Yoongi: Rojo

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No debí haberme quedado cerca para escuchar lo que estaban diciendo cuando fui a la sala bajo la idea de que ya habían acabado su conversación, porque me generó una gran inseguridad lo que había escuchado.

¿Por qué Hoseok le había dicho a Namjoon que lo amaba si no tenía ningún interés en estar con él? ¿Por qué Namjoon se había disculpado por los errores del pasado en lugar de decirle que no importaban ya que estaba conmigo? ¿Por qué sentía tanto miedo de que las cosas se tornaran en mi contra? Yo creí que estaba haciendo algo bueno, un gran intento por dejar de tener una relación tan caótica con el alma gemela de mi pareja, pero ahora no sabía qué hacer con todo eso.

—¿No vas a hacer nada? —le pregunté a Hoseok en el auto en medio de un silencio incómodo.

—¿Con que? —respondió confundido.

—Con Namjoon. Aún lo amas, ¿no es así? —Suspiró ante mi pregunta.

—Sí, lo amo. No puedo controlarlo, y desearía que no fuera así por lo mucho que duele la culpa del pasado. Pero no voy a hacer nada al respecto, él nunca podría ser igual de feliz conmigo como lo es contigo, él te ama más que a nadie en el mundo, incluso más de lo que me amó a mí.  Y está bien, no siento rencor hacia ustedes, prefiero verlo feliz aunque no sea conmigo. —Me era imposible no dudar de sus palabras, en especial porque me estaba dejando dominar del miedo y las inseguridades.

—¿Cómo estás tan seguro de que podrías soportar sufrir en silencio?

—No estoy sufriendo en silencio por eso. Estoy feliz porque él es feliz contigo, no tengo motivos para sufrir porque él me importa más que mis intereses egoístas. No es un tipo de amor que requiera intereses románticos ni nada parecido, no voy a interferir entre ustedes. Es… algo extraño, es lo único que puedo decir al respecto. Porque es más que una amistad, pero no se parece en nada a algo romántico.

—¿No es algo romántico? ¿No sientes nada cuando te abraza? ¿No te dan ganas de estar más cerca de él, de besar sus labios y hacer quién sabe qué cosas más?

—En realidad, no. No me interesa tanto eso, si pasa está bien, si no, no me molesta. Ahora es mejor que no suceda nada de eso por las implicaciones que podría tener. Una amistad está bien para ambos. Él fue mi gran amor, pero lo dejé ir y él encontró al amor de su vida, no tiene sentido volver a insistir cuando él solo tiene ojos para ti.

Suspiré ante la vergüenza que me trajo aquella conversación. Darme cuenta de que no estaba llegando a nada después de tanta insistencia fue estúpido, hasta haber mencionado el tema de la nada fue demasiado atrevido de mi parte, porque no había nada que él pudiera decirme para tranquilizarme realmente.

—Está bien. Lamento… si te presioné, me dejé llevar de las inseguridades. —Lo vi asentir de reojo.

—Acepto tu disculpa, y no voy a hacer nada para empeorarlas, haré lo posible por disminuirlas.

(…)

Las siguientes veces que Namjoon salía con Hoseok intentaba no preocuparme mucho al respecto, y tampoco intentaba estar presente. Sólo me esforzaba por enfocarme en algo diferente, porque no tenía sentido desperdiciar mi tiempo en algo que no valía la pena.

Sabía que mi pareja no me iba a hacer nada malo, pero una pequeña parte de mí me decía que Namjoon me iba a terminar dejando por su alma gemela. Intentaba callarla, pero siempre me generaba ansiedad cuando él me decía que saldría con él.

Y el hecho de que yo le había dicho a Hoseok que sería su amigo tampoco mejoraba la situación, porque sabía que él era una buena persona, que también tenía sus intereses personales, y estar en alerta con alguien a quien debería considerar como mi amigo no ayudaba mucho.

Nos llevábamos muy bien cuando él dejaba a un lado su depresión por un rato, e incluso intentaba confiar en él, hacía todo lo posible por ello, pero no podía olvidar la historia que compartía con mi pareja. ¿Por qué las cosas siempre tenían que ser tan complicadas con él?

Prefería salir solamente con Hoseok, porque cuando estaba Namjoon sentía la necesidad de ser posesivo, hacía todo lo posible porque me prestara atención e hiciéramos cosas típicas de pareja, como tomarnos de las manos, hacer que él rodeara mis hombros con su brazo, y darnos besos y caricias de vez en cuando. Siempre tenía que establecer algún contacto con su cuerpo, como si fuera la única forma de asegurarme que no se iba a ir de mi lado por Hoseok.

No podía combinar ambas cosas por mis inseguridades, al igual que no podía tener a mi pareja y su alma gemela en el mismo lugar conmigo. Era algo que aún no tenía la capacidad de hacer, porque habían cosas que quería hacer con cada uno individualmente, y al tenerlos juntos se mezclaban los intereses hasta el punto de no poder controlarlos.

Las amistades se construían con tiempo, era algo que ya sabía por las pocas que tuve en mi vida. Ayudarle a Hoseok con su soledad era lo único que yo podía hacer, debido a que no tenía motivo real alguno para rechazarlo.

Debido a que habíamos establecido un lazo de confianza extraño antes de decidir ser amigos, fue fácil para mí conocer otros aspectos de él, como su lado divertido y el que tenía un gran sentido de responsabilidad en el trabajo.

Él se esforzaba demasiado sólo por el mismo salario mensual, en espera de conseguir un aumento mínimo cada cierto tiempo; también era una persona llena de alegría, que podía ponerme una sonrisa en la cara sólo con su presencia.

Incluso me di cuenta de lo mucho que le gustaba el baile, y que su única esperanza de salir de ese tortuoso trabajo de oficina por algo que le apasionara en realidad era pasar todo el proceso de admisión para entrar a un grupo de baile profesional. Al mismo tiempo, yo también le contaba varias cosas de mi vida, tanto del pasado como del presente, lo que ayudaba a estrechar el  vínculo entre nosotros.

En medio de eso, mi relación con Namjoon iba de maravilla, literalmente. Las inseguridades que tenía respecto a él se iban desvaneciendo muy rápido, como todas las que tenía respecto al sexo, que era demasiado bueno de por sí.

Yo ni siquiera tenía que intentarlo demasiado para excitarme, era muy susceptible a su toque, con tan sólo un beso mi cuerpo reaccionaba como si fuera un adolescente, y empecé a sentir la necesidad de que me tocara más, por lo que después de unas cuantas veces recibiendo su ayuda mientras me metía un vibrador, dejé que me ayudara con sus dedos a preparar la zona, con el fin de sentir algo diferente a mi propia manera de darme placer.

Me excitaban más las cosas que él me hacía que cuando yo lo intentaba, era como si mi cuerpo anhelara su toque y se mantuviera a la expectativa de sentir la dicha del orgasmo que él siempre me daba. Cualquier cosa que él hiciera conmigo me gustaba, era más el placer que me inundaba que el dolor que sentía de vez en cuando, aunque no tardaba mucho en desaparecer. Debido a eso, no pasó mucho tiempo hasta que lo hicimos como antes: yo abriendo mis piernas para que él entrara.

Sin embargo, tuve que insistirle varias veces para que accediera, ya que su temor a lastimarme era muy grande, aunque había visto lo mucho que disfrutaba de su toque sobre mi piel. Un día lunes, yo me cansé y le dije lo que sentía, porque me frustraba no tener lo que mi cuerpo necesitaba; tal vez me gustaba demasiado el sexo desde que descubrí nuevamente lo bien que se sentía ser tocado, en especial si era por alguien que amaba con todo mi ser.

—¿Por qué siempre crees que no estoy listo? Estoy bien, tú has visto que me gusta lo que haces, no tengo queja alguna al respecto. Entonces, ¿por qué me rechazas? —me crucé de brazos en la puerta de la habitación, haciendo un gran esfuerzo por verme calmado, de la misma forma que él se veía cuando hablaba conmigo de algo serio. Por otro lado, él estaba sentado en el borde de la cama, mirándome con cara seria.

—No quiero hacerte daño, eso es todo —respondió con voz seca.

—¿Eso es todo? ¿Acaso me has visto aguantarme algún dolor, o fingir que me caliento con cualquier cosa que hagas? —sus mejillas se sonrojaron, y se encogió de hombros.

—Prefiero hacerlo de la forma segura, ¿sabes? Así… no me preocupo por herirte, a veces ni siquiera puedo enfocarme en mí porque siempre me concentro en hacerte sentir bien y me olvido de mí. En cambio, tú sí sientes placer mientras juegas conmigo, y aun si me lastimas, me gusta, porque me excita el dolor —bajó la mirada mientras yo suspiraba.

—Entonces esto no se trata de si yo estoy listo, se trata de que tú confíes en mí para que puedas disfrutarlo. Puedes decirme si quieres que yo haga algo para ayudarte, no todo tiene que girar en torno a mí siempre. —Asintió, mordiéndose el labio inferior.

—Lo siento. Lo único que puedo hacer es intentarlo, te haré caso.

—Está bien, entonces inténtalo ahora —sonreí con diversión mientras le ponía seguro a la puerta.

—¿Ahora? —me miró con sorpresa.

Yo asentí y me quité la ropa por completo, lo que provocó que el sonrojo de sus mejillas se volviera más fuerte, como la primera vez que me vio desnudo, hace mucho tiempo. Su mirada intentaba evitar mi cuerpo, debatiéndose entre mirarlo o hundirse ante su vergüenza. Para retarlo, empecé a tocarme, y metí tres de mis dedos en mi boca para chuparlos como solía hacer con los suyos.

Después, bajé mis manos a mi pecho para jugar con mis pezones, y empecé a ver un bulto en los pantalones del rubio, mientras intentaba desesperadamente taparlo, ya fuera con su camisa o con sus manos.

Cuando una mano bajó a mi erección para masturbarme, solté pequeños gemidos, recostándome en la puerta. Mi otra mano daba caricias en mi cuerpo, tal como me gustaría que él lo hiciera, aunque Namjoon estaba inmóvil. Pasó una mano por su cabello, como solía hacer siempre que estaba angustiado sobre algo.

—¿Sólo te vas a quedar viendo? ¿No quieres… participar? —susurré entre gemidos.

No hubo respuesta, por lo que decidí acortar la distancia entre nosotros sentándome en su regazo, con las rodillas a cada lado de sus caderas. Namjoon seguía congelado, al menos hasta que lo besé y la única forma en que se movió fue correspondiendo el lento beso. Agarré sus manos y las llevé a mi cintura, en un nuevo intento por hacer que reaccionara.

—¿Sucede algo? —tomé su rostro entre mis manos y me miró fijamente, anonadado.

—¿Estaría bien… hacer esto? —susurró atemorizado.

—Está bien hacer esto. Confía en mí —esas palabras fueron suficientes para sacarlo del estado en el que estaba. Asintió como respuesta.

—Eres tan lindo… —acarició mi mejilla con una mano, y segundos después, me empezó a masturbar con la otra, haciendo que mis gemidos aumentaran.

Le quité la camisa para acariciar su piel en medio de un beso desesperado. Cuando nos acomodamos en la cama le quité el pantalón rápidamente, e intenté hacer todo lo posible por excitarlo más, cómo tocar su cuerpo y hacerle sexo oral; hasta que fue él quien me dijo que quería hacerlo, y con gusto abrí las piernas para dejar que sus dedos entraran con el fin de preparar la zona.

Escuchar su voz gemirme al oído que me amaba, sentir sus labios besar cada centímetro de mi cuerpo incluyendo las cicatrices, y ver cómo estaba tan pendiente de mí en medio del acto, eran cosas que adoraba de él. Sin embargo, la tensión empezó cuando yo estaba lo suficientemente dilatado para que él pudiera penetrarme.

Se arrodilló entre mis piernas y dio un largo suspiro, mirando el condón que tenía en su mano con angustia. Al notarlo, me senté y acaricié su mejilla, en un intento por darle algo de seguridad, aunque yo también estaba nervioso al respecto. Como si fuera la primera vez, me sentía lleno de ansiedad y curiosidad por cómo se sentiría.

—Estoy bien, hazlo con calma —le sonreí. Él asintió, y lo besé con dulzura—. Te amo.

—Yo también te amo —esta vez, fue él quien inició aquel beso lento y excitante.

Al ponerse el condón, agarró mis caderas y se acomodó para entrar, lentamente. No podía negar que no dolía, e incluso me pregunté cómo era que lo había disfrutado tanto en el pasado si ahora se sentía como si me estuvieran partiendo en dos. Pero aún no había llegado a mi límite.

—¿Quieres que me detenga? —acarició mi mejilla, mirándome preocupado.

—No —gemí adolorido.

Ni siquiera supe cuánto se demoró en entrar por completo, pero cuando lo hizo se quedó quieto, mientras yo intentaba acostumbrarme. Él empezó a tocarme, lo que dio como resultado a una combinación extraña junto con el dolor que sentía.

—Muévete —le ordené cuando creí que me había acostumbrado, pero sentirlo entrar y salir suavemente en pequeñas embestidas dolía, a pesar del placer que me estaba dando.

El acto completo fue lento y tortuoso, y tardé bastante en sentirme bien haciéndolo. En medio de eso, Namjoon a cada rato me preguntaba si me sentía bien, y buscaba una forma de hacerme sentir mejor, que sólo pudo llegar varios minutos después, que fue donde empecé a gemir del placer y a pedirle más.

Desde aquel momento, ambos estábamos en el mismo estado de placer, y aunque no se sintió tan bien como esperaba, era un progreso.

Su rostro era hermoso en aquel punto, a pesar de estar encima de mí dándome embestidas, sus mejillas seguían sonrojadas, sus ojos llenos de tanto cariño y siempre pendiente de lo que yo le dijera, obediente como siempre.

Por mucho que lo negara, él sí se había acostumbrado por completo a ser mi sumiso, incluso sus conductas en el sexo seguían siendo las mismas, como si yo siguiera dominándolo. Sin tenerlo como pasivo, él me daba todo el control sobre su cuerpo sin dudarlo, por lo que el hecho de que las cosas cambiaran era extraño para él por mucho que lo hubiéramos hecho así en el pasado.

A veces iba cambiando el ritmo, variando entre lento y fuerte, mientras nuestras manos estaban entrelazadas, y nuestros ojos se encontraban con una mezcla de amor y pasión.

Cuando llegué al tan esperado clímax, mi pareja lo hizo conmigo, y se sentó enfrente mío, jadeando, con una sonrisa en la cara. Mis piernas estaban temblando, y mi interior se sentía extraño, al igual que todo mi cuerpo. Namjoon se recostó en mi pecho y empecé a dar caricias en su cabello.

—Lamento… que te haya dolido —susurró con timidez.

—No es tu culpa. Es normal después de todo, tal vez la próxima vez nos vaya mejor.

—¿Habrá una próxima vez? —me miró preocupado.

—Sí. ¿Recuerdas como lo hacíamos antes? —Asintió.

—Pero me gusta como lo hacemos ahora… —suspiró.

—A mí también, cariño. Creí… que en realidad querías hacerlo de esta forma. Sólo quiero sentirme normal de nuevo.

—¿Normal? Lo que hemos hecho últimamente es justo lo que yo quiero, me siento cómodo usando un arnés y dejándote jugar conmigo. No tienes que hacer lo mismo, porque no eres el único que debe acostumbrarse a volver a lo de antes —sonrió.

—No sé si algún día pueda volver a ese nivel de normalidad, ni siquiera quiero intentar ponerme eso.

—Está bien, no todo tiene que ser igual siempre. Es natural que no volvamos a tener el mismo sexo de antes. Me gusta más que tú me domines, prefiero ser yo quien reciba el dolor porque me gusta. Te amo, sin importar cómo lo hagamos.

—Gracias. Te amo.

—¿Quieres hacer algo en específico? —él solía preguntar eso muchas veces después de tener sexo, si él no tenía una idea era común que me preguntara qué quería yo.

—Un baño estaría bien, no sé si pueda caminar después de lo de hoy —reí.

—Lo siento… —empezó a decir, y yo negué.

—Está bien, no te preocupes demasiado

El rubio asintió, y me cargó en sus brazos para llevarme al baño, y una vez allí, me dejó en el jacuzzi para sacar un par de toallas, al igual que una esponja y algunas cosas para el cabello.

Cuando se metió conmigo, me acomodé entre sus piernas y recosté mi cabeza en su hombros, mientras él me abrazaba y acariciaba mi cabello. Me encontraba en un estado de felicidad completa, donde me sentía agradecido y completo, un ser realizado que había encontrado una razón para vivir, algo que era inimaginable para el yo de diez años atrás.

A pesar de que a Namjoon le gustaba que yo lo dominara en la cama, fuera de un contexto sexual, él era mi lugar seguro, la casa a la que siempre podría regresar y lo único que me protegía del mundo.

Él era la única persona en quien me podía apoyar, y quien me daba todo lo que alguna vez soñé. Algo tan sencillo como aquel momento me llenaba por completo, mientras veía cómo él me cuidaba. Tallaba mi cuerpo con jabón suavemente, mientras yo me adormecía cada vez más por lo bien que se sentía.

Sin decir nada al respecto, él hizo por mí todas las cosas de las que me olvidaría si me hubiera quedado en la cama para dormir. Me arregló el cabello, me ayudó a vestirme, y me cargó de vuelta a la cama.

Lo único que yo pude hacer fue ayudarlo a tallar su cuerpo, porque estaba demasiado cansado en aquel momento, pero no quería dormirme para no perderme nada de la linda alegría que abrigaba mi corazón, junto con el amor. Después, vimos una película con palomitas y una botella de vino, abrazados en la cama.

Al tiempo, las cosas no cambiaron mucho en nuestra forma de hacer el amor. De vez en cuando era yo el pasivo, pero eran más las veces que era al revés, porque era algo que ambos disfrutábamos por completo, y no teníamos que preocuparnos por mi sufrimiento.

También me volví más confiado a la hora de salir a la calle, aunque prefería salir a una cita con Namjoon, en las que no me molestaba estar en un lugar público y disfrutaba plenamente de la compañía de mi pareja, porque todo era mejor a su lado.

Así estuviera viendo una película en el cine, andando en bicicleta por la ciudad, en un café, una discoteca o un casino, era feliz porque estaba con Namjoon. Podía estar en cualquier lugar si lo tenía a él a mi lado, hablando de cualquier cosa como siempre. Las cosas no eran muy diferentes a cuando éramos amigos, pero ahora que éramos pareja, lo que implicaba amor mutuo, pero eso no significaba que habíamos dejado nuestra amistad de lado.

Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora