Disparo aterrador

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     Los días después de ese funeral fueron bastante extraños y deprimentes.

     Milly dejó de asistir unos días a Atlas y todo continuaba con normalidad para los demás. Jenedith y yo estábamos cada vez más juntos y me era imposible no tomar de su mano cada vez que la tenía cerca.

     Llegó el día del campamento, los autobuses esperaban por nosotros, pero la despedida de los padres era ridículamente larga. El papá de Jenedith ya me reconocía y me tenía en la etiqueta de: Amigo/algo más de su hija.

      Era amable a pesar de los ojos filosos que me lanzaba, mientras que la señora Sarah era más flexible. Por otro lado, Chip guardaba su distancia y si éramos obligamos a convivir se portaba a la altura.

     Reconocí a los chicos de esa banda de rock, llevaban sus mochilas e instrumentos para tocar durante estos dos días de campamento. Milly estaba despidiéndose de su madre, Vega de sus padres y Jenedith de su ahora familia.

     Yo por mi parte no tenía de quien despedirme.

     En eso, noté a los hermanos Dermont acercarse. Jenedith me sonreía sin esa vibra de querer matarme, era más bien, dulce y cariñosa.

     —Chip.

     —Kelly.

     Se colocó sus lentes de sol y avanzó. Saqué mi paleta de la boca y miré a Jenedith.

     —Sentémonos juntos durante el viaje.

     — ¿Qué obtendré a cambio?

     —Aparte de tener a la mejor de las compañías...

     Sonreí y le enseñé la cajita de frappés que traía para ambos. Su sonrisa fue más que satisfactoria y tomó uno.

     —Me has convencido.

     Me reí y subimos al autobús. Milly y Vega se sentaron juntas y detrás de ellas estaban dos de los chicos de Fifth Hell. Ese tal Beck no dejaba sola a la pelirroja y en cuanto ella y yo cruzamos miradas le sonreí, a lo cual ella respondió con un poco más de brillo en sus ojos azules, después de todo era mi fan.

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