La familia Kelly

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     Dim se desplomó en mis brazos

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Dim se desplomó en mis brazos. Usé toda mi fuerza para evitar una caída de golpe y miré a ambos con mucha rabia acumulada desde el momento en que Bethany decidió llevarme con ella lejos de Macon.

Dejé a Dim con delicadeza en el suelo y corrí hacia ellos. Alcancé una piedra de tamaño prominente y la lancé justo a la cabeza del tipo. Bethany quedó paralizada y me fui contra su cómplice. Lo golpeé tan duro en la cara que no me importó si llegaba a fracturarme.

La cobarde huyó en la camioneta sin él. Cuando sentí que ya no podía más le saqué un diente al bastardo y lo dejé ensangrentado—pero aún vivo—en el suelo. Regresé con Dim para sujetarlo y gritar por ayuda. Me rehusaba a dejarlo solo.

— ¡Auxilio! —grité a todo pulmón.

Se escuchó una alarma del campamento, unos enormes focos iluminaron más el área. La ambulancia y la patrulla no tardarían en llegar.

—Dim, Dim... tranquilo, ya vienen.

Estaba inconsciente, su pulso seguía, pero era demasiado lento para tenerme tranquila.

— ¡Ayuda!

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— ¡Mi hijo! ¡Quiero ver a mi hijo!

Al hospital ingresó una impresionante y elegante mujer que gritaba y hacia espavientos para que alguien la auxiliara.

—Mi hijo, Dimitri Kelly Busch. Soy su madre, Elizabeth Busch.

Mierda, mierda.

Milly y Vega estaban a mi lado, al igual que Beck y mi hermano. Todo fue tan rápido para ayudar a Dim, los paramédicos del campamento lo intervinieron y en cuanto llegó la ambulancia lo trajeron al hospital de Macon. Papá llegó al mismo tiempo y se hizo cargo de todo para sacar la bala y aun no teníamos respuestas.

Yo fui atendida por el sangrado en mi mano. Por fortuna no me fracturé.

En cuanto Dim entro al quirófano, papá se comunicó con el director de Atlas y él sin pensarlo llamó a los Kelly.

Todos estaban aquí, sus hermanos tan guapos y con porte. Todos se parecían entre sí, era como ver copias de Dim Kelly, pero más maduras.

—Sigue en el quirófano para el retiro de la bala, en cuanto el doctor salga le dará noticias.

—Pero por favor, díganos ¿Cómo llegó? ¿Fue grave? —inquiere Leonardo Kelly, el gran diseñador de modas.

Su cabello rubio cobrizo del mismo tono que el de Dim lo llevaba al ras. Se miraba pulcro con su vestimenta y su sofisticación natural.

—Por Dios, estoy tan cerca de Elizabeth Busch —susurró Milly muy eufórica.

—Calma, Milly —siseó Vega entre dientes.

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