Yoongi: Romance y dolor

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Mi corazón latía acelerado, y lo único que me impedía creer que todo eso era un sueño era el peso de la caja que traía en mis manos, como si me hiciera consciente de la realidad.

Sentía las típicas mariposas en el estómago producto del nerviosismo que tenía en ese momento, combinado con la sorpresa que me llevé al llegar a la terraza. Era como si el lugar hubiera cambiado por completo para dar paso a aquel espacio mágico e irreal que se asemejaba al paraíso, no quedaba rastro del espacio al que estaba acostumbrado.

Había flores rojas y blancas por donde quiera que posara la mirada, eran de varios tipos: rosas, tulipanes, amapolas, claveles…; en forma de pequeños arreglos que rodeaban el espacio. La iluminación era proporcionada por unas luces blancas colgadas, que también tenían algunas rosas. Encima del sofá habían cajas de varios tamaños, que tenían encima más flores.

En el centro estaba una mesa redonda con un mantel blanco, platos vacíos, cubiertos, servilletas…

Namjoon estaba en la barra de espaldas a mí, y al girarse tenía una bandeja grande con varios platos con las cosas que más me gustaban. Me dedicó una sonrisa mientras yo seguía asombrado por todo lo que él había hecho por mí. ¿Había olvidado una fecha importante?

—¿Te gusta? —empezó a poner los platos en la mesa, y dejé la caja que había en mis manos en el sofá para ayudarlo en algo, aunque fuera mínimo.

—¿Por qué… todo esto?

—Porque te amo, esa es la única razón. Te dije que quería hacer algo por ti y estaba desesperado. Bueno…, esto es a lo que llegué en medio de eso, sólo quiero hacerte saber lo feliz y agradecido que estoy de que hayas vuelto conmigo. Además, como no tuvimos tiempo de celebrar nuestro aniversario en la fecha que era…

El recuerdo de aquel día me trajo dolor. Dolía porque yo estaba en uno de mis largos viajes por el trabajo, y había tanto para hacer que me olvidé de que hacía un año exacto el sueño inalcanzable que tenía se había hecho realidad, hacía un año le dije a Namjoon las palabras que tenía estancadas en el corazón, y él había acogido los sentimientos que transmitían para estar a mi lado y amarme.

Sólo tenía la sensación de que había olvidado algo, hasta que llegué al hotel a dormir a las dos de la madrugada del día siguiente, y lo recordé vagamente al leer una carta que me había enviado Namjoon, porque estaba demasiado cansado para pensar en algo que no fuera dormir, ni siquiera pude responderle, era como si mi mente hubiera decidido borrarlo por completo.

El cansancio de aquellos días fue tal, que incluso dejé ese detalle en el olvido, y al llegar a casa tampoco tuve demasiado tiempo de estar con Namjoon para algo que no fuera dormir. Ambos estábamos tan cansados que no pudimos hacer nada al respecto, y el tiempo se llevó aquella especial ocasión para hacerla polvo, al menos hasta aquel día.

Al terminar de poner los platos, él me abrazó.

—¿Hiciste todo esto… por mí? ¿Cuánto te demoraste con todo? Es… increíble. Y lo único que pude hacer yo fue traerte unos cuantos regalos…, lo siento mucho.

—Todo un día. Cocinar no es lo mío, pero me aseguré de que todo estuviera perfecto, aunque haya tenido que hacer varios intentos y pedirle ayuda a mi hermana y varios amigos… —lo único que pude hacer fue estrecharlo en mis brazos con fuerza, y él besó mis labios—. Esto es sólo una pequeña muestra de lo mucho que te amo. No miento cuando digo que tú eres el amor de mi vida, cariño. Además, era una sorpresa, no tenías que hacer nada…

—Namjoon…, esto es demasiado para mí. Aún como celebración de aniversario…

—¿Por qué lo dices? Sabes lo mucho que me gusta regalarte cosas. No ha sido una molestia nada de esto, está bien… Anda, vamos a comer, la comida se va a enfriar.

Asentí, nos sentamos a disfrutar de la deliciosa comida, y me obligué a dejar de pensar en si era merecedor o no de regalos así. Su sonrisa me daba felicidad, al igual que su alegría y la forma en que sus ojos brillaban en aquella noche tan hermosa.

Era como si la felicidad que él sentía me hubiera sido contagiada, y dejé que mi cabeza se llenara de aquellos pensamientos que surgían bajo las emociones de mi corazón. Estuvimos hablando de cosas triviales y románticas, él sacaba todos los cumplidos que podía, mientras yo me sonrojaba y sonreía estúpidamente. 

Había momentos en los que nos quedábamos en silencio y nos mirábamos a los ojos, dándome la oportunidad de adorar el destello de sus ojos y todo el amor que me transmitía con la mirada, podía ver lo mucho que estaba enamorado de mí, y eso me hacía feliz.

—¿Cómo te diste cuenta que estabas enamorado de mí? —me preguntó de la nada, y yo sentí vergüenza al tener que contar la historia.

—Creo que desde los dieciocho empecé a pensar en ti a cada hora, tu presencia me traía una inmensa felicidad, y todo lo que quería hacer era besarte. Creí que era normal, a excepción de las ganas que me daban de besarte siempre que te veía. Dado que no había tenido ningún amigo como tú, pregunté a varias personas, incluso te pregunté a ti cómo se sentía estar enamorado, y la mayoría de la información que recolecté era justo lo que yo sentía por ti.

—En aquella época creí que te gustaba Taeyang, no creí que lo estuvieras preguntando por mí  —rio bajo.

Ojalá me hubiera topado con ese tipo en ese entonces, cuando no podía prestarle atención a nadie más, tal vez así me hubiera evitado todo el sufrimiento que viví a su lado, al igual que toda la ansiedad, las inseguridades, la depresión, los recuerdos, las heridas…

—Ni siquiera me había fijado en él en aquel entonces, solo tenía ojos para ti. Ahora, ¿cómo fue que tú te enamoraste de mí, después de tanto tiempo? Siempre he tenido esa pregunta, porque fue como si de la nada me estuvieras correspondiendo.

—Creo que es algo que siempre estuvo ahí, pero que nunca tuve la valentía de aceptarlo. Me hacía el fuerte jugando contigo, pero hacía todo lo posible por ignorar mis propios sentimientos y olvidarme de ellos. Sólo podía permitirme sentir el placer del sexo, que era la única forma en la que dejaba salir todo, tal vez por eso se sentía tan bien que no podía dejarlo, y fue lo que me permitió reprimir lo que sentía.

Esa era la razón por la que no podía satisfacerme con ninguna otra persona. No solo era placer lo que él me daba cuando estaba con él, también me daba amor. Por eso me sentía vacío cuando lo hacía con alguien más, porque no me daban nada especial.

¿Cómo fue que no me di cuenta de eso? Creí que estaba demasiado apegado a él para dejarlo ir, pero gracias a esa forma tan peculiar y cobarde de amarme fue que la llama de mi amor por él permaneció ardiendo por mucho tiempo, porque él la había estado alimentando en secreto, sin que yo me diera cuenta siquiera.

—¿Tú… sentías lo mismo que yo, desde el principio? —le mire confundido, y él se encogió de hombros.

—Tal vez, ni siquiera pude prestarle atención por temor a lo que encontraría. No quería preguntarme sobre lo que sentía, me aterraba la idea de amar a un hombre viviendo en esa casa. Después… también tenía miedo, de mí mismo, de echarlo todo a perder y perderte a ti también. No había madurado tanto como ahora, y nunca creí estar al alcance de quedarme a tu lado; no tenía lo necesario, no sé si todavía lo tenga, pero no podía seguir haciéndote lo mismo y quedarme estancado sabiendo que podía suceder algo más. Tal vez fue la soledad y la falta de amor lo que me empujó a arriesgarme.

Adoraba ver la tranquilidad con la que hablaba, al igual que escuchar su voz llenar el silencio.

—Me alegro de que te hayas arriesgado.

—Yo también. Te amo, mi divino amor —me sonrió, y yo le devolví la sonrisa.

—Yo te amo igual, vida mía. Creo que… gracias a ti sigo vivo. Estar contigo me enseñó tantas cosas durante estos años…

—¿Cómo qué? —me miró confundido.

—Me demostró que una ruptura no era el fin del mundo, que podía ser atractivo para alguien, que merecía obtener lo que quisiera cuando alguien me estuviera tocando. Contigo recuperé las ganas de vivir, porque no creí que alguien pudiera quererme después de él, que mi vida no tenía sentido sin él. La vida cobró sentido contigo. 

Se mordió el labio inferior, y sus ojos se llenaron de angustia, mientras los míos estaban felices y enamorados.

—Lamento no haberte ayudado lo suficiente cuando eso sucedió.

—Ni siquiera esperaba que lo hicieras. Sólo esperaba hundirme en la oscuridad en soledad. Una de las cosas que él más me decía era que no había nadie más en todo el mundo que me deseara para acostarse conmigo, porque era horrible, y él el único que se compadeció de mí. Y tú probaste todo lo contrario, cada vez que lo hacíamos me sorprendía ver cómo me besabas con tanta pasión, la forma en que acariciabas mi cuerpo, cómo me preguntabas a cada rato si me gustaba algo… Me hiciste ver que estaba bien preocuparme por lo que quería, aún en algo tan superficial como el sexo. Aunque fuera algo pequeño, me ayudó mucho, como el primer paso para salir de ese abismo.

Intenté esconder lo mucho que me dolía haber vuelto a ese lago oscuro, porque después de que él me hubiera sacado de ahí con sus besos y caricias, volví a ser arrojado al mismo lugar, por otras personas. Dolía reconocer cómo había salido, y volver verme atascado en esa oscuridad. Ojalá pudiera ser deseado, porque mi cuerpo era un desastre, incluso yo sentía asco al mirarlo.

Las cosas no iban a ser igual que antes, porque ahora mi cuerpo se negaba al tacto, bajo ese horrible recuerdo que me impedía quitarme la ropa para disfrutar del sexo. Dudaba en que podría disfrutarlo de la misma forma que antes, como siempre lo hacíamos, y temía no poder satisfacer sus necesidades de la forma que él quería, temía que él buscara a alguien más por culpa mía.

—Y yo creí que todo ese tiempo te estuve usando e hiriendo, incluso me culpaba por sentirme feliz… Ni siquiera me di cuenta de eso. Sólo sentí ira cuando me lo dijiste, quería probar mi punto, pero nunca hablamos realmente de eso, tal vez yo sólo quería verte confiado de ti mismo para calentarme más, porque lo único en lo que pensaba era en mí. Era tan… idiota. Quisiera abofetear a mi yo del pasado, incluso al yo de hace un mes.

También dolía verlo despreciarse tanto, darse latigazos por cada error que cometía, y yo intentando convencerlo una y otra vez que dejara de verse así.

—Está bien ahora, has cambiado y aprendiste de todo eso. Fue parte del proceso, no te culpes demasiado, no sabías hacer otra cosa, no podías ver más allá. Yo estoy feliz contigo, me gustaría ayudarte a que tú también estés feliz contigo.

—Sólo… desearía haber hecho las cosas diferente. No puedo estar feliz conmigo porque aún tengo muchas cosas por mejorar, apenas hace un mes me vine a preocupar por ti después de dejarte de lado durante tanto tiempo, apenas hace un año dejé de usarte como un juguete y verte como un ser humano y aceptar mis sentimientos.

Agarré su mano, e intenté disipar aquella niebla oscura que se cernía sobre él cada vez que hablaba de sí.

—Pero lo hiciste, eso es lo que importa, sabes que no eres perfecto, y eso está bien. No puedes hacerlo todo bien a la vez, ni saberlo todo a la primera. Yo lo entiendo, y te amo como el ser imperfecto que eres, pero también veo todas tus maravillas, y soy consciente de lo feliz que estoy a tu lado. Ojalá pudieras ver lo mismo.

—Nunca pudimos hablar de eso. En verdad lo lamento, no merecías ser dejado de lado de esa forma, es mi responsabilidad, lo siento mucho. Sé que te herí, y… me lastimé yo también, porque me obligué a apartarte para enfocarme en los problemas, y olvidé lo que me hacía feliz.

Hizo una pausa para respirar profundamente.

—Quiero hacer las cosas bien, no sabes el pánico que sentí cuando me dijiste que estabas pensando en dejarme cuando estabas con Taehyung. Me esforzaré por evitarlo.

¿Estaría bien hablar de eso, a pesar de lo tranquilas que estaban las cosas antes de que empezáramos a hablar de cosas serias? Quería evitar hablar del dolor y las cosas malas, pero había necesitado tanto hablar de ello…

—Ahora que lo mencionas… Me dolió mucho, incluso volví a sentirme de la misma forma que en el pasado: como alguien reemplazable, una opción que podía ser dejada de lado. Y la forma en que me ignoraste aquel día que fuiste al hospital… Esa pesadilla fue horrible, quería que te quedaras conmigo, y tú te fuiste, a pesar de que había llorado antes. ¿En verdad no habías notado lo mal que estaba?

Yo no podía ignorar la necesidad que tenía de decírselo todo, aún si sabía los efectos negativos que tendrían en él, porque muy probablemente se iría a torturar por eso por un largo tiempo, pero confiaba en que iría a esforzarme por ayudarlo todo lo que pueda.

—Noté algo raro, pero lo ignoré, porque tenía otras cosas qué hacer. Siempre me decías que no me preocupara por ti, y creí que eso no era algo realmente importante. Lo siento mucho.

—Hacía todo lo posible por entenderte y no ser una carga para ti, pero no podía soportarlo. Quería que te preocuparas por mí, a pesar de que yo te apartara restándole importancia a lo que sucedía conmigo, pero en realidad estabas ocupado… y yo sólo era una distracción para ti.

El silencio se hizo, y la mirada de Namjoon se oscureció aún más, tal vez producto de la culpa. Esa era la razón por la que no quería sincerarme demasiado, no quería que una incómoda conversación arruinara nuestra felicidad.

—Está bien. Ahora sé lo que querías, no volveré a dejarte de lado, aunque me lo pidas. Aunque sería mejor si evitaras hacerlo, no eres una molestia, hubiera salido de mi estupidez si me lo hubieras dicho. Eso… nos hubiera ayudado a ambos.

—Iba a decírtelo, pero llegaste llorando y… yo te había sido infiel, no era un buen momento —en aquel momento, me estaba esforzando mucho por sostenerle la mirada y no pedirle que dejáramos el tema ahí, ya fuera diciéndole que no era un gran problema y que las cosas estaban bien.

—Te lo estabas guardando durante mucho tiempo. No quiero hablar del “hubiera”, pero quiero hacerte entender que más que mi egoísmo y estupideces, esto es lo que importa —me señaló a mí, y después a él mismo.

Yo no podía evitar sentirme mal ante el recuerdo, pero intenté enfocarme en sus palabras, en lugar de mis emociones.

—Para ti, a veces hay que priorizar el “yo”, en lugar de mi comodidad. El ponerte en primer lugar ayuda a la relación, si no es de una forma egoísta, como yo lo he hecho. Yo te dejo de lado, pero tú ignoras tus propias necesidades, todavía tenemos que trabajar en eso. Así que no dudes en decirme las cosas que te hieren, no te acomodes a algo que sabes que no está bien. A veces tú entiendes mejor las cosas, ayúdame a no lastimarte, por favor. Yo te voy a poner como la máxima prioridad y voy a tenerte presente, como una parte fundamental de mí, porque eso es lo que eres.

—Está bien.

Aunque había dejado de entregarme a él por completo, habían cosas que todavía debía mejorar, porque era difícil erradicar el problema de raíz, estaba tan acostumbrado a ignorar mis propias necesidades por él…

Y aunque la primera vez todo dejó de ser tan extremo, ahora veía la necesidad de hablar sobre lo que yo sentía, porque él no podía notarlo todo, incluso ignoraba varias cosas, y yo debía poner de mi parte. Era una verdad incómoda, pero necesaria; toda la conversación fue incómoda desde el momento que tocamos cosas serias.

—Esto… —dije yo, después de un rato en silencio— es incómodo. —¿Él se sentiría igual que yo?

—Lo siento, me esfuerzo en evitarlo, pero es algo natural, supongo. Tenemos que acostumbrarnos a estas conversaciones incómodas, ¿sabes? Hablando claro es la única forma de evitar caer en los mismos errores —me sonrió tranquilamente.

—Me alegra estar contigo, porque yo no tengo idea de cómo manejar estas cosas —suspiré, llevando mi mano a mi cuello para rascar la zona.

—Poco a poco iremos aprendiendo. Eres el amor de mi vida, no te voy a dejar ir tan fácil. Odio el remordimiento que queda cuando no se hablan las cosas, no quiero que eso nos pase.

Lo decía por Hoseok, él ya había tenido esa experiencia y había aprendido de ella. Por otro lado, yo apenas me venía a dar cuenta de que así era que se trataban los problemas, y esta era la forma que debería tener algo estable y sano. Lo que teníamos era algo hermoso.

—Yo… lamento haberte engañado con Taehyung ese día. En ese momento dije que no me sentía culpable, pero ahora… lo siento. Me dejé llevar de la desesperación y mis propias estupideces, porque, ¿qué me costaba aguantar un poquito más? No sólo traicioné tu confianza, sino que también terminé perdiendo un amigo por mis caprichos, porque incluso cuando me quedé con él ni siquiera evité que me besara.

Se sentía un alivio decir las palabras que necesitaba sacar durante tanto tiempo, a pesar de recordar la culpa y la frustración que tenía conmigo mismo. Aunque ni siquiera podía mirarlo a los ojos, sólo permanecía mirando los palillos con una expresión afligida.

Después de que él me dijera sus inseguridades del asunto, me pregunté: ¿cómo había dicho que no me arrepentía, cuando le había generado tantas inseguridades con algo que creí que no significó nada?

La culpa llegó a mi corazón rápidamente, y me arrepentí. Porque, en realidad, a quien quería todo ese tiempo que pasé con Taehyung, era a Namjoon; no lo hice porque tenía algún interés en el castaño, lo hice por el sentimiento egoísta de ver una oportunidad para cobrarle a mi pareja por todo el daño que me había hecho. Sin embargo, el que salió perjudicado fui yo, y con castigo doble.

—Está bien. Te perdono, aprecio que asumas la responsabilidad —respondió rápidamente con voz tranquila.

—Creí… que ibas a dejarme. Estaba siendo un completo idiota aquel día, y tú sólo lo aceptaste, sin decirme nada más que lo de esa noche, sin actuar raro, como si nada hubiera pasado. Eso… fue lo que me hizo darme cuenta de mi error —me atreví a mirarlo a los ojos, y vi la misma tranquilidad de siempre, aunque no sonreía.

—Eran las consecuencias de mi negligencia. No siento rencor hacia ti, entiendo por qué lo hiciste, sólo siento rencor hacia mí por crear las condiciones para que eso sucediera. Habías aguantado por mucho tiempo, es normal que te cansaras de eso. No tenía sentido enojarme contigo, porque no serviría de nada, sólo me alejaría más de ti. Ese día fue que desperté del engaño en el que yo mismo me metí.

—No sé cómo lo hiciste. Aunque pasó algo tan… lamentable, las cosas mejoraron, y sólo pude saber lo que pasaba por tu mente días después. En realidad te causé daño, y tú sólo lo escondiste.

—Preferí trabajar en mejorar lo que está afuera de mis pensamientos, porque si me concentrara en hacerme cargo de ellos, las cosas seguirían igual. Lo mejor que podía hacer era seguir adelante, después de aquella noche que me derrumbé frente a ti. No tenía sentido desahogarme una y otra vez, lo que mostré… estuvo bien, ni más, ni menos.

—Si tú dices que está bien, entonces está bien. Confío en ti, te amo —fue lo único que se me ocurrió decir para aligerar el ambiente, con una sonrisa tímida.

—Yo también te amo, cariño —su sonrisa me trajo paz, después de la tormenta que había dentro de mí—. ¿Sabías que mi mánager me pregunta a cada rato sobre el motivo por el que todas las canciones que escribo son de amor?

—No. ¿Es en serio? —me sonrojé, y reí.

—No es broma, la mayoría del tiempo solo puedo pensar en eso, es como si las palabras fluyeran tan  fácilmente… Debería acreditarte en ellas, después de todo, tú eres la inspiración detrás de todo eso.

—Eres un idiota enamorado… —le miré con diversión, mientras tomaba de la copa de vino.

—Es tu culpa. Mi amor por ti crece cada día más. Hoy te amo más que ayer, pero menos que mañana.

—El amor que te tengo también crece cada día. En este momento, está creciendo mucho, me pregunto si podré con tanto.

—Puedes compartirme lo que quieras para que no sea una carga pesada —me guiñó el ojo.

—Te lo daré todo, es tuyo.

—Todo mi amor también es tuyo, tómalo todo.

Cuando la comida se acabó, nos pusimos a lavar los platos, a pesar de la insistencia de Namjoon en dejarle todo a él. En medio de risas y una conversación estúpida terminamos aquella tarea, para sentarnos en el sofá, con una botella de whisky a abrir todo lo que él me había comprado.

—¿Cuánto dinero gastaste en todo esto? —le pregunté, viendo todas las cajas en una pila: doce, el total que años que llevábamos desde que nos conocimos.

—Lo necesario para ser merecedor de un regalo tuyo —me sonrió. Su brazo rodeaba mis hombros, y me daba besos de vez en cuando, al igual que caricias en la mejilla.

Había un par de relojes, uno blanco, y el otro negro, eran accesorios de pareja; ropa hermosa de varios colores y de las marcas más costosas, más joyería, perfumes, afrodisiacos de varios tipos, lencería…

Una de las cajas estaba llena de mis chocolates favoritos, otras, de los licores que más disfrutaba. La última caja era un retrato de ambos, una foto tomada pocos meses después desde que empezamos a salir. Cada una venía acompañada con una carta distinta, que leería después, porque ahora sólo quería enfocarme en Namjoon.

—¿Te gustó todo? —habló el rubio cuando terminé con la última caja.

—Todo es perfecto… Me conoces bien. Sólo tengo una pregunta, ¿quieres que me ponga esto —le mostré la caja con la lencería de encaje color negro— hoy? —Estaba haciendo un gran esfuerzo por no sonrojarme en aquel punto.

—Más de diez años sirven de mucho. No tiene que ser hoy —rio bajo—. Puedes usarlo cuando tú quieras. Sólo… creí que te quedaría bien, porque el negro te luce muy bien —me dio un beso en los labios.

—Gracias…  Creo que nunca he recibido tantos regalos en una noche.

—Todavía falta uno. Me gustaría una sesión de fotos…, de esas que hacen las parejas comprometidas, con álbum y todo. Sería divertido. —El sonrojo de mis mejillas se intensificó con esas palabras.

—Pero… no estamos comprometidos —bajé la mirada.

—¿Tienes idea de cuántos anillos te he regalado hoy?

—Aun así, no vamos a casarnos… —suspiré desanimado, y Namjoon tomó mi rostro entre sus manos, lo que hizo que pudiera mirarlo a los ojos.

—La única razón por la que no me caso contigo es porque no es legal. Si pudiera, te pediría matrimonio hoy mismo, empezaríamos los preparativos como una de esas estúpidas bodas que todo el mundo envidia y les diríamos a todo el maldito mundo que estamos casados. Esto… es lo más cercano que podemos hacer a una boda, ojalá pudiéramos hacer más, pero no se puede, por muchas razones.

—Lo entiendo. Sería divertido… una boda —reí, con la imagen mental, aunque muy probablemente me costaría mucho divertirme en una ocasión así, debido a toda la ansiedad que tendría acumulada—. ¿Quieres ver mi regalo?

—¿Un regalo? —ladeó la cabeza curioso, y le entregué la caja que había dejado cerca al sofá.

—No es demasiado, pero… siempre me das regalos, así que quería hacer lo mismo —miré cómo quitaba la cinta azul de la caja blanca, y sacaba todo, con una mirada brillante y feliz.

No era una caja pequeña, pero no se comparaba a todo lo que él me había dado. Le regalé varios libros firmados con notas de los autores para él, un par de lentes, velas aromáticas, dulces y café importados, cartas a mano, flores, tequila, y un peluche de un gato blanco, porque siempre que veía uno me lo mostraba para decirme que se parecía a mí.

—Estuve buscando estos libros por meses… ¿Qué tuviste que hacer para conseguirlos? —fue lo primero que dijo, con una cara de sorpresa.

No podía olvidarme de todas las veces que me hablaba de un libro que quería que era escaso en el mercado, y de lo mucho que le gustaría tener autógrafos de sus autores favoritos, de la misma forma que sus fanáticos deseaban tener álbumes autografiados por él.

—Tengo mis medios. Tener influencia en el mundo de los negocios ayuda bastante a conseguir regalos raros. —Besó mi mejilla por cada libro.

—Oye… este gato se parece a ti —sonrió, sacando el peluche—. Es casi tan lindo como tú.

Después de terminar la botella, organizamos lo primordial para irnos a la cama, bajamos los platos a la cocina, organizamos las flores para conservarlas, las cajas de regalos en una de las oficinas —a excepción de las cosas para adultos—; todo para encerrarnos en la habitación y darnos una ducha, por separado.

Primero entré yo, y tuve un tiempo para estar a solas con mis pensamientos, agradeciendo el sentimiento de felicidad que me abrigaba el pecho, aunque al ver mi cuerpo desnudo en el espejo, el malestar volvió.

No pude evitar mirarlo todo en el grande espejo, las grandes cicatrices por donde quiera que mirara, y el recuerdo doloroso volvía a repetirse, aunque no sólo de las cortadas, sino con la forma cruel e inhumana en que mi cuerpo fue usado como un objeto sexual, y todo el sufrimiento y la humillación que sentí al no poder hacer nada. Volví a sentirme sucio, y a preguntarme si algún día podría disfrutar ser tocado de la misma forma que antes.

También recordé la lencería que me había sido regalada, y me pregunté si mi cuerpo podría verse menos miserable con aquel conjunto de encajes, mallas y medias veladas. ¿Valdría la pena intentarlo, aunque fuera para evitar que él se fuera de mi lado por alguien más que le pudiera dar el culo?

Aunque no era la motivación que quería, era algo que tal vez me haría superar uno de mis mayores temores. Después de exfoliarme la piel, al salir de la ducha, me eché una crema hidratante, organicé mi cabello, y salí del baño, recibiendo un dulce beso del rubio.

Rogaba porque el menor se demorara, porque tenía que averiguar cómo ponerme todo eso, organizar la cama, sacar varias cosas…; y tenerlo todo listo.

A pesar de lo mucho que lo odiaba, tuve que mirarme al espejo por largos segundos para acomodar todo, y lograr que mi cuerpo se viera deseable para él. Lo que vino después fue más fácil, al igual que rápido, por lo que pude tenerlo todo como yo quería para cuando el menor saliera del baño.

Me acomodé en la cama de lado, con el corazón a mil, con un condón en la boca, con la punta del empaque entre los dientes, sosteniendo mi cabeza con una mano, mientras que la otra estaba sobre la rodilla flexionada. Al encontrarme con sus ojos, sus mejillas se sonrojaron, sus ojos se abrieron con sorpresa, y se quedó parado frente a la cama, con sólo el bóxer, y la toalla sobre sus hombros. Dejé caer el condón.

—¿Te… gusta? —mis mejillas también empezaron a arder.

—Me encanta. Eres hermoso, en todas las formas posibles —me relajó que lo dijera sin titubear.

Dejé el condón en la cama, y le dediqué una sonrisa coqueta antes de levantarme, rodear sus hombros con mis brazos y besarlo con lentitud, mientras la ansiedad crecía dentro de mí.

Sus brazos rodearon mi cintura y me pegó a él. Al separarnos, empecé a besar su cuello, antes de que pudiera sentir su lengua recorrer mi piel. Podía soportar sus manos dar suaves caricias, estaba agradecido de que sólo fueran eso, y no arañazos dolorosos.

Después, bajé por sus clavículas, hasta su pecho, y todo el camino hasta llegar a aquella zona erecta que muy probablemente me iba a dar arcadas y dolor, que no sabía si iba a poder soportar, mientras le daba placer con mi mano para disminuir el tiempo de tortura para mi boca.

Sentí mi garganta arder, y quería dejarlo, pero me obligué a seguir, bajo la dicha que me daban sus gemidos, y la forma en que tiraba con suavidad de mi cabello, acariciándolo, consintiéndome, en lugar de forzarme a ir más profundo, como predecía aquel instinto que me impedía disfrutar del acto.

Me gustaban sus palabras llenas de cariño entre los gemidos, lo que le decía a mi conciencia que bajara la guardia, porque no iba a ser herido aquella noche, aunque era un trabajo muy difícil, y hacer dos cosas complicadas a la vez era contraproducente.

Cuando finalmente pude sacarlo de mi boca, me acosté en la cama, y él tiró la toalla al suelo para subirse encima de mí. Lo único que hizo fue besarme con desespero, mientras una mano jugaba con mis pezones, aunque no era nada doloroso, pero constantemente me preparaba para aguantar un dolor que todavía no llegaba.

Le dejé besar y lamer las zonas de mi cuerpo que no estaban cubiertas, hasta que su mano llegó a aquella entrada y sentí la necesidad de proteger mi cuerpo del peligro. Sin embargo, lo reemplacé subiéndome sobre él para masturbarme frente a sus ojos, en una posición que creí menos riesgosa, con más probabilidades de huir.

En sus ojos sólo veía deseo, mientras yo hacía todo lo posible por sentir algo de placer en medio de todo, que solo fue posible cuando empecé a tocarme, aunque estar nuevamente bajo ojos ajenos, a la expectativa de mi próximo movimiento, disminuía mi satisfacción, pero yo quería seguir empujándome a seguir.

Mirarlo a los ojos me intimidaba en aquel momento vulnerable, y ni entendía por qué, en sus ojos no había nada que me dijera que me iba a hacer daño, y había un infinito cariño hacia mí, pero aún sentía temor.

Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora