No creí que fuera tan difícil vivir con cuatro personas al mismo tiempo, aún más sabiendo que tres eran niños. Aunque no esperaba que unos niños con menos de doce años fueran igual de tranquilos que Yoongi, sabía que la paz que se sentía en la mansión iba a dejar de existir cuando ellos llegaran.
Y, aun así, me impactó el cambio, me tomó bastante tiempo acostumbrarme a no estar solo con mi novio todo el tiempo, cocinar para cuatro personas más, escuchar risas y conversaciones infantiles, y limitar el tiempo que pasaba a solas con el pelinegro.
Al principio me incomodaba tener que limitarme con Yoongi en mi propia casa, no gritarle cosas obscenas para hacerlo reír, lamer su cuello de la nada, darle nalgadas cuando pasaba cerca, tener sexo a cualquier hora, hacer planes para los dos…
Cuando hablábamos de eso, me decía que también era difícil para él. Solo podíamos tener sexo cuando era muy tarde, y lo hacíamos con el miedo de ser interrumpidos o que pudieran escuchar algo, por lo que buscábamos desesperadamente un espacio en el que los cuatro estuvieran fuera, y al encontrarlo, era una verdadera recompensa, lo que hacía el asunto una verdadera búsqueda del tesoro.
—Los niños son lindos, pero vivir con tres… es difícil. Me gusta no estar tan solo todo el tiempo, pero…, ah, no me gusta tener que cambiar los hábitos que teníamos antes. Pero no es algo que no pueda soportar, me siento bien con ellos, aunque aún no logro llevarme bien con tu hermana. —Me confesó en una noche en la que le pregunté sobre cómo la estaba pasando.
Era hasta entretenido convivir con más personas. Me divertía ver cómo se arruinaban los planes que armaba casi todos los días debido a cualquier cosa que los niños o mi hermana idearan, como una salida, un conflicto…
Por el contrario, a Yoongi sí le molestaba que sus esperanzas de irse conmigo a algún lugar para tener una cita se vieran frustradas. En un principio se sentía como si estuviera teniendo a unos huéspedes, por lo que medía muchísimo mis palabras, y siempre procuraba mantener un tono amable con todos.
Aunque eso fue mientras me acostumbraba al hecho de que iba a vivir con ellos por un largo tiempo, probablemente no para siempre, pero no iba a ser una o dos semanas, ni un mes solamente. Cuando me acostumbré por completo, el tono amable y carismático se había ido, y podía llegarme a ver demasiado irritado con varias cosas.
Un sábado por la mañana, se supone que era un día para descansar del estrés de la semana, y aunque había dormido bien, no tenía la actitud para soportar otra carga más, por lo que me mantenía literalmente pegado a Yoongi, que era la mayor fuente de energía que tenía en aquel momento.
Era el mayor tiempo que podíamos permitirnos, por lo que teníamos esa tendencia de hacernos inseparables los fines de semana, y demasiado románticos e idiotas entre nosotros, aunque el peor era yo. Y por obvias razones, a las personas les molestaba eso.
—Te amo mucho, te amo tanto que quiero envejecer a tu lado, hasta que nos quedemos tú y yo juntos viviendo tranquilamente, sin preocupaciones y sin nada de estrés —le dije en el pasillo que estaba antes de las escaleras para bajar, mientras lo abrazaba.
—Yo también te amo —me respondió entre risas.
—Te dedico todas y cada una de las canciones de amor que he hecho y que haré. Y también todas las demás que no son mías. —Yoongi se sonrojó rápidamente, lo que me trajo alegría al corazón.
—Eres demasiado bueno con las palabras. Si hiciéramos una competencia entre quién puede decir más cosas románticas, tú serías el ganador definitivo.
—Tú eres bueno en otras cosas…, planes, comida, trabajo…, muchas cosas. Te amo por muchas razones, tantas, que me demoraría mucho en decirlas todas. Voy a escribirte un ensayo de por qué te amo, es una buena idea.
—Namjoon… —habló el mayor, preocupado, intentando alejarse de mí desesperadamente.
—Namjoon, ¿podrías dejar de ser tan…? Ah, no sé cómo decirlo. Ustedes dos deberían limitarse a la hora de hacer lo suyo frente a los niños. Sé que son pareja y toda la cosa, pero contrólense, por favor, no quiero que les den una mala imagen a mis hijos —habló Soyeon, intentando ser lo más tranquila posible.
Solo por eso me di cuenta de que ella estaba ahí, y rápidamente me alejé del pelinegro. ¿Cuánto había escuchado de esa estúpida conversación?
—Lo sentimos… —empezó a decir Yoongi, pero apreté su brazo para callarlo.
—¿Perdón? ¿Me vas a decir qué hacer? Mira, no estamos haciendo nada malo. No nos estamos tocando en frente suyo, no estamos diciendo nada inapropiado, nada. Estoy harto de que no puedas aceptar ni siquiera un maldito abrazo, deja de pretender que lo soportas y acéptalo de una vez. Hemos hecho un gran esfuerzo para no incomodarlos en lo más mínimo, cambiamos una infinidad de cosas, para que a ti te venga a incomodar un puto abrazo.
—Pero… —habló So-yeon, pero yo ya había explotado.
—Pero ¿qué? Dime, ¿en qué va a perjudicar a tus hijos ver a una pareja? —Abrió la boca para decir algo, pero yo no tenía intención alguna de dejarla hablar—. Te lo diré: en nada. Deja que vean que hay algo de diversidad, por lo menos. Si tuvieras, aunque fuera una pizca de consideración, lo intentaría. Pero ¿qué esperas que hagamos después de estar juntos por tan poco tiempo durante la semana? ¿Crees que vamos a estar dos metros lejos, el uno del otro?
Su cara se enrojeció, tanto de ira como vergüenza, y estuvo a punto de darme una bofetada, aunque Yoongi alcanzó a detenerla. Probablemente me lo merecía, estaba demasiado molesto, como si el vaso que había estado llenando durante tanto tiempo cada vez que me tragaba las palabras se había desbordado con una sola gota.
En ese momento, dos de mis sobrinos subieron, y me vi en la obligación de respirar hondo, obligarme a tener una actitud tranquila y hablarles.
—¿Por qué están peleando? —manifestó Seungho, el mayor de los tres, con una cara de sorpresa y miedo, mucho miedo.
—No es nada, cariño —respondió mi hermana, con una falsa sonrisa, mientras Yoongi todavía agarraba su mano,
—Tu mamá nos molestó con algo que dijo, y ahora vamos a solucionarlo. Así que, ¿podrían dejarnos a solas un momento, mientras lo arreglamos, por favor? Pueden ir al jardín y decirme si están bien todas mis plantas —le corregí, tal vez para enojarla, que fue el resultado; o porque no quería taparles la realidad con una venda, quería que vieran que los adultos también tenían sus desacuerdos.
—Está bien. —la voz que pronunció esas palabras fue la de Seyoung, la menor, mientras tiraba de la manga de la camisa de su hermano para irse.
—¿Qué dijo mamá?
—Vámonos, Seungho, quiero ver las margaritas del jardín…
—Ah…, de acuerdo, ¡Vamos! —Me sentí aliviado al ver que los dos se iban, y solté un suspiro, intentando liberar la tensión.
—No te atrevas a intentar tocarle ni un pelo de nuevo, la próxima vez, no seré tan amable —gruñó Yoongi una vez los niños se fueron, y soltó la mano de So-yeon.
—Lo siento… —empecé con un discurso que había preparado durante la breve interrupción, pero ella alzó la mano y me calló.
—No tienes que disculparte, fue mi error, mis disculpas —respondió ella, entre dientes. Tal vez estaba harta de estar en desventaja, dos contra una no era una pelea demasiado justa. Soyeon bajó al primer piso, mientras nosotros nos quedamos mirándonos mutuamente.
—Ella realmente te iba a golpear… Sentí la fuerza que iba a usar cuando la detuve. —Hizo una pausa, mirando perdido al lugar por el que mi hermana se había ido—. Ahora menos que le voy a caer bien, pero nunca creí que se atrevería a hacer algo así.
—Gracias por evitarlo —fue lo único que pude decir, encogiéndome de hombros.
—No es nada. —Me regaló una sonrisa.
Yo intentaba con todas mis fuerzas no molestar a mi hermana, con el objetivo de no darle ningún estrés innecesario, además del que ya tenía. Quería que la pasara bien. Incluso tenía la esperanza de que iba a ser fácil vivir juntos, pero me di cuenta de que estaba equivocado muy rápido.
La vida en “familia” no era para nada fácil, y más cuando mi pareja era un hombre, en lugar de una mujer —pero eso no era culpa de Yoongi, ni de nadie—, por más que intentara dar lo mejor de mí, siempre iban a haber problemas.
Educar a tres hijos era una tarea muy complicada, y vivir con mis sobrinos me quitó las ganas de tenerlos. Soñaba junto con Eunji el tener una familia feliz y vivir todo lo que era ser padre. Ahora, todo lo que quería hacer era estar a solas con mi novio.
Yo era el único soporte emocional de mi hermana, el encargado de escuchar sus inseguridades y preocupaciones —ese era un rol que desde hacía varios años me había sido asignado, sin yo pedirlo siquiera—, darle consejos y escucharla, porque nadie más lo hacía.
Ella no tenía a nadie tan cercano como yo, nadie a quién hablarle de lo aterrada que estaba de haber dejado a su esposo, iniciar un proceso judicial en su contra y no volver a estar bajo el amparo de su alma gemela.
Sabía que era algo duro para ella, no sólo por todas las veces que la consolé llorando durante las noches en las que se sentía sola, sino porque sabía el sufrimiento que involucraba dejar a un ser amado, en especial si era un alma gemela. Soyeon la estaba pasando muy mal con el asunto del juicio, aún cuando no había empezado realmente. Yo solo era el que financiaba todo.
Cuando la noche llegó, mi pareja y yo nos dimos un gran premio por haber soportado esa situación durante tanto tiempo. Y aunque era algo que habíamos comenzado a hacer desde hacía un rato, era un gran lujo tomar la decisión de pagar una habitación de un hotel de cinco estrellas por una noche, ir a cualquier antro gay y disfrutar de esa libertad que nos habíamos permitido experimentar por una noche, como una dosis mensual para no consumirnos por el estrés de la rutina diaria. Otras veces íbamos a un café, casino, o un parque; la única condición era que nadie nos interrumpiera.
Sabía muy bien el riesgo que corría al ir a un antro gay con mi pareja, aún si era uno privado; pero en aquella ocasión necesitaba algún tipo de desorden, que no podía tener en mi vida diaria. No quería ser el artista principal de un concierto, quería dejar de usar mi voz para cualquier cosa que no involucrara estar frente a un público grande con su atención puesta en mí.
Quería, por una noche, ser solamente un extraño que estaba pasando un buen rato con su pareja, por más que pareciera una fantasía, porque siempre iba a haber alguien que me reconociera y tuviera el atrevimiento suficiente para tomar fotos o grabar vídeos. Por lo tanto, solo podía olvidarme de mi vida pública y todo lo que ella involucraba para permitirme ser feliz en la falsa ilusión del anonimato.
Era consciente de que había múltiples rumores que afirmaban que yo estaba en una relación con alguien, los que más información han alcanzado a conseguir se atrevían a decir que era Min Yoongi, un ejecutivo de una reconocida empresa de licores.
Y aquella noche tal vez iba a confirmarlo aún más, porque no tenía intención alguna de contenerme, ni siquiera estando rodeado de mucha gente. Quería dejar de aguantarme las ganas de besarlo, tomarlo de la cintura y poder sentir su respiración sobre mis labios.
La estaba pasando de maravilla. El dulce sabor de la libertad que hacía tanto tiempo no experimentaba me hacía muy feliz, aunque no era el tipo de persona que salía a fiestas cada que tenía la oportunidad, me sentía bien en aquella ocasión.
Sin embargo, en determinado momento noté al pelinegro mirando a su alrededor con una expresión incómoda, y me quedé extrañado del cambio inesperado de conducta, por lo que llevé mi mano a su mejilla y hacer que me mirara.
—¿Sucede algo? —le pregunté preocupado, y él acercó sus labios a mi oreja.
—Hay gente… mirándonos, demasiado. Es incómodo. No me gusta…
Entonces decidí mirar, y descubrí que no era una sola persona, eran varias. En la barra, en la pista de baile, cerca de los baños… Comencé a sentirme ansioso al ver celulares con las cámaras apuntando en nuestra dirección, y escuchar el sonido que hacían los celulares al tomar fotos, y no era una sola vez, eran tres, seis, diez y más veces.
—Vámonos.
—Pero la estabas pasando bien… ¿Estás seguro?
—Ya no me siento bien. Vamos a otra parte, un café está bien, aún estoy sobrio.
—Está bien —respondió, después de quedarse pensando por unos segundos.
Mientras salíamos de aquel lugar no dejé de sentir la incómoda sensación de tener varios ojos encima. El olor del cigarrillo y las luces de colores comenzaban a molestarme, al igual que las personas a mi alrededor, y el ambiente del antro.
Todo me estaba asfixiando, necesitaba aire y privacidad, urgentemente. Todo lo quería aquella noche era relajarme y sentirme libre, dejar la jaula en la que me mantenía casi todo el tiempo, pero logré el efecto contrario, y no podía alejar el sentimiento de culpa por exponernos de esa manera.
Por un par de minutos, pude sentir paz y tranquilidad. Estar desconectado de todo por un rato y tener una gota del sabor de la libertad estaba lejos de complacerme.
Por fortuna, no había nadie en el café, solo una chica atendiendo adormilada, esforzándose por mantenerse alerta. Cuando entramos, su cuerpo se tensionó y su expresión se endureció, hasta que agarré la mano de Yoongi y entrelacé nuestros dedos, entonces la tensión disminuyó.
Luego, cuando nos sentamos en una mesa con sillón, besé la mejilla del pelinegro, y me sentí aliviado de que ella no mostrara asco, porque había arriesgado mucho al atreverme a tomar de la mano a mi pareja, pero también me daba pie para sentirme cómodo.
Incluso la mujer colocó el letrero de “cerrado”, me dedicó una sonrisa cómplice mientras yo formulé un “gracias” con mis labios, ella asintió, y me dijo “no diré ni una palabra”, antes de sentarse en un sofá e ignorarnos completamente, hasta que pedimos algo, y por un segundo, se hizo consciente de nuestra existencia.
Nos dedicamos a hablar como hace mucho no lo hacíamos, ya no había secretos entre nosotros, el vínculo que nos unía era muy fuerte en aquel momento, y la burbuja que volvía a formarse para los dos era algo realmente positivo.
Podíamos besarnos, reír y hablar de lo que quisiéramos sin inconveniente alguno. Me sentí demasiado feliz, con una gran tranquilidad que me llenaba el alma.
—Extrañaba esto, se siente tan bien… —habló Yoongi, en medio de un silencio con los ojos brillantes, y yo le sonreí como respuesta—. Debe estar tan cansada… —miró de soslayo a la mujer que dormía plácidamente en el sofá, ni siquiera se inmutaba con nuestras risas o por el hecho de que éramos las únicas personas que cortaban el silencio con nuestras voces.
Me sobresalté por el sonido del tono de llamada de mi celular, y quise ignorarlo, pero al mismo tiempo empezaron a llegarme varios mensajes a la vez, mi celular parecía un vibrador de las constantes notificaciones que llegaban a la vez.
Me extrañé aún más al ver que era Soyeon la responsable de que la burbuja se rompiera. Contesté la llamada, pero no se escuchaba nada, solo sonidos de golpes, y una voz femenina intentando gritar o decir algo, era la voz de mi hermana. Y también podía escuchar la voz de un tipo…
—Vamos, quédate quieta, sé que en realidad lo quieres. Sé que él te obligó a dejarme porque te quería para él solo, maldito depravado. Pero ya estoy aquí para salvarte, mi amor, déjame ayudarte, sé que no quieres estar con tu hermano, es un enfermo de mierda, ¿cierto, vida mía? No has dejado que ese hijo de puta te toque, eres mía, vuelve a mí. Abre esas piernas, yo sé que me quieres, no te hagas la difícil.
Era la voz de su ex esposo, la voz del hombre que había abusado de ella, el que había maltratado a su propia familia, el que mandó a uno de sus propios hijos al hospital por un ataque de ira. Me quedé petrificado, la sangre me hervía de la ira.
Reaccioné tan rápido que hasta Yoongi se sorprendió del cambio de ambiente en un instante, su cuerpo se tensó y me miró preocupado, mientras yo cerraba los puños con fuerza de la ira.
Tan pronto como reconocí la voz de Jongsuk puse la llamada en altavoz para que Yoongi escuchara, y se quedó igual de perplejo que yo. Empecé a buscar entre los mensajes para ver si había enviado algo relacionado a su ubicación, y sentí un gran alivio al poder ver su ubicación en tiempo real.
El pelinegro se levantó para ir a donde estaba la chica dormida, sacar su billetera, y dejar algo dinero en la mesa. Luego, fue al mostrador, agarró una libreta y un lapicero, escribió algo, y dejó la libreta en el mismo lugar que el dinero antes de dirigirse a la salida, y finalmente me levanté.
Pedimos un taxi y dimos la dirección, que había cambiado de una calle cualquiera a una tienda de souvenirs. Le pedí el favor al conductor de ir rápido e intenté explicarle la situación para que entendiera la urgencia del asunto.
Durante todo el trayecto Yoongi estuvo agarrando mi mano con fuerza, dándome consuelo y apoyo en silencio, sabía todo lo que estaba pasando por mi mente en aquel momento, una carga emocional muy grande en tan solo unos minutos. Cuando nos bajamos, le pagué más del valor exacto sin querer, y ni siquiera pude detenerme a recibir el cambio.
Busqué la tienda con los ojos, a pesar de que a mis pulmones no les llegaba mucho aire, corrí al encontrarla. Una vez entramos nos separamos para buscar, ya fuera a mi hermana o a Jong-suk.
En la parte de la bodega, que fue donde yo busqué, me encontré a un chico, de alrededor veinte años, escondido en una esquina, abrazando sus rodillas y temblando.
Me arrodillé y toqué su hombro para llamar su atención, el de ojos lindos se sobresaltó, y estuvo a punto de golpearme, si no lo hubiera detenido. Lágrimas bajaban por sus mejillas, y un gran alivio bajó su estrés al reconocerme.
—Soy Namjoon, cuéntame qué pasó, por favor. Mi hermana está en peligro.
—S-soy Jungkook, hay un hombre… en los baños, estaba persiguiendo a una mujer que se encerró ahí. Lo siento, no pude detenerlo, me amenazó con matarme… —Le tomó varios segundos en responder, como si su cerebro no pudiera procesar las palabras.
—No te preocupes, Jungkook. ¿Podrías llamar a la policía y comentar la situación mientras yo voy a detener a ese tipo? Lo agradecería mucho. —El castaño asintió, y sacó su celular, mientras yo me levantaba y me dirigía a los baños.
Corrí hasta el lugar, escuchando una pelea bastante cerca, y los jadeos de Yoongi, al igual que el sonido de los golpes. Además de la pelea, me encontré a mi hermana, tirada en una esquina, llorando e intentando cubrirse su cuerpo desnudo con las manos, y trataba de alcanzar la ropa tirada inútilmente.
Yoongi apenas podía contener a Jung-suk, quien estaba lleno de ira y alcohol. Mi pareja tenía varios moretones, le sangraba la nariz al igual que los nudillos, y estaba muy angustiado, aunque su rostro se iluminó de esperanza al verme.
Jongsuk estaba de espaldas a mí, por lo que no se dio cuenta de mi presencia hasta que lo inmovilicé por detrás, y Yoongi pudo devolverle todos los golpes que recibió.
Le dio tantos, que el tipo quedó noqueado, y aproveché la ocasión para tirarlo al suelo, y amarrarlo de manos y pies con las correas que los dos traíamos, para no tener que preocuparnos si despertaba.
—Lo siento por haberme tardado tanto, lo digo para ambos.
—A mí no me debes ningún perdón, está bien, no te preocupes por mí —respondió Yoongi, que estaba sorprendido al ver a Holly aparecer de un cubículo y correr hasta llegar a sus brazos.
Yoongi se desplomó en el suelo blanco y sucio de mármol, mientras yo me acercaba a Soyeon, y le entregaba mi chaqueta para cubrirla.
