¿Quién es el padre de Jen?

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Jen

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Jen

    Estaba nerviosa, no había contestado mis mensajes y desde las clases que casi no lo veía, ahora sabía la razón de su ausencia.

     Llegó a nuestra mesa y automáticamente Milly se acomodó el cabello sin dejar de verlo.

     —Hola, Dim —lo saludó la pelirroja.

     Esta vez él miró a Milly y le dedicó una sonrisa fugaz y después agachó su mirada para verme.

     —Tengo que hablar contigo.

     Lo miré con mis brazos cruzados.

     —Pues habla —respondí desinteresada.

     —A solas, genio.

     Milly y Vega estaban con los ojos cuadrados.

     —No ves que estoy cenando, ¿Qué quieres?

     —Solo cinco minutos.

     Me sujetó de la muñeca y me jaló con fuerza hacia él, aunque podía zafarme sin problema no quise y no supe por qué. Estaba perpleja por mi falta de autoridad, esta no era yo.

     Sacudí mi brazo en cuanto salimos del lugar.

     — ¡Suéltame! Eres un animal.

     —Ya te dije que me dan igual tus insultos —me miró, y sus ojos recorrieron todo mi cuerpo hasta dar de nuevo a mi rostro—. Solo... quiero dejar en claro que lo que dije en dirección ese día es una mentira.

     Torcí mis labios asqueada.

     —Me lo dices como si me importara que me dieras explicaciones.

     —No quiero que empieces a hacerte ideas tontas de que yo estoy enamorado de ti —se ríe con aires de superioridad—. Es ridículo de solo pensarlo.

     Aguanté todas mis ganas de golpearlo.

     — ¿Crees que yo me fijaría en alguien como tú? Eres un idiota con el ego inflado que no le importa el sufrimiento ajeno y se burla de eso para sentirse superior y mejor que todo el resto, eres un poco hombre y nunca en mi vida pondría mis ojos en ti.

     Se ríe como si lo que hubiera dicho fuera el mejor chiste.

     — ¿Y si fuéramos los únicos humanos en la tierra para procrear?

     ¿Qué clase de pregunta estúpida era esa?

     —Me mato, antes de tener que compartir el mundo solo contigo.

     Se acercó tanto a mí que casi perdí el equilibrio por su cercanía tan repentina.

     —Entonces nos veríamos en el infierno, pequeña bestia.

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