignoraron, al igual que su madre.
—Namjoon, ¿cómo has estado? Hace mucho que no nos vemos —habló su hermana con voz alegre. Cuando la miré de reojo, noté que tenía una sonrisa forzada en los labios.
—He estado bien, aunque últimamente he tenido mucho trabajo, pero eso ya lo sabes. ¿Qué hay de ti? —respondió con indiferencia.
—Estoy renovada gracias a las vacaciones que tomamos, los niños también se divirtieron mucho. Muchas gracias, no sé cómo pagártelo…, porque bien sabes que no tengo cómo.
—No es nada, descuida. Es un regalo para los cuatro. —Le sonrió.
—¡Incluso nos metimos al mar! —comentó la niña de cuyo nombre no tenía la menor idea.
—Ah, por cierto, él es Yoongi. —Hice una venia en forma de saludo, cosa que ella imitó, y cuando me atreví a mirarla a los ojos finalmente, descubrí que me estaba mirando con mucho repudio.
—Un gusto —respondí en voz baja con indiferencia.
—Igualmente. —La mujer me sonrió falsamente.
Se hizo un silencio incómodo, tanto, que bajé la mirada y me dediqué a mirar cualquier cosa en mi celular para evitar encontrarme con los ojos de alguna de las cinco personas que estaban conmigo. Namjoon carraspeó para romper el silencio y hablar.
—¿Cenaron ya, o quieren comer algo?
—No, gracias, por ahora los niños necesitan descansar.
—Vámonos entonces. —Esa frase bastó para que nos fuéramos al parqueadero en silencio, nadie tenía energías para decir nada, y la tensión que había en el ambiente no desaparecía.
Metimos las maletas en la maleta de la camioneta y nos subimos, aunque esta vez fue Namjoon quien se encargó de manejar y mantuvo una mano en mi muslo durante todo el camino.
Yo me quería morir de la vergüenza en ese tortuoso trayecto que no terminaba, intentaba mover la pierna o fulminarlo con la mirada en un semáforo, pero nada daba resultado.
Probablemente él quería molestar a su hermana con aquella acción, mientras yo deseaba no estar ahí para no presenciar aquella incomodidad tan horrible. Ni siquiera quería fijarme en qué cara estaría haciendo, suficiente tenía con la asfixia que me provocaba estar en esa situación.
No comprendí por qué no paramos en ninguna parte para dejar a los cuatro en su propia casa, me preguntaba el motivo de llevarlos a dormir a la nuestra. Sin embargo, no dije nada y me guardé las preguntas.
Cuando dejamos todas las cosas en la mansión vi que Namjoon se dirigía a las escaleras, y me quedé congelado en la sala mientras me debatía entre seguirlo o no. Los niños se habían ido a su habitación junto con su madre, dejándome solo con Namjoon.
—¿No vas a venir conmigo? —me preguntó el moreno, y empecé a seguirlo.
—Eh…, sí. —Namjoon agarró mi mano, entrelazó nuestros dedos. En el pasillo, una puerta se abrió, y So-yeon apareció. Su ceño se frunció, sus ojos se abrieron de par en par, y rápidamente cerró la puerta a sus espaldas.
—Creí que habías madurado y superado esa etapa cuando te hiciste novio de Eun-ji, pero veo que lastimosamente me he equivocado —su voz estaba marcada por el desprecio, el asco y el repudio.
Lo único que yo quería era encerrarme en la habitación hasta que ella y sus hijos se fueran a su propia casa. Sentí una punzada de dolor, e hice ademán de soltar la mano de mi pareja, pero él aumentó la fuerza del agarre, y me impidió hacerlo.
—No es una etapa. Que haya tenido novia y que incluso me iba a casar con ella no significa que no me gusten los hombres. De hecho, cuando ella murió, volví a estar con varios de vez en cuando. —La voz de Namjoon era tan seria y calmada que sentí un gran grito de júbilo emitirse desde el fondo de mi alma. Pero volví a sentirme en una situación en la que no debería estar, y era detestable.
—Oh, vamos… Es más que obvio que no es nada serio, sé que podrás superarlo y escoger el camino correcto. —La voz de esa mujer era veneno puro en aquel punto.
—Y ¿qué pasaría si te digo que él es mi novio? Porque lo es, desde hace más de seis meses, de hecho. Incluso vivimos juntos —aquella voz retadora me generaba tanto satisfacción como inquietud, mientras me quedaba parado mirando aquella interesante discusión.
—Estás bromeando. ¿Novio? ¿Tú? —se carcajeó.
Me agarró de la cintura con una mano y me acercó a él, con la otra mano sostuvo mi barbilla y me besó. Enfrente de ella, introdujo su lengua en mi boca; aquel beso era tan sucio que mis mejillas no tardaron en arder, y aunque quería rehusarme a dejarme llevar, no pude obedecer a mi cerebro, y terminé dejando que mi cuerpo hiciera lo que quería.
—Supongo que es cierto cuando dicen que el verdadero amor es aceptar los defectos —suspiró pesadamente, y Namjoon me soltó.
—Ser bisexual no es nada malo, más para follar.
—Como quieras. Deberías no hacer… eso enfrente de los niños, si no me respetas a mí, al menos respeta a los niños, Namjoon.
—Tú también deberías hacerlo. Hasta mañana, que descanses. —Le dedicó una sonrisa irónica. Me agarró del brazo y acercó sus labios a mi oreja para susurrar—: Necesito hablar contigo.
—Hasta mañana —respondió la mujer.
Me llevó a la habitación, una vez allí, se sentó en el borde inferior de la cama y dio unas palmaditas a su lado para que me sentara. Mi corazón empezó a latir de los nervios al no saber de qué me iba a hablar, aunque al dirigirse a mí no había tensión en su forma de hablar, lo que me brindó un poco de seguridad.
—Lamento no decirte nada de por qué ella está aquí, debí haberte preguntado en lugar de acceder a esto, después de todo este también es tu hogar. —Suspiré de alivio al verme en una situación más cómoda.
—Es tu casa de todas formas, no es que yo haga gran cosa. Tú la mandaste a construir y pagaste por todos esos gastos, yo no contribuyo demasiado.
—Tú pagas los servicios de este lugar, obviamente aportas, deja de menospreciarte. —Otro silencio incómodo, por unos segundos—. El punto es que ella se va a quedar un tiempo aquí, esas maletas son todas las cosas que tienen. Aunque sí fueron de vacaciones por un mes, yo se las pagué para que pudieran relajarse de todo lo que viven en casa y ella pudiera ver cómo son las cosas sin su marido.
Asentí en silencio, esperando que continuara. Namjoon nunca me contaba nada de su familia, aunque sabía que tenía una conexión con su hermana, no sabía nada de ella, ni de su vida, ni qué hacía, nada; por lo que me extrañaba escuchar algo de ella de repente, y que fuera que se iba a quedar con nosotros por quién sabe cuánto tiempo era una información difícil de procesar.
Entonces me lo contó todo, pero no creí que iba a ser algo tan serio. Tal vez ese era el motivo por el que estaba tan aislado en el camino al aeropuerto.
Además de rendir en el trabajo, Namjoon tenía la responsabilidad de preocuparse por las personas que quería. Por un momento, no supe qué decir, solo me quedé sorprendido, no había palabras para expresar el sentimiento de empatía que me invadió.
—No te lo conté porque no tenía tiempo de hacerlo, estaba muy preocupado pensando qué hacer antes de que tomara esa decisión. Rara vez tenía tiempo de estar contigo porque estaba ocupado pensando en eso además del trabajo, así que… perdóname si no he estado mucho tiempo contigo, pero me la pasé más que todo preocupado por todo esto.
—No te preocupes por eso. Tenías otras prioridades, está bien, no tienes que preocuparte por mí. Sé que es duro para ti pensar en tantas cosas y hacer tanto al mismo tiempo, no quiero ser otra preocupación. Siempre voy a estar aquí para apoyarte, no para darte problemas.
Me dedicó una sonrisa de hoyuelos que me volcó el corazón, estaba feliz de hacerlo sonreír y disipar una de sus preocupaciones. Lo abracé y besé su mejilla.
Adoraba aquellos momentos en los que solamente estábamos nosotros, congelados en el tiempo y sin nada que nos interrumpiera en aquel espacio atemporal, que quise prolongar por todo el tiempo que era posible. Nos dimos una ducha juntos y nos fuimos a la cama, abrazados. Él se refugió en mi pecho, y yo me sentí feliz de dormir en aquel estado de esa dicha tan inmensa que sentía junto a él.
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Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️
FanfictionKim Namjoon sabía que su vida se estaba derrumbando con cada día que pasaba, desde que estaba con Hoseok lo notaba, aunque siempre tapaba sus ojos y simulaba no ver que su felicidad lo había dejado hace mucho tiempo. Cada golpe que recibía hacía que...