Ella no me dijo nada, solo se quedó mirando a la nada con una expresión vacía, como si no fuera consciente de lo que estaba pasando en el momento y su actividad cerebral se había detenido casi por completo.
Volví a encontrarme en una situación en la que no sabía que hacer, me dejé llevar por mis impulsos y la abracé.
—Ojalá que algún día me perdones por haber llegado tarde…, en verdad lo lamento. Si tan solo hubiera estado en el momento indicado…
No obtuve respuesta. El pelinegro se levantó, y arrastró a Jong-suk fuera del baño con una mano, mientras que con la otra cargaba a su perrita, sin decir ni una palabra. Ni siquiera cuando nos quedamos solos Soyeon habló, no se movió ni un centímetro, parecía congelada.
Por muy tortuoso y difícil que me parecía, me vi en la obligación de ponerle la ropa, y me di cuenta que tenía sangre entre las piernas, al igual que en la cara.
Aunque la camisa estaba un poco desgarrada, y era una tarea difícil e incómoda vestir a una persona adulta inmóvil, cuando terminé, me quedé en el suelo con ella, y empecé a llorar.
Después de unos eternos minutos, sufriendo junto al cuerpo inmóvil de mi hermana, entró Jungkook, acompañado de un par de policías y otras dos personas de la cruz roja que llevaban una camilla, en la que se llevaron a mi hermana, y aunque quería ir con ella, sabía que no podía dejar a los oficiales ni a Yoongi por seguir mi voluntad.
Tuve que limpiarme las lágrimas y obligarme a dejar de llorar; Jungkook me ofreció su mano, con una sonrisa tímida y culpable para ayudar a levantarme, y la tomé, intentando no mirar a los oficiales a los ojos.
—Les conté la situación, ya hablaron con… Yoongi creo que se llama, ahora quieren hablar contigo.
—Está bien, gracias por haber llamado. —Recibí un asentimiento como respuesta del menor, y se fue, dejándome a solas con los dos hombres.
—Háblanos de lo que pasó —dijo uno de ellos, con voz seca y firme, y asentí para empezar a hablar.
Volví a llorar mientras contaba el relato, a pesar de todo lo que intenté contenerme, tuve que tomar un descanso en varias ocasiones, respirar profundo e intentar tranquilizarme.
Tuve que pedir que saliéramos de los baños, porque no soportaba estar ahí, con el recuerdo tan vívido de mi hermana tirada en el suelo, además del olor repugnante. Terminamos la conversación afuera, uno preguntaba cosas, y el otro anotaba y de vez en cuando hacía una pregunta.
Al final, me dijeron que lo iban a mantener en custodia, e iban a hablar con mi hermana para hacer la denuncia y ponerlo en la cárcel, ya que era más que evidente que ese tipo no podía seguir suelto en las calles, después de la primera denuncia que se hizo.
Antes de que se fueran, me dijeron que me tranquilizara, que las cosas iban a salir bien, que intentara descansar y despejarme, pero era obvio que no sabían el dolor ni la culpa que me carcomían por dentro, solo decían esas cosas para no verse como unos desalmados carentes de empatía.
Volví a entrar en la tienda, y me encontré a Yoongi hablando con Jungkook, hasta que me vio, y corrió a darme un abrazo, porque yo estaba destrozado, tanto, que reanudé el llanto de inmediato al sentir la calidez de sus brazos. El otro chico se quedó de pie, sonrojado e intentando mirar a otro lugar.
—No pude hacer nada, Yoongi…, nada.
—Sí pudiste hacer algo, lo detuvimos, aunque no llegamos a tiempo, llegamos para que lo encerraran. Lo siento mucho, sé que no es lo que querías, pero fue todo lo que pudimos hacer. No es tu culpa, no sabías lo que iba a pasar cuando nos fuimos —su voz era muy suave y tranquila, tan relajante que me hacía querer creer en sus palabras.
El lugar se llenó de silencio por largos minutos, lo que le permitía a mi mente llenarse del ruido de los pensamientos de mierda que me atravesaban y aumentaban la culpa que hacía presión en mi pecho.
—Lamento… no haber hecho nada, ojalá pudiera pagarte de alguna forma. Lo siento —aquella era la voz de Jungkook, que salió de la nada y me generó un sobresalto, que me causó una risa por lo adorable que se escuchaba. Dejé el hombro de mi pareja para mirar al otro chico mientras limpiaba mis mejillas.
—Creo que quien debería pagarte soy yo. Si hablas de esto, tendría un gran problema, aún más si se te ocurre tergiversar el asunto para tu beneficio. Así que dime: ¿Cuánto quieres para comprar tu silencio?
Por un segundo, el más joven me miró desconcertado y ofendido, aunque rápidamente cambió su expresión a una sonrisa divertida al verme sacar la billetera.
—Bueno, ahora que lo dices… el dinero no será suficiente para comprarme, pero aceptaré lo que me des.
Una risilla salió de sus labios, como si yo fuera una especie de juego que a él le divertía muchísimo. Saqué todo el dinero en efectivo que tenía, y se lo entregué, sus ojos brillaron al ver la cantidad de billetes, y su sonrisa se hizo más grande mientras contaba los 800,000 won (625 dólares, aproximadamente).
—¿Qué más quieres?
—Una cita que termine en sexo no estaría mal, eres justo mi tipo. —Me reí de lo inesperado de su respuesta, aunque el mayor de los tres levantó la mirada de su perrita, y fulminó al otro con la mirada en silencio—. ¿No podrías prestármelo, aunque sea por una noche? Cuidaré bien de él.
Nuevamente, no hubo respuesta, o al menos eso creí. Y en los segundos que el ambiente se inundó por el silencio, Yoongi no dejó de agarrar mi cintura, con una expresión seria; yo me olvidé por completo de lo que había pasado, sólo era consciente de que mi cuerpo estaba acalorado —y no por el clima—, y mis mejillas estaban teñidas de un leve color carmín.
—¿Por qué debería decidir por él? No es como si yo fuera su dueño.
—Así que si hago esto, ¿no te molestaría?
Jungkook dio un paso hasta quedar al frente mío, muy cerca, tanto, que podía sentir su respiración en mi piel. Agarró mi barbilla y sin preguntar ni nada, me besó. Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar o haberlo evitado, y mi cuerpo se quedó congelado.
Llevaba mucho tiempo sin besar a alguien diferente a Yoongi, no me había preguntado qué se sentiría estar con alguien más, y nunca me imaginé una situación en la que él estaría presente mientras yo me besaba con un desconocido.
—En absoluto. —Cuando el menor se alejó, pude ver que Yoongi estaba mirando la escena con una sonrisa, lo que me causó un suspiro de alivio—. Podría verlos follar en frente de mis ojos y sería bastante divertido —su voz sonaba desafiante, aunque sabía que no quería que me fuera con el menor por la fuerza de su agarre, que no me dejaba alejarme de él.
—Vámonos, tengo sueño —le susurré a Yoongi en la oreja, al volver a sentir mi pecho doler, él asintió y me dio un beso en la mejilla.
—¿Podrías darme tu número al menos? —suplicó Jungkook.
—Está bien, dame tu celular —respondí, irritado.
—Está descargado…, pero tengo un papel donde puedes anotarlo. —Lo sacó de su bolsillo, junto con un lapicero azul, y escribí rápidamente mi número, junto con un pequeño autógrafo, y se lo devolví.
—Si vendes o publicas información mía te caerá una gran demanda que no podrás pagarla en toda tu vida, ¿entendido? —asintió rápidamente, e hizo una reverencia a modo de disculpa.
—Sí, señor. Lo siento.
Lo último que hice antes de irme fue darle un beso en la mejilla, no supe por qué lo hice, pero me pareció divertido verlo sonrojado de la vergüenza, en lugar de ver al tipo coqueto de hace un par de minutos. Nuevamente, pedimos un taxi para ir a casa, aunque yo quería ir al hospital, pero mi cuerpo estaba exhausto y no podía más.
—Qué chico tan raro… —habló Yoongi, una vez nos bajamos del auto.
—Sí, pero besa bien. —Sonreí, mientras caminábamos hasta la puerta de la mansión.
—Tendrás que pedirme perdón por eso. Me costó mucho no caer ante su juego.
—Lo siento, cariño.
Lo detuve, y lo tomé de la cintura con una mano, mientras que con la otra agarré su barbilla para besarlo lentamente, en aquel momento se me olvidó el cansancio que tenía en el cuerpo, y solo pude enfocarme en los labios de mi pareja, al igual que en los latidos acelerados de mi corazón a pesar de lo mucho que dolía.
—Necesitarás más que eso para que te perdone —habló, una vez nos separamos. Yo asentí, y entramos en la mansión.
Afortunadamente, los niños no estaban despiertos, y pudimos subir a nuestra habitación en paz. Nos desvestimos, quitamos el tendido de la cama y nos echamos a dormir, abrazados, con el calor del otro y una cobija. Intenté relajarme, pero la escena en aquellos baños no dejaba de cruzar por mi cabeza.
—No puedo olvidarme de ello —susurré, esperando que él no se hubiera quedado dormido de inmediato.
—Yo tampoco. Y eso que no tuviste que ver cómo la tenía. Era repugnante. —Sentí un gran alivio al escuchar su voz y saber que no estaba solo, aunque el dolor de mi pecho me impedía respirar.
—Ni siquiera podía hablar… —sollocé, y él me pegó más a su cuerpo, como si quisiera eliminar cualquier espacio que hubiera entre nosotros—. Lamento que todo se haya arruinado, estábamos tan bien…
—No me pidas perdón por eso, no es tu culpa. —Besó mi frente, mientras yo sentía cómo las lágrimas empezaban a salir.
Nos quedamos así por un largo rato, yo llorando y Yoongi intentando consolarme, acariciando mis cabellos y espalda, estando pegado a mí, procurando decirme cosas lindas al oído, como: “te amo”, “esto es temporal”, “sé libre de desahogarte todo lo que quieras”, “no te voy a soltar ni a alejarme de ti”. Me sentía agradecido de estar con él, poder hundirme y apoyarme en Yoongi.
—Oye…, y ¿si nos damos un baño? Tal vez así puedas calmarte y dormir… —habló el pelinegro, después de todo el tiempo que anduve llorando.
—Está bien. Me duele todo. La cabeza, el pecho, la espalda, las piernas… —Fue él quien se levantó primero, y me ofreció sus dos manos para ayudarme.
—Me gustaría cargarte como tú lo haces conmigo, pero todavía me falta mucho para poder con tu peso y tamaño, eres muy grande. —Eso fue lo único que me provocó una risa en medio del llanto.
En medio de la oscuridad fuimos al baño, encendimos la luz, cerramos la puerta, nos quitamos la ropa interior, nos metimos al jacuzzi, y sin importarnos todo el espacio que había, yo me recosté en su pecho, recibiendo besos de vez en cuando. Tanto Yoongi como el agua caliente me ayudaban a relajarme, y después de un tiempo, dejé de llorar.
—¿Ahora estás mejor? —Asentí, y besé su mejilla—. ¿Podemos ir a dormir?
—Quiero estar así por un rato más, por favor… Quiero tener esta tranquilidad por más tiempo.
—Está bien. Te amo.
—Yo también te amo.
Eso fue lo último que dijimos, antes de quedarnos en silencio. Yo di media vuelta para verlo de frente, y llevé mis manos a sus muslos para acercarlo a mí y hacer que se sentara en mis piernas, quería abrazarlo y besarlo por un largo rato, a pesar de que mi cuerpo me pedía que durmiera.
No había palabras suficientes para expresarle todo el amor que le tenía a la maravillosa persona que era Yoongi. Lo único que podía hacer era besar sus labios y su piel, aunque mi cuerpo me estaba rogando por algo más, por el sexo que tanto disfrutaba tener con el amor de mi vida.
Sin embargo, ninguno de los dos podría soportarlo, el cansancio en nuestros cuerpos impedía que llegáramos a algo más que esas tiernas caricias y suaves besos. Cuando volvimos a la cama, secos y limpios, eran las cuatro de la mañana. Nos tiramos a la cama, desnudos, y nos dormimos, finalmente.
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Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️
FanficKim Namjoon sabía que su vida se estaba derrumbando con cada día que pasaba, desde que estaba con Hoseok lo notaba, aunque siempre tapaba sus ojos y simulaba no ver que su felicidad lo había dejado hace mucho tiempo. Cada golpe que recibía hacía que...