Un regalo más

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Después de aquella cerrada de boca que mi socia le dió a Paula, todo el mundo quedó asombrado y en silencio. Eso sin mencionar que la morocha decidió irse luego de unos minutos, puesto que no dejaba de recibir las miradas de la mayoría de los que aún quedaban ahí. Bueno, ella se lo había buscado.

Al terminar de ordenar regresamos a la oficina, ya era la hora de almuerzo y Laura nos dejó para salir junto con los demás trabajadores, dejándome sola con la castaña, tal vez a propósito. Nada le costaba quedarse a almorzar con nosotras o preguntarnos si queríamos ir con ella para que no fuera sola. En fin, aprovecharía ese momento para agradecerle lo que hizo.

Fue espectacular lo que hiciste en el salón.- llamé su atención mientras ella pedía nuestro almuerzo por mensaje.- Estaba a punto de hacerlo yo, pero tú lo hiciste mil veces mejor.

No sabes la liberación que sentí.- rió recostándose en su silla.- Tenía ganas de ponerla en su lugar desde que se robó mi reservación en Miami.

Lo sé, y no pudo ser más oportuno.- le sonreí.- Hasta Laura se conmovió.

Eso ví, noté como le afectó lo que le dijo.- siguió escribiendo en su teléfono.- Me alegra haberla defendido, ya me había colmado la paciencia.- dejó su aparato en la mesa y me prestó atención, acordándose de algo.- ¿Y qué tanto hablaban ustedes dos, por cierto?

Cosas.- dije queriendo parecer misteriosa, giré mi silla quedando de espaldas a ella.

¿Cosas?- escuché como se puso de pie y rodeó mi asiento hasta estar junto a mí.- ¿No me vas a decir?

Su tono de voz era provocador, y sabía que saldría perdiendo si la contradecía.- Nop.- pero por otro lado, amaba verla en ese mood. Lo siguiente que hizo fue arrodillarse y colocarse de la misma forma que hoy en la mañana, apoyando sus manos en mis muslos e intercalando su mirada entre mis ojos y mi boca. Carajo.- ¿Es necesario hacerme sufrir de esta forma?

Dime.- se acercó unos centímetros más sin haber contestado mi pregunta.

Le dije que me contaste lo del trío.- cerré los ojos mientras hablaba para dejar de verla, no podría resistirme a besarla si seguía haciéndolo, y se supone que aún no la perdono del todo.- ¿Contenta?

Contentísima.- me dedicó una sonrisa que me derritió y acercó sus labios a mi mejilla, depositando un beso en ella.- ¿Querías ver su reacción?- dijo levantándose y volviendo a su sitio.

Quería comprobar que no intentara provocarme, o a tí, o insinuar algo para que se repitiera esa situación.- fuí girando mi silla para verla de frente.

Te dije que acordamos algo, y ese acuerdo se respeta.- me tranquilizó.- No somos adolescentes inmaduras con las hormonas revueltas.

Pues tal vez no adolescentes, pero con hormonas revueltas si.- reímos ambas, extrañaba hablar con ella de esta manera; sin celos, malentendidos ni terceras personas de por medio.

De todas maneras, el punto es que hay una promesa de por medio.- tocaron la puerta en ese momento para entregarnos nuestra comida. Daniela la recibió y me entregó la que me correspondía, y mientras comíamos dió paso a un nuevo tema de conversación.- Cierto, perdón si en la discusión con Paula usé una palabra que no me correspondía para referirme a tí, solo quería que dejara de molestarte.

Descuida, entendí por qué lo hiciste.- e internamente, algo en mí se emocionó cuando lo dijo.

No es que no me gustaría referirme a tí de esa manera en algún momento, pero también sé que-

DÉJAME CUIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora