Yoongi: Sobreviviendo

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Era detestable estar compartiendo habitación con diez personas, tener a alguien que en cualquier momento me podría golpear al bajarse de la litera, soportar los ronquidos de tres tipos y la comida de mierda junto con el cansancio físico casi diario era un desafío.

Lo único que me alegraba el día era una llamada de Taehyung o que cambiaran la dieta a algo diferente mágicamente.

Los primeros días el entrenamiento era tan insoportable que llegaba a vomitar todo el desayuno, y llegué a desmayarme tres veces en el primer mes.

Después de acostumbrarme a la rutina y al cambio de ambiente las cosas empezaron a ir mejor, no sentía que me iba a morir cuando patrullaba por la montaña, y mi puntería con el rifle mejoró rápidamente.

En aquel lugar yo no era diferente a nadie, sólo era un número más, con suerte los comandantes recordaban mi nombre. No tenía amigos, en el comedor todas las personas que posaban su mirada en mí lo hacían con desprecio, y hasta los mismos generales me ponían más presión.

Querían demostrarme que allí no era nadie, no tenía mi cómoda oficina, mi pent-house que todo el mundo envidiaba ni mis guardaespaldas para mantenerme a salvo.

Si me golpeaban sólo me enviaban a la enfermería, pero si me defendía me daban un sermón y un castigo. A veces me daban menos comida que al resto de las personas, y si decía algo me insultaban diciéndome que no me iban a consentir como sucedía afuera.

Sabía que era una pérdida de tiempo hacer algún tipo de reclamo, por lo que simplemente me quedé en silencio y me dediqué a hacer lo mejor que podía. Después limitaron mis llamadas con Taehyung, a lo que tampoco dije nada y sólo lo acepté.

Pude soportar las cosas durante los primeros seis meses, pero a partir de allí empecé a llegar a mi límite. No sólo eran los insultos, la falta de comida y el ambiente pesado, era que quienes estaban por encima de mí hacían cosas desagradables como si nada, como si yo no tuviera dignidad. Me escupían encima, a veces ni tenía permitido ir al baño y sólo me daban el desayuno y una botella de agua durante el día, nada más.

Cuando empezó uno de ellos a mirarme cuando me duchaba supe que algo no andaba bien. Siempre era con la excusa de que me demoraba demasiado en ello, pero cada vez empezó a ser más frecuente, y, aunque intentaba soportarlo, siempre terminaba llorando por la noche a causa de ello. El sufrimiento empeoró cuando la misma persona me llamaba solo a mí para llevarme al baño, pero eso ya era demasiado para mí.

—Me ves bañarme casi todos los putos días como un pervertido y no digo ni una palabra, ¿y esperas que te siga al baño como si nada? No caeré por esto —estuve a punto de gritar, lleno de ira y desagrado.

—¿No lo has entendido? Aquí eres mi responsabilidad, no me pagan lo suficiente como para ignorar las ganas que te tengo, maldito marica, eres tan irresistible como una puta. Ahora ven acá, es una orden.

Sin decir más, me tomó del brazo con tanta fuerza que me obligó a entrar con él en el estrecho espacio. Encendió la luz y cerró la puerta con seguro, dándome una mirada tan asquerosa que quería vomitar. Sacó un cuchillo que presionó contra mi garganta y volvió a hablar:

—Arrodíllate y abre la boca.

—No volveré a soportar algo así otra vez, no de nuevo, por favor... —supliqué al borde del llanto.

—Está bien, pero no me cansaré de preguntarte hasta que lo hagas. Veremos cuánto tiempo aguantas, Min Yoongi —se rio con burla, me soltó como si nada y abrió la puerta.

Antes de siquiera pensar en lo que dijo aquel hombre diez años mayor que yo, salí corriendo para seguir con mi trabajo. Decidí no prestarle demasiada atención a aquel suceso, porque las visitas en el baño se habían acabado, y por unos días llegué a ser tratado como uno más del montón, lo que me llenó de alivio, a pesar de que el frío ambiente no había cambiado.

Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora