Yoongi: Culpa

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Cinco minutos se tardó Taehyung en llegar, recibí la notificación en el celular diciendo que había alguien en el portón, y le abrí la puerta para que el auto pasara. Se demoró otros cinco minutos en estacionar el auto y subir las cuatro plantas, cuando lo vi, estaba sudando, con una cara de angustia y preocupación.

Me terminé el último sorbo de aquella copa, que dejé en la mesita antes de que él se lanzara encima de mí a abrazarme. El llanto se hizo aún más fuerte al recibir el consuelo que me había sido negado recientemente, y sentir la calidez del cuerpo ajeno envolverme tenía un efecto tranquilizante en mí.

—No me vuelvas a decir que no me preocupe cuando estás así —la voz de Taehyung estaba entre seria y preocupada.

El castaño se quitó los zapatos y se acomodó para que yo quedara recostado en su pecho, mientras él me daba caricias en el cabello y la espalda. Mi dolor fue iluminado con la llama de Taehyung, que me transmitía el amor y la calidez que tanta falta me había hecho.

Había encontrado una persona que estaba para mí aun cuando las cosas se ponían difíciles, y, sin querer, yo la había alejado. A pesar de ser menor que yo, él me hacía sentir muy bien, era mi lugar seguro en aquel momento, el hogar al que podía regresar después de una época llena de sufrimiento y cansancio.

—¿Qué ha pasado para que tu brillo se hubiera apagado de esta forma? —susurró con delicadeza, cuando dejaron de escucharse sollozos de mi parte.

No quise responder a su pregunta, porque me iba a dar el mismo sermón que me daba en todas las veces que me tenía que consolar por Namjoon—. ¿Namjoon? —Era como si ya lo supiera, como si pudiera distinguir entre mi dolor de cuando estaba agotado por el trabajo con el que tenía cuando las cosas andaban mal con mi pareja.

—Sí —me vi en la obligación de afirmarlo.

—Cuéntame qué pasó.

Le hablé de todo lo que había pasado con Soyeon y Namjoon, al igual que la frustración que tenía por dentro, no pude contener el dolor por más tiempo; había llegado a mi límite, en el que era capaz de desahogarme con cualquier persona que me ofreciera algo de atención.

El menor escuchó todo sin decir ni una palabra, y cuando terminé, me pidió que me sentara, y obedecí, Taehyung acarició mi mejilla y agarró la copa que había dejado, junto con la botella, que llenó casi hasta el borde con el líquido oscuro. Ni siquiera apartaba la mirada de mis ojos, después de permanecer en silencio por un largo rato, dando pequeños sorbos de la copa, y pasándomela de vez en cuando.

—¿Por qué sigues con él después de todo lo que te ha hecho? Entiendo que lo ames, aunque parezca que eres un masoquista, mientras más te maltratan más te gusta. Eres demasiado bueno para él, si quieres permanecer a su lado, como mínimo, deja de ser tan flexible, no permitas que haga contigo lo que quiera. Ayer te quedaste toda la noche consolándolo, y ¿ahora me dices que no sabe identificar cuándo estás mal de verdad? No me hagas reír. Es verdad, en este momento no le importas, entonces que a ti tampoco te afecte lo que él haga o no haga.

—Después de tanto que hemos pasado para estar juntos, no voy a abandonarlo por un problema mínimo.

—Entonces no dejes que te afecte tanto cuando a él le vale poco más que mierda lo que sucede contigo. —Tomó mi rostro entre sus mejillas, y juntó nuestras narices, como si quisiera hacer exagerado énfasis en la importancia de sus palabras.

—Está bien, lo haré —me rendí, finalmente. Íbamos por la mitad de la segunda botella, y noté cómo Taehyung prestaba exagerada atención a mis labios, y un sonrojo se asentó en mis mejillas. Gracias a su consuelo y al vino, el llanto había llegado a su fin.

—Eres demasiado lindo para sufrir por alguien que no te valora.

Deslizó su mano de mi mejilla a mi labio inferior, pasando el pulgar delicadamente. Quería sucumbir ante los encantos de Taehyung, que hacían todo lo posible por atraerme. A medida que la mano que tenía libre hacía presión en mi espalda, como si no fuera suficiente la cercanía; después, la bajó a mi muslo y entendí lo que quería.

Accedí a sentarme en su regazo, y rodeó mi cintura con sus brazos, mientras yo llevaba mis manos a su rostro, acariciando sus mejillas y preguntándome si debería rendirme ante la tentación de sus labios.

No fue hasta que nos terminamos la segunda botella que me atreví a besarlo. Fui yo quien tomó la iniciativa de serle infiel a mi pareja, porque había alguien que me había entregado todo lo que había estado deseando durante tanto tiempo, también el encargado de que toda mi ropa desapareciera.

—¿Estás seguro de esto? —me dijo, preocupado, cuando estaba desabrochando su pantalón.

—Sí. Pero vamos a la cama, aquí es un tanto… incómodo. —Rio bajo, y asintió.

En medio de besos y caricias bajamos a la segunda planta, entramos en la habitación que compartía con Namjoon; una vez estábamos lo suficientemente cerca de la cama, empujé al castaño para que se sentara en el borde, le quité el pantalón junto con la ropa interior, y sonreí al verlo sonrojado y ansioso de ser tocado.

De su boca salían pequeños gemidos, sus manos recorrían mi cuerpo con desespero, retorciendo mis pezones, lamiendo y mordiendo mi cuello hasta dejarme marcas, mientras yo masturbaba los genitales de ambos.

—¿Hace cuánto que no lo haces con alguien? —preguntó, cuando me tenía debajo de él retorciéndome de placer, pasando su lengua por todo mi torso, dejando leves mordidas y chupones al paso.

—Creo que he olvidado la última vez que lo hice. Ha pasado mucho tiempo. Sé gentil, pero no te detengas, si accedí a engañarlo contigo no fue por una única ronda.

—Está bien, obedeceré tus órdenes, hyung—la última palabra salió como un dulce gemido, mientras untaba sus dedos en lubricante.

Se sentía tan bien sentir el toque de otras manos y el recorrido de otra lengua sobre mi piel. No sentía culpa ni arrepentimiento alguno por lo que hacía, merecía una recompensa después de todo lo que había soportado, aún si me iba a ser entregada por alguien diferente a Namjoon, porque él parecía no darse cuenta de nada de lo que pasaba conmigo.

Por el contrario, Taehyung me hacía venir varias veces, estaba para mí y no me veía como una responsabilidad. Cuando todo terminó y me dejó con las piernas temblando y sin poder caminar, se quedó acostado a mi lado, abrazado a mí como un koala, dejando pequeños besitos en mi mejilla.

—Si lo dejas podrías venir conmigo. Puedo ser el mejor novio que nunca tuviste.

Se atrevió a besar mis labios con tanta ternura que no creí que fuera posible que él tuviera esos sentimientos hacia mí, y se estuviera aprovechando de la situación para sacar algo que lo beneficiara. Eso fue suficiente para desanimarme aún más, después de haber encontrado algo de paz en sus brazos, todo se fue a la mierda.

—No voy a dejarlo —intenté aparentar seriedad con mis palabras.

—Sé que algún día estarás listo para hacerlo. Esperaré hasta entonces, mientras, puedes usarme cuando él no te de lo que te mereces.

—¿Para qué voy a dejarlo, si contigo voy a estar igual o peor? Solo me quieres para tu beneficio, pero intentas pretender que no es así. Lo de hoy no significó nada, mi corazón solo tiene ojos para Namjoon, pero mi cuerpo no, entiende la diferencia.

—Está bien, me rindo —suspiró.

A pesar de la crueldad de mis palabras, el menor no se alejó de mí, aunque yo quería volver a instaurar la distancia que había entre nosotros, al igual que había alejado a la última persona que quiso consolarme por puro orgullo.

Pero, y ¿si dejaba mi ego a un lado, aunque fuera por un par de horas? ¿Estaría bien que me dejara llevar por la necesidad infantil de recibir algo de amor, aunque me estuviera conformando con menos de lo que realmente quería? Porque la única persona a quien mi corazón quería era Namjoon, el único que podía satisfacerme y hacerme feliz.

Sabía que podía estar en un estado de completa felicidad sin él, aunque el proceso de desapego sería doloroso, pero en aquellas circunstancias, para mí era inconcebible la idea de dejarlo. Todavía había esperanza para que las cosas no se fueran a la mierda, ¿cierto? Lo único que hacía falta era hablar, necesitaba decírselo todo, puesto que había llegado a mi límite. Él lo entendería y mejorará.

Quería convencerme a mí mismo de que las cosas dejarían de estar en declive si hablara con él y le explicaba lo que estaba pasando, con el objetivo de que él entendiera que mientras toda su atención estaba enfocada en una sola cosa, había otra que se estaba derrumbando por la falta de esfuerzo de su parte.

Sin embargo, en el fondo tenía miedo. Miedo de que lo ignorara, de que negara todo y me dijera que sólo estaba exagerando y buscando atención por el deseo egoísta de tenerlo a él solamente para mí. Por eso hacía un gran esfuerzo por entender lo que yo sentía y la situación que me rodeaba, prepararme para enfrentar la más mínima duda; no morir en el intento de mejorar aquella relación.

—¿Tienes hambre? —La voz de Taehyung me devolvió a la realidad y me sacó de mi propia cabeza.

Miré mi celular, y eran las cinco de la tarde. Me dio curiosidad por ver si Namjoon estaba en camino, y suspiré de alivio al ver que seguía en el hospital, o al menos, eso decía el GPS del auto que se había llevado.

Su celular, por el contrario, estaba en un parque no muy lejos, y me sentí agradecido de que el trayecto fuera largo, puesto que aún si salía en ese momento, se tardaría casi dos horas en llegar a casa, tiempo suficiente para cambiar las sábanas, almorzar, cubrirme las marcas del cuello con maquillaje y que Taehyung pudiera irse tranquilo, sin temor a cruzarse con el más alto.

—Mucha —respondí en automático, con un tono monótono y desinteresado.

—Está bien. —Se levantó.

—¿Qué quieres ordenar? —Negó ante mi sugerencia.

—Estaba pensando… en cocinar algo, es mejor. Veré qué hago con lo que encuentre en la cocina —respondió avergonzado, encogiéndose de hombros.

—No tienes que hacer eso.

—No, pero quiero algo casero. No tienes que ayudarme si no quieres, no me molesta.

Me dedicó una sonrisa tímida antes de entrar al baño, dejando la puerta casi cerrada, como si me estuviera invitando a que lo acompañara. Sin embargo, la única persona con quien disfrutaba de un baño después de varias rondas de sexo era Namjoon, y era consciente de que no quería engañar a mi mente de la misma forma que el moreno lo hizo conmigo, creyendo que yo era Hoseok. Yo no era tan indolente, no después de saber lo que se sentía ser usado de aquella forma.

Cuando el menor salió completamente vestido y arreglado, me levanté yo y me di un tiempo a solas en el baño. Me sentía ansioso por saber lo que iba a pasar cuando mi pareja llegara, tener que soportar la humillación de decirle que le había sido infiel con uno de los amigos que teníamos en común, y pedirle que habláramos del problema que había debajo.

Porque la infidelidad era la punta del iceberg, lo que se encontraba debajo de la superficie era lo que más me tenía preocupado, el dolor y las inseguridades debían abandonar las profundidades por el bien de ambos.

Después de un incómodo almuerzo, en el que ambos hacíamos nuestro mayor esfuerzo por ignorar lo que había pasado y actuar normal, sin obtener resultado; Taehyung se fue.

Me dio un abrazo y un beso en la mejilla como despedida, algo que era muy normal en él, pero ya ningún tipo de muestra de afecto que viniera de su parte podía considerarla como algo inocente y limitado por los límites de la amistad.

Ahora sabía que él me deseaba, aunque no fuera a intentar nada que yo no le permitiera, las cosas nunca iban a ser como antes, fue mi culpa haber quebrantado los límites del tipo de relación que llevábamos, y era mi deber cargar con las amargas consecuencias de no darle la mínima posibilidad de complicarme más la vida.

Aproveché el tiempo para hacer todo lo que había pensado hacer antes de que Namjoon llegara. Era una forma útil de entretener mi tiempo y descansar de la rutina diaria, que involucraba muchísimo cansancio y estrés.

Lo último que hice fue cubrir las marcas que Taehyung había dejado, y cuando terminé, me eché una siesta en la cama con Holly, para matar el tiempo que faltaba para que Namjoon llegara, que parecía ser una eternidad.

La última vez que revisé su ubicación, seguía en el área que rodeaba al hospital, y empecé a preguntarme si ese hombre realmente iba a volver a casa, o si disfrutaba tenerme esperando.

Aunque le haya pedido distancia, y había obtenido lo que quería, después de unas horas me di cuenta de que la soledad que sentía estaba más allá de lo que podía soportar, era demasiada distancia de la que ya había entre ambos.

Me acosté alrededor de las cinco de la tarde, y dormí varias horas, hasta finalmente escuchar las tres voces infantiles que reconocía tan bien, junto con la voz grave de mi pareja.

Me quedé petrificado en la cama, y Holly se bajó de la cama ante el ruido, se acercó a la puerta y me miró, queriendo que la dejara salir, pero al ver que yo me negaba y me quedaba en la misma posición, empezó a gruñir, y después, a ladrar, sin darse por vencida en que sus esperanzas de que la puerta se abriera para saludar y recibir atención se hicieran realidad.

Mi ansiedad volvió a surgir al ver la puerta abrirse, tuve que dejar la comodidad de la cama para sentarme, y quedarme mirando al más alto, en silencio. Holly salió corriendo de mi habitación, y toda mi atención se la robó Namjoon, quien encendió la luz.

Tenía los ojos cansados y rojos al igual que su nariz, una mirada triste y angustiada, solo eso me bastó para concluir que no era el momento indicado de hablar de nosotros. Necesitaba esperar, si quería tener una respuesta asertiva de su parte, que, por obvias razones, no se me podía proveer con Namjoon en ese estado tan lamentable.

—Hola —me dedicó una sonrisa forzada—, ¿has dormido todo el día? —rio bajo, y negué.

—No, solo he dormido como… dos horas. —Había una incómoda tensión en el ambiente. Tal vez él ya se hubiera dado cuenta de que le había sido infiel, y en su propia cama, la que solíamos compartir todas las noches. Cuando no pude soportar más el silencio, le pregunté—: ¿Cómo está tu hermana?

—Está en coma por un golpe que recibió en la cabeza. Parece ser que todo lo demás está bien, dentro de lo que se puede esperar después de lo sucedido. —Cerró la puerta a sus espaldas, y se sentó en el suelo, recostando la espalda contra la puerta de madera blanca.

—Lo lamento, ¿hay algo que yo pueda hacer para que te sientas mejor? —Se hizo un largo silencio.

—Dudo que puedas hacer algo por mí después de que me pediste que me distanciara de ti. Dijiste que no podías ser mi soporte emocional, ¿por qué intentas aparentar que quieres hacer algo?

Parecía que quería decir algo más, por la forma en que se calló de repente, y ahí acabó mi intento de no causarle problemas, porque no podía evitar dejarme llevar por aquella provocación.

—¿Cómo quieres que no me preocupe por ti cuando estás así?, ¿crees que puedo elegir ignorarte de la misma forma que a ti te vale mierda cómo me sienta? Sé lo que dije, pero no puedo simplemente darte la espalda ahora. —Bajó la mirada, como un perro que estuviera siendo regañado y no tuviera orgullo alguno.

—Lo siento. —Su voz seca y carente de empatía me enfurecía aún más.

—Sé que a ti te vale mierda todo eso porque estás demasiado cansado y ocupado para que realmente te importe, a veces es mejor que cierres la boca en lugar de decir mentiras.

—Está bien. —El filo cortante de la voz del más alto dio por terminada la conversación.

El silencio que llenó la habitación se sintió como un premio. Al verse carente de palabras para decir, Namjoon se levantó y se metió al baño, cerró la puerta y me dejó sopesando la tentadora idea de ir a dormir a otra habitación, lejos de él.

Sin embargo, me quedé mirando a la nada, abrazando un peluche de koala que él me había regalado, cada vez que lo veía me recordaba a él, aunque en ese preciso momento mi corazón no se llenaba de alegría, sino de dolor y caos. Eran las ocho de la noche.

Aquel domingo fue casi igual de tortuoso que uno de los peores días que tenía en el trabajo, y eso me deprimía. Cuando Namjoon salió con un short y una camisilla, me quedé mirando el vacío, evitando fijar mi mirada en sus ojos, por miedo a que otra grieta apareciera en mi corazón. En silencio se acostó a mi lado, y se quedó mirando el techo, con la misma mirada triste de hacía rato.

—Entonces…, dime con quién lo hiciste —aquella frase fue como una bofetada, tan inesperada que me dejó con la boca cerrada—. ¿Creíste que no me iba a dar cuenta de que te acostaste con alguien más en mi cama? ¿Por qué no lo aceptas y me dices quién fue? —se rio.

—Está bien. Sí, me acosté con alguien más.

—Aún no me has dicho su nombre —ronroneó.

—¿Acaso importa?

—Si no importa, ¿por qué no lo dices? —Respiré profundamente ante las ganas que tenía de golpearlo.

—Taehyung.

—¿Ves que no era tan difícil soltar un nombre? —suspiró—. ¿Sentiste algo de culpa siquiera? —¿Qué clase de interrogatorio era ese?

—No. Ni una pizca. ¿Por qué debería sentirme culpable por satisfacer mis necesidades? Tú siempre estás cansado y te importa una mierda cómo me siento. A él le importé un poco, más de lo que te importo a ti, vi la oportunidad y la tomé, y ¿qué? ¿Qué más quieres que te diga? —le sonreí sarcásticamente.

—Y eras tú el que hace unas cuantas horas me estaba reprochando por infidelidad, ah…, qué ironía.

—Lo siento… —Su voz llena de cansancio y tristeza fue lo único que me hizo sentir culpa.

—No importa. Estoy tan cansado que no puedo pensar en nada. Buenas noches, descansa. —Se giró, dándome la espalda, y me dejó con un amargo sentimiento en la boca.

—En realidad te quería a ti… —Lo abracé por la espalda, en un intento de disipar la culpa y acortar la distancia entre ambos. Intenté dormir, pero era demasiado temprano, y, aun así, Namjoon estaba tan exhausto que no podía mantenerse despierto por más tiempo.

Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora