¿Una simple pesadilla?

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La niebla cubría por completo mi campo de visión, los tonos verdosos de los árboles a mi alrededor apenas y se distinguían. Hacía mucho frío.

Estiro mi pierna para comenzar a caminar pero algo me detiene, un desgarrador tirón en mi pierna. Bajo la mirada, encontrándome con una rama gruesa incrustada en mi muslo. No me atrevo a sacarla, en los documentales de supervivencia alguna vez vi que el objeto incrustado también sirve para no dejar que drene la sangre, almenos hasta llegar al hospital. El cual por cierto, estaba segura se ubicaba muy lejos de aquí.

Sigo caminando como puedo, arrastrando mi pierna herida. No tardo mucho en sentir algo mojado escurriendo por mi sien. Dirijo mi mano hacia el lugar, con miedo, intuyendo lo que estoy a punto de presenciar.

Regreso la mano hacia mi campo visual, viendo ésta cubierta de aquel líquido rojo que se supone solo va dentro de nuestro sistema, y ahí siempre debe estar. Me tambaleo al darme cuenta de la cantidad, no sé si por la impresión de saber que me estoy desangrando por todos lados, o porque el golpe que me habré dado en la cabeza estaba empezando a cobrarme factura.

Sea lo que sea, me estaba haciendo ver borroso, y esa no era una buena señal.

*

Abro los ojos desesperada, palpando mi cabeza por todos lados con mis manos, para comprobar que no me estaba desangrando. Me siento, tratando de respirar con normalidad, sintiendo como el aire vuelve a entrar a mis pulmones poco a poco, dándome con el choque de la realidad.

Fue un sueño, más bien una pesadilla.

¿Qué pasó? Me asustaste.- La rubia que me estuvo acompañando toda la noche dió un salto parándose al lado de la cama.

Perdón.- fue lo único que atiné a decir. Observé sus ojeras, entendiendo que yo era la causante de ellas.- Fue solo una pesadilla.

No pasa nada, recuéstate.- me tranquilizó posando una de sus manos en mi espalda, y la otra en mi abdomen, cuidando que mi torso tocara el colchón de la forma más suave posible. Y aunque acababa de vivir un momento estresante mientras dormía, mi cuerpo no evitó responder ante su tacto, lo cual me puso nerviosa.- En un rato vendrá el doctor.

Me limité a asentir y sonreír en forma de aceptación. Tendría que controlar la sensaciones que me causaba la mujer frente a mí, se supone que tengo novia.

El doctor apareció tras la puerta cortando mis pensamientos. Se acercó sonriente hasta nosotras, saludando primero a mi secretaria.- ¿Qué tal? ¿Cómo estuvo su noche?

Bastante tranquila, solo que a Poché la levantaron las pesadillas.- la miré pensando en por qué le habría contado esa parte al hombre, era algo sin importancia y más bien íntimo.

¿Qué tipo de pesadillas?- preguntó curioso el médico. Miré de reojo a Lucía, la cual solo vocalizó un "perdón" para que yo lo entendiera.

Sueños sin importancia, no tienen nada que ver.- respondí en un tono serio para que se diera cuenta que no tenía por qué preguntarme acerca de eso.- ¿Cree que ya pueda irme a mi casa?

Siempre y cuando tengas a alguien que te vigile y te cuide en casa no habría problema.- eso no pasaría. Vale estudia y papá apenas y se fija en él mismo.

Ese alguien soy yo, dígame todo lo que tengo que hacer.- sonreí viendo en su dirección. Ni siquiera le había pedido que lo haga, hasta pensaba negarme.

Lucy no es necesario, puedo quedarme aquí unos días más.- traté de convencerla pero fue inútil. Ella y el doctor ya se estaban dirigiendo a la salida para que le explicara y me imagino hacerla firmar mi salida.

DÉJAME CUIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora