Aquella noche me di cuenta de que nunca había dormido tan mal en casi toda mi vida. No sabía si era por la presencia de Yoongi o por algo más, era como si me empezaran a pesar todos los errores que había cometido hasta ese día.
Me costó demasiado dormirme, a pesar de que toda mi energía estaba drenada por completo, y mi cuerpo no podía soportar más. Intenté dar vueltas, quedarme mirando a la oscuridad, caminar por la gran habitación, tomar agua y demás por varias horas, pero nada servía. Al final, me quedé mirando al pelinegro, a pesar de que la culpa me aplastaba el pecho, y me daban ganas de llorar.
No podía evitar ese sentimiento que me invadía de lleno; a pesar de todo el amor que le tenía, lo había dejado a un lado, por mucho tiempo le había quitado toda la relevancia que le había dado en mi vida, y lo que más agravaba la situación era que ni siquiera me había dado cuenta de que las cosas iban mal.
Era inconcebible para mí permitirme tener una pizca de tranquilidad sin sentir que estaba perdiendo el tiempo, me había olvidado de las pequeñas cosas de la vida que me hacían feliz, la felicidad de la que tan orgulloso estaba había desaparecido por culpa mía.
Todo lo que tenía por dentro eran preocupaciones y culpa, me había acostumbrado a la presión constante, a vivir siendo productivo todo el tiempo; entonces me di cuenta de que me había olvidado de muchísimas cosas, incluso de mí mismo.
Pero lo que más me dolía era haberme olvidado de seguir regando la flor del amor que compartía con Yoongi, que se había vuelto una cosa marchita y apagada, ya no quedaba casi rastro de la vida que albergaba ni de la hermosura que había tenido en antaño.
Envidiaba la tranquilidad que tenía mi pareja en aquel momento, descansaba como si no tuviera ningún peso encima, mientras yo permanecía despierto porque apenas me había dado cuenta de todos mis errores.
Él estaba tranquilo porque me había dicho lo que se había estado guardando durante todo el tiempo que me olvidé de él, mientras yo me ahogaba con todo lo que callaba y me aplastaba por dentro. La última opción que me quedaba era la que menos me gustaba: llorar.
Pero no iba a sufrir porque mi pareja me había dicho sin una pizca de vergüenza que me había sido infiel con un amigo que teníamos en común y no se había sentido culpable, esa era la última de las preocupaciones que me afligía en aquel momento.
Lo que me tenía en ese lamentable estado era todo lo que había debajo, y la mayor parte era responsabilidad mía. Sentía odio contra mí mismo al no poder soportarlo todo, me generaba aflicción reconocer lo débil que era, al igual que lo mucho que me había afectado todo lo que había pasado.
Después de un rato, revisé el celular para darme cuenta de que eran las dos de la mañana, me levanté de la cama, me encerré en el baño para llorar en los escalones del jacuzzi, apretando con fuerza los puños del rencor hacia mi persona, y ni siquiera me molesté en intentar callar los sollozos que escapaban de mis labios.
No me di cuenta de cuánto tiempo pasé en aquella incómoda posición, pero mi cuerpo estaba cansado el doble a comparación de cómo estaba cinco horas antes. Y el hecho de que debía ir a trabajar cuando el sol saliera, solo aumentaba el odio que yo albergaba contra mí.
En medio de ese miserable momento, sin tener ningún aviso previo de lo que iba a pasar, me sobresalté cuando la puerta se abrió, dejando ver a un Yoongi adormilado, que abrió los ojos tan pronto como me vio.
—¿Namjoon? ¿Por qué…? —Se frotó los ojos, se sentó a mi lado y rodeó mis hombros con su brazo.
Yo me mordí la lengua para callar mis sollozos, pero no había nada que pudiera hacer para evitar los pequeños espasmos y detener las lágrimas—. Mírame, por favor —con la mano que tenía libre, intentó hacer que mi cabeza dejara la comodidad de mis brazos, pero yo me resistía—. Namjoon.
—¿Qué quieres? —le grité, y apreté mis puños con más fuerza, en un intento de castigarme por mi estupidez.
—¿Por qué gritas? Solo quería orinar, y me sorprendió encontrarte a ti llorando. —Agarró mis brazos, los apartó de mi cabeza, y antes de que pudiera reaccionar, me había obligado a mirarlo.
—Lo siento. Sólo quería estar solo y resulta que ni eso puedo hacer —gruñí.
—¿Cómo quieres solucionar las cosas si buscas pelear por cualquier motivo y me alejas cuando intento acercarme a ti?
—En este momento no quiero pensar en eso. Si todo es mi culpa y ni siquiera puedo soportar esa responsabilidad, ¿cómo voy a evitar que esto se vaya a la mierda? Debería poder con esto, pero me está sobrepasando la situación, soy tan débil…
—No eres tú solo el que tiene que evitar que esto se arruine, tampoco tienes que cargar con todo.
—Siempre eres tú el que tiene que consolarme, pero nunca es al revés, siempre te toca sufrir en silencio. Lo siento mucho.
—Llevas dos días seguidos llorando de madrugada, no me voy a quedar de brazos cruzados.
—¿Por qué no me puedes hacer la misma mierda que yo te hago?
—Fácil, porque te amo.
Esas últimas dos palabras se sintieron igual que una puñalada en el corazón, que incrementó mi llanto; por eso, Yoongi me abrazó.
Aquella era la principal razón por la que me sentía así: aun cuando yo era incapaz de consolarlo, él empleaba su tiempo y energía en amarme cuando yo me hundía en el sufrimiento. Al principio de nuestra relación, pensaba que yo no merecía nada de lo que me estaba siendo entregado, y aún después de un año, las cosas no habían cambiado mucho.
—Namjoon…
—¿Qué? —sollocé.
—Te amo. —Seguí llorando— estaré a tu lado hasta que te encuentres mejor, no me voy a alejar de ti. Lamento haber sido tan cruel contigo hace unas horas, me dejé llevar por mi egoísmo.
—Pero tenías razón.
—A veces es mejor ser empático que tener razón. Creo que puedo esperar un poco más para hablar de todo esto, pero lo único que te pido por el momento es que no te olvides de las cosas que te hacen feliz, aunque estés pasando por un momento difícil, no te dejes de lado, es bastante fácil saber cuándo lo haces. Sé que es duro, pero… tampoco te olvides de mí, yo quiero estar a tu lado, pero tú solo me alejas.
—Lo intentaré.
—Vamos a la cama, estarás más cómodo allí. —Se levantó mientras lo decía y me ofreció sus dos manos para ayudar a levantarme.
Le hice caso y me acosté en la cama. Esperé un breve momento hasta que se acostó, y me sentí agradecido de que lo primero que hizo fue abrazarme.
Me refugié en su pecho, sintiendo sus brazos rodearme en un abrazo, y después de haberme acostumbrado a la calidez y al amor que me eran entregados me dormí. Mi mente se quedó en silencio, y pude descansar, aunque no lo suficiente para soportar todo un día laboral.
Era extraño que ambos coincidiéramos en época de sobrecarga laboral al mismo tiempo, pero era aún más raro ver que había ocasiones en las que Yoongi no tenía ni un día libre a la semana.
A veces, ni siquiera llegaba a dormir a casa, me enviaba un mensaje o me hacía una llamada para decirme que se iba a quedar en un hotel porque debía viajar de improvisto a otra ciudad o país, y yo me quedaba con el sentimiento de que algo me faltaba por las noches en las que él no dormía conmigo.
Además, era difícil sobrevivir en abstinencia, no tener ni siquiera un momento para olvidarnos de todo y disfrutar del cuerpo ajeno…, la falta de amor en general era difícil de soportar.
Aun cuando tenía un mínimo espacio de tiempo para estar con Yoongi, lo aprovechaba en otra cosa, como preocuparme por la mierda de mi hermana y por las demás cosas que tenía encima.
En las pocas ocasiones que mi pareja intentaba estar a mi lado, terminaba irritándome porque no tenía tiempo para desperdiciar, tenía cosas más importantes que hacer que darme media hora para estar con mi novio y hacer un intercambio de amor para seguir soportando la difícil situación.
Lo había rechazado múltiples veces, y el resultado era la descarga negativa que había recibido cuando él no pudo soportar más mi negligencia en nuestra relación.
Era lamentable que mi única forma de lidiar con eso era odiándome y dándome latigazos por mis errores, en lugar de hacer algo verdaderamente útil, pero estaba cansado de solo recibir cosas negativas, al igual que no poder hacer nada al respecto, como me sucedió con mi hermana.
Yoongi tenía un nivel de exigencia que no se podía comparar al mío. Mi trabajo era difícil, tenía bastante peso, tanto, que a veces llegaba a cansarme de él, de no poder salir sin que alguien me reconociera, tener que mantener una imagen perfecta para el mundo, y acomodarme a los estándares estúpidos que tenían las personas.
Pero el tipo de presión de mi pareja no era algo público, cargar con una gran empresa no era una tarea fácil, al igual que lidiar con la competencia, su propio jefe, toda la información confidencial y el riesgo que suponía.
Sabía que él había trabajado muy duro por todo lo que había conseguido, todas las cosas peligrosas e ilegales que fue obligado a hacer para construir aquel imperio, los enemigos que se había ganado en el camino, la pérdida completa de su seguridad y tranquilidad.
Él había tenido que aprender a lidiar con todo eso, con el sacrificio constante, y saber que, en cualquier momento, si la corriente estaba en su contra, podía ser secuestrado, o algún ser querido, como su familia, o incluso yo, como su pareja. Todo eso se había convertido en algo cotidiano, que lo llevó a perder el brillo que solía tener cuando era adolescente, producto de la inocencia y la ignorancia.
La noche del lunes, me había atrevido a comentarle las inseguridades que tenía respecto a lo que sucedió con Taehyung, necesitaba respuestas, saber qué significaba el hecho de que no se había sentido culpable, si me iba a dejar por haberlo descuidado, o si iba a seguir engañándome con él.
A pesar de que en un principio no me había molestado, mis inseguridades empezaron a trabajar en mi mente, y lo primero que hice fue decírselo a Yoongi.
—No te voy a dejar. Se lo dije a él, porque cuando terminamos, me pidió que te dejara para irme con él, pero yo no quiero hacer tal cosa por un problema que creo que tiene solución, me dijo que puede ser mejor que tú y que no me mereces. Pero yo he seguido enamorado de ti por diez años, no me voy a rendir tan fácil. Y no sé si lo volveré a hacer con él después de lo que me dijo, no quiero darle esperanzas de nada, en caso de que quisiera hacerlo con él, eso me detendría fácilmente.
Me tranquilicé con escuchar sus palabras, y al mismo tiempo me quité un leve peso de encima. Era como un impulso para seguir adelante, porque él tampoco quería dejarlo en aquel punto, no después de todo lo que habíamos logrado.
Él confiaba en mí lo suficiente para saber que lo íbamos a resolver, el miércoles. Aclararíamos las cosas y seguiríamos adelante, tal vez con un poco más de confianza y tranquilidad.
En aquel momento, yo me debía hacer responsable de muchas cosas: trabajo, familia, pareja, salud mental…; pero todo estaba en declive. Aquella semana sentía que todo había empeorado.
Debía hacerme cargo de los niños, llevarlos a la escuela, recogerlos, ayudarlos con las tareas, consolarlos porque extrañaban a su mamá; visitar a mi hermana y sufrir al ver que no despertaba, cuidar de Yoongi por las noches si llegaba a casa…
Nunca me daba tiempo para mí, no había un solo momento en el día en el que pudiera quedarme solo, relajarme, y darme algo de ánimos para seguir con aquella vida.
Había dejado de llorar, para tragármelo todo, desquitar mi odio y frustración en el gimnasio, en los ensayos, o incluso cuando me encerraba en el estudio para escribir canciones.
Reemplacé las sesiones de llanto por pesas y boxeo, por la misma necesidad de hacer algo útil, aunque necesitaba un respiro urgente, que solo podía tener alrededor de las doce de la noche, hora en que los niños estaban dormidos, y podía relajarme durmiendo, o hablando con Yoongi si tenía la energía suficiente.
Dos días se hicieron demasiado eternos mientras esperaba el tan anhelado miércoles, en el que se suponía que íbamos a hablar de los problemas que tenía con Yoongi, para solucionarlos y evitar que se agravaran.
Tenía un hueco de cuatro horas en mi día laboral, en donde terminé más temprano la jornada, como recompensa por todas las ganancias que había conseguido para la empresa en las semanas de promoción del álbum, además de los dos días de descanso del fin de semana. Era como una pequeña recompensa después de todos los días en los que tuve que trabajar sin descanso, de los que solo quedaba el cansancio físico y mental.
Estaba feliz de tener un espacio para hablar con Yoongi de cosas de pareja, pero la felicidad se acabó cuando, antes de salir de la empresa, lo llamé para confirmar si podíamos ir al restaurante del que le hablé la noche anterior, y no respondió.
Me quedé en el auto, esperando recibir una llamada o un mensaje por alrededor de veinte minutos, sin respuesta alguna. Pensé que tal vez le había surgido algo de suma urgencia, pero Yoongi siempre sacaba tiempo para avisarme de algún contratiempo.
Además, le había preguntado varias veces si estaba libre, y en todas y cada una de ellas me había respondido que había organizado su agenda para tener libre ese espacio.
Al final, fui al restaurante, por el simple hecho de que la reservación ya estaba hecha, y le rogaba al destino que Yoongi estuviera allí, que no me hubiera respondido porque estaba conduciendo, porque el celular se le descargó, o cualquier otro motivo que no me generara ansiedad y preocupación.
Sin embargo, cuando llegué al lujoso lugar, el pelinegro no estaba en ningún lugar cercano a mí. Después de que todas mis esperanzas de encontrarlo mirando a los alrededores se agotaron, entré en la sala privada que había reservado, y sólo ordené por la obligación que tenía de comer algo.
Aunque la sala no era demasiado grande, el estar yo solo en aquel lugar me llenaba de tristeza, porque se suponía que alguien más debería estar allí, la persona que tanto amaba debería estar sonriéndome en frente y hablándome de cosas triviales, como su día en el trabajo o algo parecido, para después entrar en el tema serio y el verdadero motivo por el que habíamos reservado tanto tiempo para estar en ese lugar.
Una vez el mesero se fue, bajé la mirada a mi celular, esperando recibir siquiera un mensaje de texto, y llenándome de frustración al ver la barra de notificaciones vacía.
Después de media hora, recibí una respuesta de Yoongi. “No podré ir, estaré fuera varios días, lo siento mucho, pero las cosas se han complicado en el trabajo”.
Leer ese texto me llenó de alivio, y al mismo tiempo aumentó mi tristeza; se suponía que él iba a hacer todo lo posible por estar conmigo para tener la conversación que tanto necesitábamos, pero ¿ni aun así fue posible que él llegara? No sentía rencor contra él por no haber llegado, sólo estaba decepcionado porque la respuesta que tanto necesitaba se iba a retrasar, y no había nada que yo pudiera hacer para evitarlo.
Me había animado tanto bajo la ilusión que significaba darnos un espacio para hablar, me había obligado a mí mismo a seguir adelante, fui paciente, pero mi esperanza fue pisoteada cruelmente.
Almorcé bajo el ruido que mis pensamientos hacían en mi cabeza, al terminar, me encaminé a la mansión a descansar, hasta que fuera hora de recoger a los niños de la escuela, y mi descanso se iría a la mierda.
En ese espacio de tiempo, aproveché el tiempo para dormir, recargar energías para seguir con el estrés, aunque quise ir a visitar a mi hermana al hospital, pero antes de que pudiera considerarlo, ya había convencido a mi mente cansada de ir a casa a dormir.
La rutina siguió su curso con normalidad, pero al llegar la noche me volvió a inundar la soledad acompañada de la tristeza, y empecé a pensar que esa cama se había vuelto muy grande para una sola persona, a pesar de todo el tiempo que tuve que dormir en soledad, ahora que me había acostumbrado a tener a alguien para abrazar en lugar de una almohada, sentía que me faltaba algo, pero Yoongi no iba a volver esa noche a dormir en mis brazos.
Al siguiente día no tuve noticias de él, ni al segundo, ni al tercero. No recibí mensaje o llamada alguna de su parte, y con cada día que pasaba en su ausencia, me iba sintiendo cada vez más solo y triste. No fue hasta el cuarto día que Yoongi volvió a casa, finalmente. A las tres de la mañana del domingo, cuando la puerta de la habitación fue abierta mientras yo dormía abrazando una almohada.
Me desperté porque la luz se encendió, y creí que era alguno de mis sobrinos que había tenido una pesadilla, ya estaba acostumbrado a esas cosas. Sin embargo, me sorprendí con la imagen del pelinegro, cargando a Holly en sus brazos. Tan pronto como me di cuenta que nada de eso era un sueño, me levanté a abrazarlo.
—Hola de nuevo. Lamento haberte despertado. —Me regaló una sonrisa avergonzada.
—¿Por qué no me dijiste que venías hoy? Te hubiera esperado… —Le vi negar, y sus labios dejaron un beso en mi mejilla.
—Ni siquiera sabía que iba a volver tan rápido, de la nada el jefe me dijo que podía irme a casa. Además, no quería molestarte, has tenido una semana difícil. —Dejó a Holly en el suelo, y la perrita se acostó en su cama.
—Aun así…, te hubiera preparado algo, debes estar el doble de cansado que yo.
—No te compares conmigo para menospreciar tu esfuerzo, tú también has trabajado duro estos días. —Asentí, rindiéndome.
—¿Dónde estabas? —Sentí sus brazos rodear mi cintura, al igual que un poco de presión en mi espalda baja, que me indicaba que debía acercarme más a su cuerpo.
—En Japón, haciendo negociaciones y mierdas corporativas. —En ese momento me di cuenta de las pequeñas cicatrices que tenía en la cara, y no pude apartar mi mirada de ellas—. Iré a darme un baño.
Dejó un beso en mis labios, se separó para desnudarse por completo, dejó la ropa en una silla y me sonrió. Después de que se dio la vuelta para ir al baño, pude ver vendas en su torso manchadas con un poco de sangre en la espalda.
Mordí mi labio inferior, y me senté en el borde de la cama, preguntándome en qué se había metido para haber terminado así, ¿había ido a un hospital para tratar sus graves heridas o era yo quien estaba haciéndome una película estúpida en la cabeza, y, en realidad, la situación no era tan grave como yo creía?
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Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️
FanficKim Namjoon sabía que su vida se estaba derrumbando con cada día que pasaba, desde que estaba con Hoseok lo notaba, aunque siempre tapaba sus ojos y simulaba no ver que su felicidad lo había dejado hace mucho tiempo. Cada golpe que recibía hacía que...