El detonante 1/3

3K 139 3
                                    

En conclusión me voy a morir.- corté el discurso positivo de mi novia que en estos momentos no me servía de nada. La noticia me había caído como balde de agua fría, la probabilidades de adquirir una enfermedad de ese tipo parecen ser tan pocas como las de ganar la lotería, pero por supuesto en cuestiones de suerte yo jamás he sido el mejor ejemplo.- No tienes que suavizarlo, es mejor que me vaya acostumbrando a la idea.

No digas eso.- se notaba que estaba frustrada, igual que yo. La diferencia es que trataba de ocultarlo y como siempre, verle el lado positivo a todo, por más horrendo que sea.- No te puedo dar grandes explicaciones porque no soy médico, por eso quiero que vayamos.

Ir allá solo será para darme un tratamiento que tal vez ni funcione y empezar a recibir miradas de lástima.-la miré franca. Estábamos sentadas sobre el filo de la cama cuando comenzamos la conversación; ella ya se había alistado y por más que intentó mentirme sobre a donde se iba, mi intuición de que algo le ocurría hizo que terminara sacándole la verdad.- Y no hay algo que odie más en el mundo que esas miradas.

No será así, el doctor nos dará la explicación debida que ni tú ni yo sabemos.- suspiré frustrada. Se suponía que este último día de "descanso médico" sería para almenos poder pasarlo con mi novia, pero no precisamente en un hospital.- Así que por favor te pones más guapa de lo que ya eres y bajas, que tu salud no la pienso negociar.

Con un tierno beso en mi mejilla salió de la pieza, dejándome sola. Sabía que hablaba enserio, y no tenía de otra más que obedecerle.

Me coloqué la misma ropa con la que había venido ayer ya que no me había dado tiempo de pedirle a Lucy que me prestara algo antes de venir aquí con Calle. Ahora mismo me preguntaba dónde estaría Laura, conociendo lo cercana que evidentemente es en la vida de mi socia no me extrañaría que a ese consultorio médico resultemos entrando tres.

La chica no me caía mal ya, pero tampoco la pasaba por completo; sí que había cosas de ella por las que estaré agradecida como lograr que Daniela ponga los pies sobre la tierra. Lograba tranquilizarla y hacerla razonar de manera correcta incluso mejor de lo que creo que yo podría hacerlo. Y esa seriedad y templanza mental que le veo no diría que corresponden a una secretaria de oficina, ese cuento ahora más que nunca, ya no me lo tragaba.

Una vez lista agarré mi celular y salí al pasillo, bajando despacio las escaleras. Si bien la cabeza ya no me molestaba, supongo que por esta enfermedad ahora tendría que moverme a la velocidad de una tortuga preñada con diabetes.

No te enojes pero, amo lo gobernada que eres a veces.- comentó divertida. Yo hice una sonrisa sarcástica. Lo mal que tenía esa mujer a veces me preocupaba, y en otras solo lo disfrutaba sin importar las razones.

Salimos de la casa y subimos a su camioneta estacionada en la acera. Durante todo el camino la miraba de reojo por pequeños instantes, notando las marcas sutiles de los golpes que había recibido. Eso no era vida, no podía planear pasar toda la vida de esa forma.

Una vez llegamos al hospital que ya era familiar para mí, se estacionó en frente y bajamos. Entramos preguntando por el doctor Haward, nos mandaron a una reducida sala de espera donde nos sentamos.

Gracias por traerme.- hablé cabizbaja.

¿Por qué agradeces?- preguntó volteando a mirarme, pero yo no subía la mirada.

Porque encima de ser la razón por la que aún tienes esas cicatrices en tu rostro y seguro en el resto de tu cuerpo, también me pongo terca cuando tú solo quieres ayudarme.- no me atrevía a mirarla o soltaría cosas de las que no estaba convencida aún.

DÉJAME CUIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora