Yoongi: Lamento

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Incluso mientras dormía recordaba el llegar a aquellos baños cubiertos por el olor típico del sexo, junto con el de la sangre. Él la embestía con fuerza contra el suelo, solo tenía los pantalones abajo, y gemía lleno de placer, como si estuviera en su propia habitación, aquella mujer siguiera siendo su esposa y le estuviera gustando tener relaciones con él.

Ella no tenía nada de ropa, estaba completamente desnuda, tapándose los ojos con el antebrazo, apretando los puños y haciendo sangrar las palmas de la fuerza que implementaba para no quejarse ni sollozar.

Tenía moretones en todo el cuerpo, especialmente en las áreas del cuello, los senos, los muslos y las caderas. A pesar de sus esfuerzos por contenerlas, lágrimas bajaban por sus mejillas, aunque ella aparentaba que eran de placer, y eso parecían, por los gemidos forzados que salían de su boca.

Toda la escena daba la impresión de que eran dos personas que se habían metido ahí para satisfacer su deseo de tocar al otro, pero era fácil identificar que la forma en que ella actuaba no era la de alguien que estuviera disfrutando del sexo, además de las marcas en sus muñecas, un golpe que se veía en su mandíbula, y cómo mordía sus labios hasta hacerlos sangrar.

Era imposible que esa mujer lo estuviera disfrutando. En un principio, cuando entré, creí que me había confundido y había entrado en un mal momento, pero como ninguno se percató de mi presencia, pude darme cuenta de que esa mujer era bastante parecida a la hermana de Namjoon, y me quedé petrificado, observando por unos segundos.

Cuando llegué a la conclusión de que era una violación, me sentí culpable por no haberlo identificado más rápido, por alargar el sufrimiento de esa mujer de una forma tan cruel, y todo lo que quería era golpearme a mí mismo.

Decidí actuar, pero lo único que logré fue que el tipo sacara su pene de la mujer. Ni siquiera le di tiempo de subirse los pantalones, por lo que al intentar golpearme tropezó y cayó.

Me dejé envolver por la ira, hasta me atreví a golpear al tipo a diestra y siniestra, pero pronto me di cuenta de que él era más fuerte que yo, y estaba impulsado, además de la ira, por el alcohol. Me dio una paliza, en todo el sentido de la palabra.

Fueron pocos minutos, pero se sintieron una eternidad, todos mis esfuerzos parecían en vano, dejé de creer que ganarle era una posibilidad, y llegué a concluir que lo único que necesitaba hacer era mantenerlo entretenido y alejado de Soyeon mientras Namjoon llegaba. En el sueño parecía que la tortura no tenía fin, como si Namjoon nunca llegara a salvarme, como había pasado en realidad.

—¿Por qué te quedaste mirando, maldito pervertido? —gritó el hombre— ¿Te gustó?, ¿quieres intentarlo? —Empecé a negar, inmediatamente.

—No, lo siento… Creí…, creí que era otra situación…, no quería… —empecé a llorar.

—Entonces, ¿por qué le haces eso? —Aquella era la voz de Namjoon, pero la escena ya no era la del tipo golpeándome, era Namjoon viéndome con una cara llena de odio, asco y horror. No entendí a qué se refería, hasta que miré al frente, y era yo quien estaba violando a su hermana.

Me empecé a golpear, con toda la fuerza que tenía, intenté detenerme, salir de esa pesadilla, volver a la realidad, pero solo podía llorar ante la inutilidad de mis acciones.

Pellizqué y arañé mi piel hasta que pareciera que me la estuviera arrancando, y solo así pude despertar. Cuando lo hice, me di cuenta de que Namjoon estaba sentado sobre mis piernas, agarrando mis manos, jadeando, con un moretón en la mejilla, y la marca de tres uñas en la mandíbula, mirándome preocupado. Apenas podía distinguir sus facciones por las lágrimas que nublaban todo.

—Gracias a dios…, despertaste. —Me liberó, y me abrazó. Mi llanto se hizo más fuerte, al igual que su abrazo— ¿Qué estabas soñando? —Él estaba preocupado.

—Fue horrible… —sollocé. Fue lo único que pude decir, no quería hablar de eso, sólo quería ignorarlo, borrarlo de mi memoria y seguir adelante.

—Está bien, no voy a insistir más. —Hizo ademán de levantarse y alejarse de mí, pero rápidamente agarré sus brazos con fuerza.

—No me dejes solo…, por favor. —Asintió, y lo único que hizo fue acostarse a mi lado para abrazarme de nuevo— ¿Crees… que soy una buena persona? —Namjoon se desconcertó con la pregunta, aún así, asintió de inmediato.

—Por supuesto que lo eres, cariño. —Ni siquiera eso podía calmarme, por más que quisiera creer en sus palabras, todo lo que podía sentir era culpa y dolor.

Pasaron largos minutos en silencio, en la misma posición, hasta que dejé de llorar y Namjoon volvió a hablar—: Oye…, necesito decirles a los niños que su madre está hospitalizada y ver si me quieren acompañar a verla o se quedarán aquí contigo. Sé que es difícil para ti también, pero…

—Tienes otras prioridades. Lo entiendo, no debí haberte retenido para que te quedaras conmigo, lo siento.

Lo solté, y me di media vuelta para que no viera lo dolido que estaba. Era infantil y estúpido en cierto punto, ponerme por encima de personas que lo necesitaban a él mucho más que yo solo por querer ser egoísta, aunque fuera una vez.

—Lamento que sea así. —Sentí cómo se levantó para entrar al baño y cerrar la puerta a sus espaldas, dejándome solo.

—Ah…, soy un idiota. ¿Por qué me dejé llevar? —me quejé contra mi propia estupidez.

Abracé mis rodillas y me escondí en la cobija. Ni siquiera quería mirar la hora, solo quería cerrar los ojos y olvidarme de mí mismo, de lo que estaba pasando a mi alrededor y las imágenes horrendas que cruzaban por mi mente.

Quería hundirme en la negrura, no sentir, ver ni escuchar nada, solo estar en un vacío infinito y tener paz, aunque sabía que era una fantasía que no iba a ser cumplida. Ni siquiera cuando escuché el sonido de una puerta abrirse me quité la cobija de encima.

Escuchaba el sonido de la tela contra su cuerpo, cómo se echaba el perfume y el ambiente quedaba impregnado por un leve y delicioso olor que me iba a recordar a él durante el resto de mi vida.

Después de que la puerta de la habitación fue cerrada, y no volví a escuchar sonido alguno, me quité la cobija de encima, y sentí un gran alivio al verme completamente solo. Me levanté, busqué tanto en el vestidor como en el baño a Namjoon, pero se había ido.

Me metí al baño, al fijar mi mirada en el jacuzzi recordé lo que había pasado la noche anterior, cómo lo había consolado cuando se estaba derrumbando. Me metí a la ducha para no gastar tanta agua, pero me quedé un largo rato parado, sintiendo cómo el agua caliente se deslizaba libremente por mi cuerpo, al igual que el leve ardor que me provocaban las heridas.

Cuando salí, me vestí con ropa casual: una sudadera negra y una camisa blanca; organicé la cama y me quedé sentado en el borde de la misma debatiéndome entre salir de la habitación o quedarme encerrado.

Mi cobardía me decía que debía encerrarme hasta que Namjoon me necesitara, si es que llegaba a hacerlo —sería mejor si sólo ignorara mi existencia—, muriéndome de hambre y teniendo nada más que agua para consumir.

Con la ansiedad comiéndome por dentro, salí de la habitación. Miré en dirección a las habitaciones de los niños, y solo una de dos, estaba abierta. Me acerqué en silencio a la otra y pegué mi oreja a la puerta. Escuché la voz de Namjoon, aunque no podía distinguir qué decía.

Me alejé a las escaleras, bajé a la primera planta, vi varios juguetes tirados en el suelo, y la única que notó mi presencia fue Holly, quien corrió en mi dirección tan pronto como escuchó mis pasos. Su colita se movía alegremente, daba saltitos para que yo la cargara, y cuando lo hice, me lamió la cara; fue lo único que pudo sacarme una sonrisa.

Después de quedarme parado al inicio de las escaleras consintiendo a mi perrita por un rato, la dejé en el suelo y fui a la cocina con el objetivo de prepararme el desayuno, pero cuando empecé a buscar encontré un plato con wafles, huevo, rodajas de plátano y fresas, y una nota al lado con un “Holly ya comió. Te amo” y un corazón, escritos por Namjoon.

Solo tuve que sacar la miel y el yogurt de fresa, servirlo en un vaso para sentarme en la barra y comer en silencio. Estaba extremadamente cansado, no solo porque mi batería no podía recargarme, sino porque me sentía culpable de estar con él y pedirle cosas todo el tiempo, aún si era porque necesitaba salir de esa época en la que habíamos perdido cercanía.

Incluso cuando terminé de desayunar seguía solo. Lavé los platos, empecé a recoger los juguetes y a guardarlos en la caja que había en la sala, aunque sabía que no era mi responsabilidad, porque los niños estaban enseñados a organizar sus cosas.

Sin embargo, todo lo que quería era mantener mi cuerpo en movimiento, ocupar mi mente en hacer algo para escapar de mis preocupaciones. También intenté tirarme en el sofá y ver alguna película, pero terminé distrayéndome. Cuando me rendí, apagué el televisor y me fui a dar una vuelta por el gran jardín.

Cuando llegué al parqueadero, me quedé un largo rato mirando todos los autos que Namjoon tenía. Desde autos sencillos y baratos que no llamaban la atención, hasta los deportivos y extraordinarios en los que todo el mundo se fijaba al verlos pasar.

—¡Hola! —su alegre voz me devolvió a la realidad de un sobresalto, al igual que el inesperado abrazo que me dio por la espalda.

—Oh, eres tú. Hola. —Me obligué a sonreír, aunque al ver aquella sonrisa falsa, el brillo de sus ojos se apagó.

—¿Te sientes mejor?

En un principio no entendí a qué se refería, hasta que el amargo recuerdo de esa pesadilla volvió a mi cabeza, y la paz que había adquirido se fue por el drenaje, dándome otro motivo por el que entristecerme. ¿Por qué me tenía que arrebatar la tranquilidad preguntándome sobre eso?

—No lo sé, ahora creo que son otras cosas las que impiden que mi estado mejore… —No sabía si decirle el motivo de mi malestar justo después de lo que le había pasado a su hermana, si hubiera una forma de callarme y hacer que callara sobre el tema…

—¿Es por lo que sucedió anoche con Jungkook? —Esa era mi oportunidad. Al escuchar su voz preocupada, rápidamente asentí, en un intento por escapar de la verdad.

—Sí, es eso. Una estupidez, ¿no es así? —Suspiré, y él besó mi mejilla.

—No significó nada… —Empezó a explicarse, pero yo lo detuve.

—¿Vas a aceptar su propuesta? ¿Te vas a ir a una cita con él y luego te vas a acostar con él?, ¿o me vas a mentir con que no te llamó la atención? —Namjoon rompió el abrazo, y yo aproveché para dar media vuelta y mirarlo de frente, desconfiado.

Ni siquiera sabía yo por qué me dejaba llevar por aquel impulso destructivo, le estaba reprochando por el motivo equivocado, era perfectamente consciente de ello, pero se sentía tan bien desahogarme, aunque fuera de la manera incorrecta.

—¿Qué? No, no voy a ir con él a ningún lugar. —Su expresión se tornó confundida e insegura.

—Entonces ¿por qué le diste tu número? —Mi energía se estaba agotando, muy rápidamente.

—Sólo quería divertirme un rato, en ese momento. No quiero hacer nada más con él. Y aún si hiciera algo, te lo diría, antes o después, pero no te mentiría sobre algo así. Lo prometo. —En aquel momento, Namjoon intentaba recuperar la seguridad que yo le había hecho perder, y lo estaba logrando.

—Está bien. Supongo que con el tiempo se resolverá. —Decidí rendirme.

—No te voy a ser infiel. ¿Qué más quieres que haga?

—No lo sé, un poco de espacio no estaría mal. Estoy cansado, Namjoon, no puedo seguir gastando mi energía ayudándote a que te sientas mejor contigo mismo, porque llegaré a un punto en el que ni siquiera podré ayudarme a mí por dártelo todo. —Su rostro se quedó en blanco, sin expresión alguna, tal vez por la sorpresa que le causaron mis palabras.

—Está bien, te daré todo el espacio que quieras. Lo único que te pido es que me avises cuando me quieras de vuelta. Si te quieres ir de regreso a tu apartamento, está bien, no te voy a detener, si no quieres oír nada de mí… —Tomé su rostro entre mis manos, y lo interrumpí, otra vez.

—No me voy a ir. Aunque quisiera hacerlo, me tardaría un tiempo en irme, porque he puesto en arriendo ese apartamento, necesitaría empezar a buscar uno nuevo, y… no tengo el tiempo ni la energía suficiente para eso. De hecho, ni siquiera me quiero ir de aquí. Lo único que te dije es que no puedo ser tu único soporte emocional todo el tiempo. Al menos, no en este momento, estoy agotado.

—Bien —suspiró—. Por cierto, iré al hospital con los niños a visitar a Soyeon, me tardaré un rato. —Asentí, en silencio.

Bajó la mirada, y se quedó un rato mirando el suelo, angustiado. Incluso hizo ademán de darme un abrazo a modo de despedida, pero lo esquivé porque sabía que si lo aceptaba terminaría diciéndole todo y rompiéndome frente a él.

Pero el más alto no estaba en condiciones de darme el mismo consuelo que yo le daba, aunque podría entender la situación a la perfección, eso significaría otra preocupación que no lo dejaría respirar en su tiempo libre, como había sucedido con el asunto de la denuncia y el juicio de su hermana.

Sin embargo, eso no significaba que yo estuviera bien con eso; al contrario, dolía mucho aceptarlo, porque no podía ignorar el hecho de que él tenía una sobrecarga emocional que yo no quería empeorar. No quería verme como un egoísta desconsiderado.

En silencio, Namjoon se subió a una camioneta y arrancó, pero en lugar de seguir el camino hasta el portón, lo siguió en la dirección opuesta, que llevaba a la mansión. Una vez me quedé solo, otra vez, empecé a llorar.

Lloraba porque era difícil sentirme tan lejos de él teniéndolo tan cerca, estaba harto de guardarme el dolor que implicaba ser dejado de lado por cosas más importantes, pero yo no quería causarle problemas, eso lo tenía muy claro desde el principio; aunque implicara no decirle nada de cómo me sentía en realidad, callarme y mostrarle una sonrisa para no generarle más estrés.

Pero esa máscara se iba quebrando más con cada día que pasaba, y yo debía guardármelo todo, aunque por dentro me estuviera destruyendo; y eso se veía reflejado en la relación, que ya no era la misma desde que ambos nos ocupamos de otras cosas.

Incluso ahora que me dio la oportunidad de decírselo, sentí que solo me buscó porque sentía que era su responsabilidad, no sabía si era algo real o un engaño de mi mente para hacerme sentir peor, diciéndome que, en realidad, yo no le importaba, solo quería usarme para sentirse bien consigo mismo y demostrarse que aún me quería; lo sabía por el desinterés en sus palabras, y la forma en que se puso a la defensiva tan pronto como creyó que había acertado con el motivo de mi tristeza.

Todo eso me trajo dolorosos recuerdos del pasado, no pudo mantenerme en su lista de prioridades por mucho tiempo, porque no había sucedido nada que robara su atención, y cuando llegó, yo había dejado de ser importante para él.

Ni siquiera por las noches demostraba interés en mí, que era el único momento del día en el que estábamos solos. Sólo me abrazaba como si fuera un peluche, y se dormía, sin decirme algo más que “buenas noches”, ni siquiera un “te amo”, nada, era como si se hubiera olvidado del hecho de que yo era su pareja, por completo.

Me dejé caer al suelo para abrazar mis rodillas y seguir llorando en una posición más cómoda, pero no había forma de que esa posición pudiera ser menos molesta.

Solo me levanté cuando el cuerpo me empezó a doler por lo incómodo que era estar sentado en el asfalto llorando.

Caminé de vuelta a la mansión, que estaba completamente vacía, los tres niños se habían ido con Namjoon, y yo tenía todo el lugar para deprimirme y no tener que esconderlo ante nadie, ya no tenía la necesidad de esconderlo todo debajo de una máscara, mostrar una fortaleza y una tranquilidad que ya no existían en mí.

Bajo esa línea de pensamiento, me llevé dos botellas de vino y una copa a la azotea para seguir llorando en compañía del alcohol. Me recosté en una de las hamacas, serví la primera copa y reanudé con el llanto de inmediato.

Estuve así por varios minutos, hasta que iba por la mitad de la primera botella y recibí una llamada, que ignoré por completo. Después otra, y otra, y varias más, hasta que me harté y con un gruñido respondí, sin fijarme en quién era.

—¿Qué coño quiere? —grité, enfurecido.

—Oye…, hyung, ¿todo bien en casa? Lo siento, sólo quería oír algo de ti, hace mucho que no hablamos fuera del trabajo. Te extraño —era la voz de Taehyung, que me dejó desconcertado, era inusual que alguien necesitara mi compañía. Lo que me hizo acordar de cuán solo estaba en ese preciso momento, y el dolor en mi pecho aumentó.

—Lo siento… Sí, todo está bien, no te preocupes —volví a mentir.

—Entonces ¿por qué te escuchas como si estuvieras llorando?, ¿estás seguro que todo anda bien? —Se me escapó un sollozo, y me maldecí internamente— ¿Estás en casa? ¿Quieres que vaya por ti?

—No…, estoy solo.

—Está bien, llegaré en cinco minutos.

—Estoy en la azotea.

—Bien, nos vemos. —Colgó la llamada.

Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora