Consecuencias de lo prohibido

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Seguimos caminando hasta llegar a una habitación con la puerta entre abierta. El terror que me causaba siquiera empujarla era demasiado; no quería encontrarme a mi novia en el estado que mi cerebro estaba imaginándose.

Dios tanto suspenso me tiene harta.- dijo Laura abriendo la puerta de golpe y entrando seguida por mí al cuarto.

Sobre la cama y en ropa interior estaba ella; me acerqué con preocupación, notando cientos de moretones en diferentes partes de su cuerpo, no encontraba un lugar que no estuviera cubierto de ellos. Su rostro se apreciaba relajado mientras dormía, pero la ceja rota que aún sangraba un poco y las marcas de unos dedos sobre su mejilla me destruyeron por completo.

Las lágrimas brotaron a través de mis ojos, mientras la rabia se apoderaba de mi interior. Volteo buscando al maldito y único responsable, que me mira con diversión.- ¿Necesitas agua Poché?

Su pregunta descarada solo me enfureció hasta perder mis sentidos.-Está sedada, no se despertó con el golpe de la puerta.

Estás en lo correcto Laurita.- cada vez que terminaba una oración se reía, orgulloso de lo que había hecho.- Dijo que quería dormir un poco, y yo como buen novio solo le cumplí sus deseos.

Las ganas de irme encima de él y golpearlo hasta quedarme sin fuerzas eran tantas, que ya sentía como mis uñas se clavaban en mis palmas con toda la presión ejercida, abriendo heridas que tardarían en sanar. Pero nada era más doloroso que esto.

¿Por qué estás tan enojada? Esas marcas se le irán en unos días.- prendió un cigarrillo con un encendedor que sacó del escritorio frente a él. Nos encontrábamos frente a frente, rodeando la cama.- Además se lo merece, aunque tú no lo creas.

¡CIERRA LA PUTA BOCA!- El grito salió de mí en el intento de descargar un poco de furia, pero resultó inútil, seguir escuchándolo solo me hacía terminar de perder el control sobre mi cuerpo.

Es la verdad, es una puta mentirosa, a todos nos mintió.- No quería pensar en lo que decía, no quería darle importancia a sus palabras vacías.- A tí en especial, solo que aún no eres capaz de verlo.

Mario, cállate.- Mi secretaria se metió en la conversación. Sin embargo se mantenía serena.- Poché es inútil intentar despertarla, almenos ya sabemos que está aquí.- habló tratando de convencerme que salgamos de ahí.

¿Cómo podía dejar a su supuesta amiga con ese psicópata?

¿Qué pasó Laurita? ¿Tienes miedo de arruinar tu proyecto?- intentaba concentrarme en calmar la rabia en mi interior, pero todo lo que decía retumbaba en mis oídos.

No me pienso ir sin ella.- me aparté de la morocha, regresando al costado de Daniela.

Llévatela si quieres, por ahora ya no me sirve.- en otro momento su forma de expresarse solo hubiera realzado mi enojo pero en estos momentos lo único que me interesaba era sacarla de aquí.- Cuando se despierte la dices que tenga en cuenta las reglas si no quiere pasar por lo mismo.

Haciendo oídos sordos le pedí ayuda a Laura para alzar el cuerpo de mi socia y repartirnos el peso hasta llegar al auto. Agradecí que al pasar por la recepción del edificio no nos encontráramos con nadie, serían capaces de llamar a la policía viéndonos en esta situación.

¿A tu casa verdad?- preguntó mi secretaria de manera nerviosa. Entró en la parte trasera junto con Daniela después de ayudarla a subirla. No tenía la menor idea de qué clase de medicamento le había dado ese estúpido, pero estaba hecha piedra.

DÉJAME CUIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora