Ese fin de semana me di cuenta de que nada volvería a ser de la misma forma que lo era antes. El problema ya no era que me sentía vacío, como si me hubieran arrancado una parte del alma; era que no tenía la menor idea de cómo ayudar a Yoongi, no había algo que yo pudiera hacer o decir que fuera suficiente.
De hecho, casi cualquier cosa que se me ocurría era inútil, todo lo que hacía se sentía insuficiente, porque no había ninguna forma de reparar lo que le habían roto, no podía devolverle la tranquilidad, el brillo de sus ojos llenos de esperanza, o la felicidad que le fue arrebatada.
Y sabía que era imposible poder alcanzar todo eso por mi cuenta, pero estaría dispuesto a romperme en pedazos para repararlo a él, como una forma de sentirme útil, porque la situación ya me estaba rompiendo de por sí.
Hacía todo lo posible por mostrarme fuerte y darle todo lo que podía de mí para ayudarlo. Siempre que tenía la oportunidad le daba amor, a pesar de que no teníamos mucho de qué hablar y un silencio llenara el ambiente, no me iba a alejar de él, iba a hacer todo lo posible por estar cerca.
Incluso a veces llegaba a creer que podía hostigarlo al estar tan pegado a él, dándole algún tipo de afecto físico, manteniendo un abrazo o caricias en su piel. Podía preguntarle muchas veces en el día si se sentía incómodo con algo, y su respuesta siempre era la misma, con una adorable sonrisa.
—Sólo me incomoda que creas que me molesta algo lindo que hagas.
La primera vez que me atreví a preguntarle cómo se sentía, me encontré a mí mismo lleno de preocupaciones, con temor de la respuesta, esperando haber servido de algo en medio de todo su dolor.
No quería hacerlo creer que era una carga para mí cuidarlo, quería que pudiera ver mis verdaderas intenciones detrás de todas mis acciones. Todo lo que hacía tenía sus raíces en el profundo amor que le tenía, en lo mucho que anhelaba verlo bien, y lo apegado que era a él.
Sucedió el lunes después de que Yoongi volviera a casa, todo el día me la pasé pensando en él, aunque le mandaba mensajes a cada rato, sentía una gran necesidad de verlo, y lo primero que hice fue estrecharlo en mis brazos, además de desahogar mis interrogantes.
—Estoy mejorando cada día, estar contigo me ayuda bastante, y verme obligado a aprender a estar solo es algo positivo, a pesar de mis temores. Estoy buscando cosas para hacer por fuera, aunque necesite tener un guardaespaldas cerca, pero al menos sé que no puedo quedarme estancado sin hacer nada por tanto tiempo. Todo eso es gracias a ti. —Besó mi mejilla y recostó su cabeza en mi hombro.
—En realidad no he hecho gran cosa, no es ni la mitad de lo que me gustaría hacer por ti. —Suspiré. ¿Por qué sentía la necesidad de rechazar cualquier cosa buena que él me dijera y mostrarle lo insatisfecho que estaba conmigo mismo?
—Sí has hecho algo importante. Tú fuiste el que me sugirió ayer que buscará algo en lo que entretenerme, también eres la única persona que no se despega de mí cuando llega a casa, se preocupa por hacerme sentir amado y saber cómo estoy. Aunque para ti no sea suficiente, yo estoy agradecido por todo lo que haces por mí, a pesar de estar cansado por el trabajo. —Acarició mi cabello, como si esta vez quisiera ser él quien me diera consuelo.
—Sólo quiero que estés bien. Puedo soportar el estrés del trabajo; después de todo, voy a tener lo que más quiero al final, voy a llegar a tus brazos cuando regrese, y eso es lo único que me importa.
Sonrió de una forma tan linda con mi respuesta, que podía sentir cómo mi corazón desbordaba amor, la ternura que me provocaba era algo tan hermoso que sólo yo podía admirar realmente.
—Siempre eres tan lindo conmigo… que me pregunto si no estaré dándote muy poco. —Bajó la mirada, y a pesar de que intenté volver a encontrarme con sus ojos, él hacía todo lo posible por esconderse.
—No necesito nada a cambio. Sé que estás pasando por un momento difícil, no quiero que me consideres como alguien a quien le tienes que pagar, porque no es mi intención. Sólo quiero estar para ti, hacerte sentir mejor y ayudarte en lo que más pueda. No te preocupes por nada, acéptalo, úsame para recuperarte, verte bien es la única recompensa que valdría la pena.
—Está bien. —Su voz sonaba insegura. Sin embargo, logró mirarme, y me besó con dulzura—. Sólo… no te exijas tanto, cualquier cosa que hagas me hace feliz. No soy difícil de complacer.
Estaba feliz de sentir sus labios entrar en contacto con los míos, porque fue él quien decidió hacerlo, yo no le dije ni le insinué nada, él lo hizo porque era algo que realmente quería, y se sintió demasiado bien.
Algo tan sencillo como eso, que había sido parte de mi rutina diaria, se convirtió en lo que borró todas las preocupaciones que se habían acumulado en mi cabeza los últimos dos días, que me impedían estar tranquilo.
—¿Tienes hambre? Puedo prepararte algo rápido, debes estar muy cansado. —Negué.
—Estoy bien, sólo quiero dormir.
Agarró mi mano y subimos a la habitación, una vez allí, cerré la puerta. Yoongi se dedicó a organizar la cama para dormir, y yo me desvestí dándole la espalda.
Al dar media vuelta para ir al baño, lo descubrí sentado en la cama, con la mirada fija en mí, como si estuviera perdido o demasiado concentrado en mi cuerpo como para pensar en algo más.
—Qué envidia…. —musitó desanimado.
—¿A qué te refieres? —Le mire curioso, y se sobresaltó al escucharme hablar.
—Oh, nada… Olvídalo. —Negó un par de veces, como si estuviera intentando volver a la realidad.
—Está bien. Si quieres hablar de eso, aquí estaré. —Asintió, mordiéndose el labio inferior con una mirada angustiada.
Decidí darme una ducha, después de rendirme con averiguar el motivo de su extraño comportamiento. Cuando salí, sólo me vestí con un short, además de la ropa interior; después, me acosté en la cama, para abrazar al pelinegro y besar su frente.
—Buenas noches, te amo —le susurré en medio del silencio.
—Yo también te amo. Descansa. —Dejó un suave beso en mis labios, antes de que la habitación se sumiera en el silencio, y me llevara a quedarme dormido, entre la comodidad de su cuerpo tan cerca del mío.
Esa semana, estuve preocupado por Yoongi la mayoría del tiempo y sentía la necesidad de preguntarle a cada rato por cómo se encontraba. No veía la hora de llegar a casa para darle un abrazo, mimarlo de todas las formas posibles y darle un sinfín de besos.
Era la única forma de demostrarle cuánto me importaba, además de todo el amor que le tenía guardado en el corazón. Hacía todo lo que podía para darle pequeños regalos todos los días, dejarle cartitas y hacer cualquier cosa que me pidiera.
Sin embargo, sentía que faltaba algo, una cosa especial y sumamente romántica para completar. Entre todas las ideas que se me ocurrían a lo largo de la semana, escogí preparar una cena en la terraza, bajo la luna, las estrellas, con sus flores y vino favoritos.
A pesar de todas las cosas que tenía que planear, era algo que valdría toda la pena sólo por ver la reacción de Yoongi.
En primer lugar, tendría que pensar en el día. No podía ser el viernes porque estaría muy cansado del trabajo, tampoco el sábado porque iría a cenar con Hoseok, y el domingo menos porque quería tomar licor.
Al final llegué a la conclusión de que podría ser el sábado del otro fin de semana. También debía idear cómo sacar al pelinegro de la casa durante todo el día, pensar en qué comida preparar, cuánto tendría que gastar de tiempo y dinero para que quedara perfecto, cómo iría a organizar el lugar para que quedara bien para una cita.
Para el primer problema, contacté con Jin y le pedí que pasara el día con Yoongi para yo ocuparme en los preparativos de la cena. Cuando el mayor le habló para poner en acción mi plan, mi pareja reaccionó de forma negativa, como era de esperarse.
—No sé si sería una buena idea… permanecer fuera de casa todo un día. Podría pasar ese tiempo contigo, ¿sabes? Pero… sería grosero rechazarlo, después de que se preocupa por cómo la estoy pasando. ¿Tú qué opinas? —Me miró inseguro.
Estábamos en el sofá haciendo absolutamente nada, después de que yo hubiera llegado del trabajo un tanto temprano, me acomodé en un sofá, y Yoongi se sentó en mi regazo, lo que nos trajo a una posición en la que yo me encontraba abrazándolo y dándole tiernas caricias en sus brazos llenos de cicatrices.
—No me molesta en absoluto. Tal vez te tenga una sorpresa para cuando llegues, quién sabe. Está bien que salgas con alguien que no sea yo, tal vez puedas acostumbrarte a estar rodeado de otras personas. Pero la decisión final está en tus manos, no creas que estoy en contra de que vayas y te diviertas con él. Si me extrañas mucho, puedes llamarme, sólo me dedicaré a descansar, como cualquier fin de semana.
—Está bien, aceptaré aunque tenga miedo. —Bajó la mirada a su celular, y empezó a escribir.
—Lo harás bien, cariño. —Besé su mejilla, y él rio bajo.
—A veces siento que somos una pareja de casados, como si lleváramos una eternidad juntos —susurró, después de dejar el celular a un lado. Se dedicó a jugar con sus manos, como lo hacía siempre que estaba nervioso o avergonzado.
—Me gustaría pasar una eternidad a tu lado como pareja. Ojalá me hubiera dado cuenta de lo fácil que era enamorarme de ti y hubiera escuchado a mi corazón en lugar de mis temores. Pero ahora todo está bien porque estoy contigo, te amo como nunca amé a ninguna persona. Gracias por haberme enseñado tantas cosas lindas del amor.
Me quedé mirando sus ojos, y por eso me distraje sacando todo lo que tenía en la cabeza, mientras sus mejillas enrojecían más con cada segundo que pasaba en el que yo no cerraba la boca.
—Al contrario, gracias a ti por enseñarme lo que es el amor, aunque se haya demorado un poco más de lo normal. Te amo, Namjoon. —Su sonrisa era tan linda en aquel momento, como si todo su ser estuviera brillando, y decidí besarlo.
Estuvimos un rato así, en dónde sólo se escuchaba el sonido de los labios besándose. El ritmo fue subiendo, la temperatura de mi cuerpo empezó a subir, y cuando nos separamos, ambos estábamos jadeando.
En medio del silencio nos miramos, vi un poco de duda en sus ojos; aun así, volvió a besarme, con las mismas ansias y el mismo desespero de antes, pasando una mano por mi cabello, mientras que la otra acariciaba mi abdomen por encima de la ropa. Yo no me molesté en detenerlo, ni en preguntarle qué quería que hiciera, sólo dejé que hiciera lo que quisiera con mi cuerpo.
Fue él quien cambió de posición, seguía sentado en mis piernas, pero tenía las piernas abiertas a cada lado de mí. En medio de los besos, sus caderas empezaron un tortuoso y placentero vaivén, mientras que de su boca salían pequeños gemidos.
Yo no sabía qué hacer con mis manos, quería tocar su cuerpo, pero temía incomodarlo; había tantas cosas que quería hacer, pero debía reprimirme y dejar que él tomara el control.
Lo único que me permitía hacer era dar suaves caricias en sus muslos y su espalda. Me sorprendió cuando llevó una mano a su entrepierna, y acercó su boca a mi oreja para morder el lóbulo de la misma.
—Tócame…, por favor —me gimió al oído.
—Para eso tendremos que subir a la habitación. —Suspiró, y después de un par de segundos se levantó.
—Vámonos. —Agarró mi mano, una vez que me levanté, me tomó por la cintura, me acercó a él y volvió a besarme—. Eres tan lindo…
—Te amo. —Tuve que separarme primero, porque él parecía no querer perder la cercanía de nuestros cuerpos.
Incluso subir las escaleras fue una tarea bastante tortuosa, debido a que él buscaba la forma de acorralarme cada dos segundos para besarme y deslizar sus manos debajo de la camisa para tocar mi piel.
Para mí era difícil evitar sucumbir ante las ganas que tenía de quitarle la ropa ahí mismo y pasar mi lengua por su piel para hacerlo gemir más fuerte. Sólo cuando llegamos al pasillo de la segunda planta fue que el sufrimiento disminuyó.
La habitación de los niños fue abierta y salió Seungho llorando. Se quedó congelado después de cerrar la puerta, pero afortunadamente tuvimos un segundo para acomodarnos en una posición menos insinuante, en la que parecía un simple abrazo. Yoongi recostó su cabeza en mi hombro, mientras intentaba evitar jadear.
—¿Estás bien? —Tan pronto como escuchó mi voz, el niño se limpió las lágrimas y asintió.
—No es nada… —sollozó.
—Te esperaré en el cuarto —susurró Yoongi en mi oreja antes de separarse, y dejó un beso en mi mejilla.
Mantuve mi mirada fija en él hasta que cerró la puerta de nuestra habitación, entonces volví a mirar al menor y me acerqué a él para arrodillarme a su altura.
—¿Estás seguro?
—S-sí —titubeó y fingió un bostezo.
—¿Qué te parece si hablamos el viernes? No tienes que sufrir con lo que sea que estés sufriendo tú solo. Yo te daré cualquier cosa que quieras, y tú me contarás lo que te tiene llorando, ¿está bien?
Se vio preso de la duda por un par de segundos, en los que tomé sus manos y mantuve la mirada fija en sus ojos, para que viera que no quería hacerle nada malo.
—Bien.
—Si vuelves a llorar por la noche, siempre puedes buscarme. Si la puerta está cerrada, puedes golpearla y estaré para ti. —Asintió. Abrí mis brazos para ver si quería un abrazo, y tan pronto como lo aceptó volvió a llorar.
Me quedé un rato largo consolando a mi sobrino, que lloraba sin consuelo alguno. Tardó en dejar de llorar, pero cuando lo hizo, se separó, limpié sus lágrimas, y se fue al baño.
Yo me levanté, pero en lugar de volver a la habitación esperé a que Seungho volviera a la suya, mientras me preguntaba si Yoongi seguiría con las mismas ganas que hace un rato; si así era, ¿qué iba a hacer yo para complacerlo y no lastimarlo? Temía traerle recuerdos dolorosos por lo brusco que podía llegar a ser cuando el placer me invadía por completo.
Cuando finalmente me atreví a entrar en la habitación, me quedé en la puerta, debatiéndome entre echarle seguro o no. Pasaron unos segundos en el mismo debate hasta que Yoongi apareció saliendo del vestidor, con la misma ropa.
Antes de darle la oportunidad de seguir con lo que habíamos empezado, se me ocurrió darme una ducha. De todas formas debía hacerlo, ya fuera si iba a haber sexo o no.
—Iré a darme una ducha —rompí el silencio con tono nervioso. Al pasar cerca de él, me agarró la mano para detenerme, me tomó por la cintura y me besó con dulzura.
—Está bien si no quieres hacerlo conmigo, sé que mi cuerpo no es agradable a la vista —susurró en mi oreja y se alejó de mí. Esta vez, fui yo el que evitó que se alejara, tomé su rostro en mis manos y besé sus labios.
—No es que no quiera, me preocupa hacerte daño y hacerte recordar cosas malas. Tengo miedo de no poder controlarme y terminar lastimándote. Lamento si pareció que no quiero tener sexo contigo. —Me miró desconcertado, sin hacer intento de alejarse.
—En ese caso… creo que tengo una idea, pero sé que te negarás. —Rio bajo dando un paso atrás.
—¿Cuál es? No puede ser tan malo…. —Sonreí, empezando a desabotonar mi camisa, mientras él arqueaba una ceja.
—Podríamos intentar lo contrario a lo que siempre hacemos. Normalmente, tú eres el activo, pero… yo no estoy en condiciones de ser el pasivo —murmuró, con la mirada baja, las mejillas rojas, y jugando con sus manos nerviosamente.
—Siempre que yo soy el pasivo es porque estoy borracho, pero puedo hacerlo sobrio; contigo no me molesta hacerlo así, confío en ti. —Dejé la ropa en el canasto de la ropa sucia, quedándome sólo con el bóxer me encaminé al baño— ¿Podrías… preparar las cosas mientras me baño?
—Lo haré, no te preocupes.
Me siguió hasta la puerta; una vez allí, se recostó en el marco, mientras yo me quitaba la única prenda que me quedaba, y él se relamía los labios mirándome de arriba abajo, incluso mientras me duchaba; por unos segundos.
Después de dejarme a solas, me dejó con las mejillas sonrojadas y un cosquilleo en la entrepierna. Debido a eso, quería terminar lo más rápido posible para ir a la cama, pero también estaba nervioso por lo que iba a pasar cuando saliera, porque iba a poder sentirlo todo estando en mis cinco sentidos, en lugar de tener recuerdos nublados por la borrachera.
Tuve que poner todo el esfuerzo del mundo en salir de mi refugio, sólo tenía la toalla enrollada en la cintura cuando salí. Me encontré la cama sin el tendido, la caja de condones y la botella de lubricante en una de las mesitas de noche, un dildo en las manos del pelinegro, quien estaba sentado al borde de la cama; al igual que un arnés de cuero negro a su lado, con collar y correa.
—Creí que sería vainilla… —Reí bajo, mientras lo veía levantarse y acercarse a mí para quitarme la toalla.
—Podemos empezar así, pero sé que luego me pedirás algo más fuerte. Te conozco bien.
Deslizó sus manos por mi pecho, bajó hasta mi vientre, y rodeó mis caderas con sus brazos, guiándome hasta la cama, mientras mi corazón latía con rapidez y mi cuerpo volvía a acalorarse.
Al llegar a la cama me besó lentamente, y nos quedamos así por un rato al lado de la cama, hasta que él me dio un suave empujón que me hizo sentar en el borde de la cama. Tan pronto como mi espalda tocó la sábana y él se subió encima de mí, separando mis piernas con su rodilla; me dejé llevar.
Cuando empezó a morder suavemente mi labio inferior, bajó a mi cuello, una mano subió a mi boca y adentró dos dígitos en la misma. De inmediato empecé a chuparlos, bajo los suspiros que me daban su lengua en mi cuello, y la presión de su pierna que me hacían querer tocarme.
Al sacar sus dedos de mi boca, los llevó a mi pecho para entretenerse con mis pezones, mientras sus labios bajaban por mis clavículas hasta encontrarse con aquella zona oscura que su mano estaba tocando. Sus labios estaban ocupados lamiendo y chupando lo que su mano no estaba retorciendo y jalando levemente.
—¿Le echaste seguro a la puerta? —susurré entre gemidos.
—Sí.
Esas fueron las únicas palabras que se escucharon por un rato, porque todos los sonidos que inundaban la habitación eran producidos por las acciones del pelinegro. De mi boca sólo salían gemidos al sentir su lengua recorrer mi cuerpo, dejando pequeñas marcas de chupones a su paso.
Se sentía raro oírme a mí mismo gemir tan fuerte, pero Yoongi lo disfrutaba, sus ojos brillaban, embriagados de placer, y de vez en cuando me gemía cosas al oído, como “te amo”.
El toque de sus manos era dulce y delicado, como si quisiera plasmar todo el amor que me tenía en mi propia piel, con cada beso en mi cuerpo me sentía sumamente feliz, y la forma en que su sonrisa resplandecía lo hacía todo más romántico.
Era una buena combinación aquella, cuando se fusionaban el amor con la pasión el resultado era la dicha pura que me abrigaba el corazón.
Yo no me molesté en intentar quitarle la ropa, porque la mayoría de las cosas que hacía eran con sus manos o boca. Ni siquiera me extrañó que sólo se bajara el pantalón para meterlo, después de que pude acostumbrarme a sus dedos y al dildo, posteriormente.
La decisión que él había tomado no era algo que yo pudiera cuestionar, la forma en que evitaba que mis manos tocaran su cuerpo me hizo entender que era yo quien estaba enteramente bajo su control en aquel momento, y en lugar de disgustarme, me excitó aun más las miradas frías y serias que me daba cada vez que cruzaba uno de sus límites, ya fuera tirar de su ropa o meter mis manos por debajo de la misma para acariciar su piel.
Aguanté dos rondas antes de suplicarle que me pasara el arnés y me pusiera el collar con la correa. A pesar de mis dudas, terminé siendo un esclavo sumiso, era el doble de bueno que el vainilla, con el dolor y la exquisita tortura que me eran proporcionados.
Me excitaba bastante ser usado, incluso más después de haber recibido toneladas de amor puro y sincero; me gustaba que me usara a su antojo, que me ordenara cualquier cosa, me golpeara cuando le desobedecía y me insultara cuando le daba la gana.
De hecho, habían veces en las que prefería que me diera insultos y golpes a elogios y caricias, el balance de ambas cosas me hacía perder la cabeza. Habían ocasiones en las que hacía algo mal para recibir un castigo, pero si quería algo de afecto, era fácil de conseguir.
Al terminar, me estiré en la cama, viendo al mayor acomodar las cosas y organizar la cama decentemente para dormir. Después, se acostó a mi lado en silencio, evitando mi mirada, a pesar de que yo estaba con una sonrisa de oreja a oreja, con el cansancio acercándome al mundo de los sueños, pero no había forma de arrebatarme la felicidad que me había sido entregada por Yoongi.
—Ah…, te amo. Quiero casarme contigo. ¿Puedo decir que estamos casados?
Recosté mi cabeza en su pecho, en un intento de llamar su atención y disminuir la tensión del ambiente. Me di cuenta de que logré mi objetivo cuando comenzó a acariciar mi cabello.
—Puede que no sea legal, pero sólo son papeles estúpidos. Yo también te amo, no tengo que probárselo a nadie para quedarme contigo. —Se acomodó para abrazarme, y yo encontré la comodidad en sus brazos.
—Gracias… por hacerme feliz. —Besé su mejilla.
—No es nada. Descansa, lindo. —susurró.
—Buenas noches, cariño. —Besó mi frente, y dejé que el cansancio se apoderara de mi cuerpo para dormir.
Al día siguiente, tuve que irme con una camisa que me cubriera el cuello para ocultar las marcas, pero en medio del trabajo me vi en la obligación de cambiarme, y pedirle a una maquilladora que me cubriera las marcas, además de suplicarle que no dijera ni una palabra sobre ello; a cambio, le prometí llevarla a cenar el día siguiente.
Incluso tuve la oportunidad de almorzar con Hoseok en un restaurante cercano. Cuando él llegó, se quedó mirando mi cuello con curiosidad, hasta que se percató de que lo estaba detallando mucho, y apartó la mirada.
Me quedé extrañado de su reacción, aunque no dije nada sobre ello y me levanté para darle un abrazo como saludo. Al volver a sentarme, no me percaté de que me había dejado caer en la silla, y emití un quejido por el dolor que me trajo en la zona resentida por la noche anterior.
Nos pusimos a hablar como si nada de eso hubiera pasado, yo estaba con un muy buen humor aquel día, contrario al pequeño bajón de energía que implicaba estar trabajando desde tan temprano.
Desprendía felicidad con cada movimiento que hacía y cada palabra que salía de mi boca, como si todo se hubiera vuelto colorido y fantasioso desde mi perspectiva.
—Pareces muy feliz hoy… ¿Pasó algo en específico? —Finalmente, había decidido saciar su curiosidad, y encontró el momento indicado cuando nos habíamos quedado sin tema de conversación, donde solo se escuchaban los sonidos que hacíamos al comer.
—De hecho, sí pasó algo. Tuve el mejor sexo que no he tenido en meses, tal vez sea esa la razón de mi alegría. —Tomé un trago del jugo que tenía al lado.
—No creí que fueras pasivo… —rio bajo.
—No suelo serlo. Siempre que sucede es porque estoy borracho, pero esta vez fue por precaución, no quiero que recuerde cosas horribles estando conmigo. Aunque si soy sincero, fue una muy buena decisión, al menos para mí. Llevaba un largo tiempo sin hacerlo.
—Me alegro por ti. —Sonrió.
—Yo también estoy feliz por mí.
También le comenté sobre la cena que tenía planeada para Yoongi el fin de semana siguiente, con el fin de conseguir ideas y opiniones al respecto.
Quería que fuera algo sumamente especial, algo que lo hiciera feliz, que le provocara un hermoso brillo en los ojos aun mejor que el que tenía la noche anterior, una prueba sincera de todo el amor que le tenía.
Hoseok solo me escuchaba atentamente, mirándome con una sonrisa. Tal vez yo estaba demasiado entusiasmado con eso y estaba hablando demasiado del tema, porque quería que se acercara todo lo posible a la perfección.
—Lo siento…, estoy hablando demasiado de él, ¿no es así? —Suspiré al darme cuenta de lo que estaba haciendo.
—No me molesta que me hables de él, no estoy celoso ni incómodo, me gusta verte feliz y hablar contigo. Se nota que lo amas mucho, sólo me alegro de que hayas encontrado a alguien que te haga sentir así. Hacen una linda pareja.
El fin de semana, se suponía que iba a ir cenar con Hoseok; pero no quería dejar solo a Yoongi cuando tenía la oportunidad de estar con él.
Cuando me levanté para ir a trabajar, el pelinegro también se despertó, a pesar de mis intentos por no perturbar su sueño, terminó haciéndolo por cuenta propia, era algo que venía haciendo desde que volvió; según él, para pasar algo de tiempo conmigo.
Estuvimos hablando de trivialidades en todo momento, incluso cuando me estaba duchando, hasta que se me escapó el plan que tenía con Hoseok, al igual que mi dilema interno respecto al mismo Yoongi.
—Sería genial si pudiera ir contigo también, pero no puedo forzarte a hacer algo que no quieres; aunque sé que Hoseok está de acuerdo, dice que no hay problema si aparezco contigo.
Suspiré mientras me vestía y organizaba mis ideas.
—Además, sé que tienes tus dudas respecto a él, y sería una buena oportunidad para que pudieras resolverlas, estando tanto él como yo ahí, pero no quiero hacerte sentir incómodo. Entonces…, es por eso que no sé qué hacer. Sería grosero cancelar un plan previamente acordado, pero me gustaría aprovechar ese tiempo para estar contigo.
—No tienes que cancelar tus planes con él por mí. Sí quieres que vaya… puedo intentarlo. No digo que me llevaré bien con él en una cena, pero sería bueno salir con alguien más, después de todo es tu amigo, y si confías en él, creo que puedo esforzarme en ser amable, aunque en el pasado lo haya golpeado…
No me esperaba esa respuesta. De hecho, esperaba que me dijera que podía ir, pero no era tan ingenuo como para creer que aceptaría ir conmigo.
—No tienes que hacerlo si te sientes obligado… Cualquiera que sea tu decisión, la aceptaré.
Al terminar con la ropa, seguí con mi cabello, sintiendo la mirada del pelinegro fija en cada movimiento que hacía, como si fuera lo más interesante del mundo.
—No me siento obligado. Quiero hacerlo, será… interesante. Nunca he tenido la oportunidad de hablar con él, pero es porque nunca pude dármela. Lo haré, por ti y por mí.
—Gracias…, lo aprecio mucho. —Lo miré de reojo, y negó con una sonrisa.
—No me agradezcas todavía, aún no he hecho el verdadero esfuerzo de verlo a la cara. —Suspiró, preocupado.
—Aun así, gracias por tomar la iniciativa, creí que la rechazarías. —Me acerqué a él, con la intención de darle un beso en la mejilla, pero él terminó girando la cara un poco, y me encontré con sus labios, lo que causó una risita de su parte.
—A decir verdad, lo primero que pensé fue en rechazarlo, pero decidí darle una oportunidad, después de escucharte hablar tan bien de él hace un rato.
Me avergoncé, porque realmente me tomé un momento en hablarle de Hoseok para que se creara una idea actualizada de mi alma gemela y pudiera borrar el amargo recuerdo del pasado, cargado de odio y rencor.
Cuando terminé la rutina y me terminé de poner los zapatos en la entrada principal, abracé a Yoongi por la cintura, dándole un largo beso en los labios.
Nos separamos por la falta de aire, lo que me hizo descubrir un fuerte sonrojo en sus mejillas, al igual que una sonrisa avergonzada, y su mirada escondiéndose de la mía debido a la adorable pena que lo invadió. Dejé un beso en su frente, antes de agarrar el maletín y volver a escuchar su voz.
—Cuídate, no te esfuerces de más, por favor. Te amo. —Se puso de puntitas para besar mis dos mejillas, justo donde estaban mis hoyuelos, y por último, besó mi frente antes de separarse.
—Está bien, yo te amo igual. Nos vemos en unas horas. —Dejé un último beso en sus labios, una caricia en su mejilla y le dediqué una mirada a su sonrisa antes de irme.
En el primer descanso que tuve le hablé a Hoseok del cambio de planes mediante una llamada, en la que me disculpé por no haberle preguntado primero, y le expliqué la situación, al igual que mis inseguridades para quitarme la pena de encima.
Intenté ser detallado y no saltarme nada, disculpándome varias veces por lo descortés que era mi comportamiento. Él estuvo escuchando toda mi explicación en silencio, sin hacer interrupción alguna, hasta que dejé de hablar al verme carente de cosas para decir, porque ya lo había dicho todo.
—No hay problema en que vayas con tu novio, está bien. No estoy enojado ni nada parecido, si es una oportunidad para que puedas aclarar varias cosas con él, no tengo problema en ayudarte.
Estaba agradecido de tener una respuesta positiva de su parte.
—No quiero que me siga viendo de la misma forma que antes, ni como el ex que intenta recuperar a su novio y alejarlo de él después de dos años. Estoy feliz de conocerlo formalmente, sé que es una persona que aprecias mucho.
—Entonces… ¿no estás disgustado por eso? —hablé con voz insegura.
—En absoluto. Sólo estoy nervioso, eso es todo. Realmente era alguien intimidante cuando estaba encima de mí golpeándome con todas sus fuerzas, sin querer dejarme ir. Espero que no me odie.
Reí bajo al escuchar que alguien se refiriera a Yoongi como intimidante, porque estaba acostumbrado al ver todas sus facetas, pero nunca llegaba a ver algo intimidante o rudo en él. Era una persona bastante seria, pero era imposible para mí concebirlo como alguien rudo.
—No me acostumbro cuando la gente dice que él es una persona ruda. Aunque los entiendo, simplemente… no puedo imaginarlo. —Sonreí al pensar en mi pareja.
—Por supuesto que no puedes, porque no eres tú el que ha sido golpeado de esa forma, ni el que ha tenido que mirarlo desde lejos. Tu perspectiva es mucho más cercana que la de cualquier otra persona. —Sentí alegría al escuchar la última frase.
—Tienes razón. Hasta pronto, Hoseok, tengo que seguir trabajando.
—Suerte. —Colgó.
Estuve ansioso durante todo el tiempo que esperé. Incluso intentaba enfocarme en otras cosas y olvidarme de eso para dejar la ansiedad a un lado.
Tenía la idea de que podría hablar con Yoongi cuando fuera a recogerlo y disminuir un poco mis nervios, pero cuando volví a hablar con él, me di cuenta de que había decidido ir por su cuenta en uno de mis autos, acompañado de un guardaespaldas.
Cuando yo llegué al lugar, me di cuenta de que fui el último, y los dos estaban en lo que parecía ser una conversación formal, aunque desde la distancia se notaba la incomodidad de ambos.
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Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️
FanficKim Namjoon sabía que su vida se estaba derrumbando con cada día que pasaba, desde que estaba con Hoseok lo notaba, aunque siempre tapaba sus ojos y simulaba no ver que su felicidad lo había dejado hace mucho tiempo. Cada golpe que recibía hacía que...