El destino pone a prueba el amor, a veces los sentimientos no son tan fuertes como para superar todo.
Historia de Ian Harding y Lucy Hale, solo ficción!
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Le preguntó ella a su amiga al oído, aunque probablemente nadie más podría oír debido al volume de la música del lugar.
Lucy: Su ex está pidiéndole que vuelvan y mañana han quedado para reunirse.
Annie: Ya me parecía que ella no lo miraba con resignación hoy y a ti definitivamente te miraba con cara de pocos amigos... Me sorprendió que lo llamaras para ayudarla.
Lucy: No me di cuenta de sus miradas hacia nosotros y claro que no quiero que le pase algo malo a nadie, no porque sea su ex le deseo cosas malas.
Annie: Creo que todos los demás nos dimos cuenta, Ian se veía demasiado tenso, pero creo que ha sido un estúpido al irse así y mucho más luego de lo que me has contado.
Lucy hizo una mueca y asintió.
Lucy: Bueno, ahora vamos a divertirnos, porque para eso vinimos.
Ambas alzaron sus vasos y brindaron.
Aproximadamente media hora después, ingresó al lugar Ian, buscó a Lucy con la mirada pero no la encontró, a quienes sí pudo ver dónde se encontraban fue amigos y se acercó hacia ellos.
Damián: ¿Tú no te habías ido?
Preguntó confundido.
Ian: Sí, pero me preocupé por la llamada de Lucy y decidí volver... ¿Sabrina está bien?
Alejandro: Si te refieres a si ha llegado a su casa, la respuesta es sí... Pero creo que sabes que ella no está bien del todo.
Ian: Gracias por la información.
Dijo él con una mueca.
Ian: ¿Dónde está Lucy? ¿O ya se fue?
Damián: Ella está bailando con Diego y los demás por ahí.
Le contestó su amigo indicándole la dirección de donde se encontraban. Ian al verla sonrío, ella estaba realmente divirtiéndose y compartiendo con sus amigos. Se sentía un estúpido por haberla dejado sola allí, precisamente cuando estaba ahí por él, para comenzar a conocer más a sus amistades.
Valeria: Si bien ya la conocíamos, ahora está aquí de otra forma y la verdad es que es simpática.
Ian: Lo es.
Dijo a la vez que se sentaba junto a sus amigos y tomaba un vaso para servirse un trago.
Damián: Cuéntame, ¿qué demonios tienes en la cabeza como para dejarla sola, sabiendo que vino aquí solo por ti?
Le preguntó su amigo más cerca para que los demás no los oyeran. Ian resopló y se pasó las manos por el rostro con frustración.
