[Completa] Jenedith Roux no lleva una vida perfecta y su refugio son sus amigas y el judo.
Los problemas empiezan cuando el director del instituto Atlas les da la noticia de que pronto tendrán la presencia del modelo masculino del momento como nue...
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Dim
Solo vi como esa prostituta barata abrió sus ojos del susto, el gordo bastardo lanzó a Jenedith a mis brazos y yo la sostuve con cuidado para rápido dejarla en el piso y encargarme de estos malditos.
— ¿Quién te crees que eres, mocoso impertinente?
Tomé por el cuello a la ramera y la obligué a arrodillarse.
—Eres patética, ella es tu hija ¡Maldita sea!
La lancé contra la pared con toda la violencia que me invadió al ver a Jenedith en estas condiciones. El gordo se encontraba petrificado del miedo que le era imposible reaccionar hasta que lo golpeé con el puño en el rostro, el cabrón se quedó ido ante mi puñetazo y después giré mi cuerpo para estamparle mi bota justo en la quijada y mandarlo al piso.
Solo cayó de rodillas mientras gritaba del dolor, y como estocada final llevé mi rodilla a su cara para acabar con ese mastodonte que quedó tieso en el suelo.
Volteé a ver a la perra vulgar quien ya estaba adentro del departamento y cerró de inmediato la puerta, abandonando a su cliente. Cobarde. Mary Ellen acunaba a Jenedith, asustada por lo que veía y me fui con ellas.
—Madre santa, Dimitri ¿Qué fue todo esto?
—No hay tiempo, llevemos a Jenedith al departamento.
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Una vez que recosté a Jenedith en mi cama, abrí sus parpados y me encontré con sus pupilas completamente dilatas. Estaba drogada.
—Mierda —gruñí al verla en ese estado.
Era menor de edad y si la llevaba al hospital y confirmaban su estado las cosas se pondrían peor de lo que estaban.
—Está drogada —comuniqué a mi hermana—. Ella no es así, su madre es una basura de persona y estoy seguro de que la engañó.
Mary Ellen mantenía sus brazos cruzados, anonadada.
— ¿Esta pobre niña te interesa?
Fruncí mis cejas ante esa absurda pregunta.
— ¿Qué has dicho? Por supuesto que no.
La rubia muy parecida a mí me miró escéptica.
—Entonces, ¿Desde cuándo te metes en peleas por ayudar a una chica?
La fulminé con la mirada.
—No me metí por gusto, tú lo viste, iban a violarla si no intervenía. ¿Y sabes por qué la drogaron? Porque Jenedith les hubiera partido la cara, entrena judo, es de las mejores deportistas del instituto y estoy seguro de que se las hubiera apañado de no haber sido por la droga.