¿Y si no te elijo?

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Al separarnos, la reacción de la rubia fue bastante distinta a lo que esperaba.- Dime por favor que no me besaste solo para que nos viera.- seguía teniéndola agarrada de la cintura, ella me miraba buscando seguramente el mismo brillo que reflejaban sus ojos, en los míos.- Poché.

Me sacó del trance y me vi obligada a responder.- Te besé porque quise Lucy.- acaricié su mejilla, odiándome porque mi corazón no estaba muy de acuerdo con la respuesta que había dado.

Me estoy alejando de una persona porque me mintió, para dejar de vivir engañada. No para convertirme en esa persona.

¿Aún te apetece salir? O si quieres podemos dejarlo para otro día.- recorrió la sala buscando su bolso, yo seguía pensando en mis actos recientes.

Tengo más ganas de salir ahora.- la alcancé agarrando su mano y saliendo con ella del apartamento. Ella propuso ir por las escaleras ya que no teníamos mayor apuro, pero yo tenía otra cosa en mente.

Entramos en el pequeño espacio y la acorralé en una de las esquinas, besándola con efusividad, hasta podría decir que con rabia. Necesitaba desquitarme, sacar todos esos sentimientos que solo me hacían dudar de lo que quería, de a quién quería, y de por qué la quería.

Ella me seguía el beso, mostrándose poco a poco agitada por la intensidad del momento. En ningún momento se mostraba negada a nada, al contrario.

Y paré. No la usaría para desfogar mi enojo, almenos a partir de ahora. Ella no se merece esto.

Me alejé de la rubia, colocándome a su costado y tratando de controlar mi respiración al igual que ella, y también mis impulsos.- ¿Pasó algo?

Cuándo mi agitación había bajado, le respondí asintiendo.- Pasa que esa ropa te hace ver muy sexy, no me pude aguantar.- rió nerviosa mientras se acomodaba el cabello mirándose en la pared que servía de espejo.

Ahora entiendo tu capricho por entrar al ascensor.- comentó divertida. Me sonrojé un poco, no quería que me tomara por una pervertida o algo parecido.

Que sí lo era a veces pero, ella no tenía que saberlo.

Me atrapaste.- levanté mis manos en señal de rendición y ella me acercó tomándome por la cintura.

Te tengo.- dijo sonriéndome y dejando un beso suave en mi frente. Me estremecí y sonreí. Había olvidado lo bien que se sentían ese tipo de besos, la protección que te brindaban, y la seguridad que te transmitía la persona que te los daba.

Nos quedamos viendo hasta que las puertas del ascensor se abrieron y mi acompañante me jaló de la mano para avanzar hasta donde había dejado su auto. Yo me quedé pensando en lo tierno y especial que me había sentido en ese momento, que aunque no se viera como la gran cosa, para mí era algo que en algún momento anhelé sentir y vivir con otra persona, momentos así de simples, pero tan románticos que nos dejaran con una sonrisa idiota por varios minutos, o incluso horas.

Y estaba convencida, almenos por ahora, que tal vez la persona con la que anhelamos estar, no es necesariamente la correcta, ni la que nos haga bien.

Subimos al vehículo y condujo hasta llegar a un lugar que se me hacía algo conocido. Quién sabe, tal vez ya había estado aquí antes.

La entrada me recordaba mucho a aquel restaurante donde llevé a Daniela en una "cita", si es que se lo podía llamar así. Con la diferencia que esta tenía la cabeza de un león rugiendo, y no la de un elefante.

Ingresamos hasta ver los puestos donde se compraban los tickets, me quise adelantar a comprarlos pero mi acompañante me detuvo.- Ya los tengo.

DÉJAME CUIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora