El Jucio

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Los pasos de mi esposa eran apresurados, al igual que los míos. Caminábamos a través del largo pasadizo que había, buscando llegar a las salas de litigio principales. Sabía lo nerviosa te estaba, lo sentía en la forma en como me apretaba la mano.

Durante aquella cita magnífica que tuvimos, me comentó que el juicio de Mario se acercaba, y que debíamos estar prepraradas para ello. Me dio la opción de contratar un abogado que nos representara, pero estaba convencida de que nadie podría contar y comprobar todo lo que sucedió, que nosotras. Tanto Daniela con todo el juego sucio que Mario le hizo desde que fue a verla en el hospital después del accidente, como los atrevimientos y encrucijadas que me hizo pasar durante mi amnesia.

Vas a tener que ayudarme a no perder el control cuando vea a ese infelíz.- Llamé su atención con mi petitorio, buscando hacerla sonreír un poco. Cosa que logré.

Si pierdes el control, nos echarán de aquí.- Ya se estaba imaginando la escena, estaba segura. Logré hacer que se concentrara en otra cosa.- Hagamos algo.- Se detuvo en seco, por lo que yo también lo hice. Me volteé para que estemos frente a frente. Asentí para que prosiguiera.- Si sientes mucha rabia, tristeza o lo que sea, usa la palabra "queso".

¿Queso?- Repetí soltando una gran carcajada, contagiándola.- ¿Esa es tu mejor idea de palabra de emergencia?

Necesitamos algo que esté fuera de este contexto y pueda entender fácilmente.- Se explicó, riendo aún.- Pero si tienes una idea mejor, adelante.

Me encanta, queso.- Murmuré lo último en tono de burla.

Bueno y a todo esto ¿Dónde carajos está Laura? Ella debía llegar junto con nosotras.- Y tenía mucha razón. Cuando nos comunicamos con ella por la mañana, dijo que estaría aquí sin problemas. De haber sabido que tendría inconvenientes, me habría ofrecido a pasar por ella.

La llamaré apenas estemos ubicadas en nuestros sitios.- Contesté, intentando tranquilizarla. Seguimos caminando hasta llegar a la respectiva sala en donde nos informaron que se realizaría el juicio. Encontramos ya a varias personas sentadas en sus puestos. Recuerdo cuando nos notificaron que la audiencia sería de carácter privado; estaba muy agradecida con eso, no quería que todas las cosas que sucedieron se revelen a todo el mundo. No pensaba convertir mi vida en un espectáculo.

Una vez dejé a Daniela ubicada en nuestros asientos, le pedí que me esperara en lo que me comunicaba con mi amiga pelinegra. Por lo que cuando ya estuve algo lejos del oído de las personas ahí dentro, ubiqué su contacto y coloqué el aparato en mi oreja. No demoró mucho en contestar.- Hello bombona.- Ese tono de voz alegre que la caracterizaba inundó mis oídos.

¿Todo en orden? ¿Por qué aún no haz llegado?- Miré la infraestructura del lugar, esperando su respuesta.

Buenos días para ti también.- Contestó con sarcasmo.- El tráfico es una verdadera mierda, pero ya casi llego.

Sabes que podríamos haber ido por ti.- Me sentí mal por mi amiga. Jugué con mis dedos por el nerviosismo. Volteé a ver a la castaña, dándome cuenta de que en todo ese tiempo que yo había estado dándole las espaldas, me estuvo observando. La atrapé in fraganti, sacándola una sonrisa. Sonreí también.

Te hubiera dicho que lo hicieras si tan solo no me hubiese despertado tan tarde.- Ella se moría de risa del otro lado de la línea. Amaba que todo se lo tomara tan tranquilamente, pero no quería poner nerviosa a Calle.- No te preocupes, yo llego porque llego. Es un hecho.

Perfecto.- Colgué, yendo en dirección a donde estaba sentada mi esposa, revisando los documentos que habíamos traído. Me acerqué hasta estar junto a ella y sentarme a su costado.- Ya está por llegar, dijo que no nos preocupemos.

DÉJAME CUIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora