Defendiendo el honor

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     Era la una y media de la madrugada y Mary Ellen nos acompañaba en el auto rumbo a la casa de Vega donde me esperaban despiertos

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     Era la una y media de la madrugada y Mary Ellen nos acompañaba en el auto rumbo a la casa de Vega donde me esperaban despiertos.

     En cuanto llegamos, Dim abrió mi puerta para ayudarme. Tanto Vega como sus padres y Milly corrieron a recibirme con los brazos abiertos.

     —Ahora sí, se lo ha buscado —grita muy enojada Wanda—. Iremos a levantar una denuncia o alguna orden de alejamiento para esa perra infeliz.

     Wanda me protegía en sus brazos mientras que Vega me abrazaba por detrás y Milly acariciaba mi cabello.

     —Gracias por traerla a casa —dice Fred más tranquilo.

     —De nada —contesta Dim.

     Volteé a verlo y en eso descubrí que me miraba, era esa clase de mirada que los chicos de los dramas ponían cuando se mostraban vulnerables o preocupados por la chica de su interés. Se notaba serio y a la vez enfadado, una mezcla de sentimientos muy confusa.

     —Nos retiramos, Jenedith, espero que descanses.

     Asentí sin decir nada y los Kelly subieron al auto para marcharse.

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     A la mañana siguiente por más que les rogué a Wanda y a Fred que no hicieran nada ellos no quisieron escucharme, estaban tan enojados por lo sucedido, como si de verdad se hubieran metido con una hija de ellos y no dudarían en pelear por hacer justicia.

     Quise detenerlos y evitar eso, Bethany podría cumplir su amenaza.

     —Por favor, no.

     —No, Jen, esto ya cruzó la línea y mucho más, esa mujer es un peligro para ti y no vamos a dejar pasar esto —contesta Fred determinado.

Sacudí mi cabeza.

—Ella les hará algo si hablan o a Milly o Vega, no quiero.

— ¿Te ha amenazado con eso? —grita Milly como nunca la había escuchado.

—Me dijo que si llegaba a denunciarla les haría algo terrible, no voy a permitir eso.

—Cariño, no nos hará nada —asegura Wanda—. Ella recibirá su castigo.

—No quiero que estén en peligro por mi culpa, por favor, no hagan nada.

—Jenedith, lo que te hizo fue algo espantoso —comenta Vega furiosa—. Esa maldita mujer tiene que ir a la cárcel, es ahí donde pertenece, te ha puesto en un peligro mayúsculo.

No podía contra eso, todavía me sentía fatal.

—Me cuidaré mejor, puedo hacerlo.

—Lo siento, hija, pero no —sentencia Fred—. Eres de la familia y no voy a permitir que esto se salga de control y te pase algo aun peor.

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