El destino pone a prueba el amor, a veces los sentimientos no son tan fuertes como para superar todo.
Historia de Ian Harding y Lucy Hale, solo ficción!
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Una semana después.
Julie: ¿A dónde vas?
Dijo al ver a su hija caminando hacia la puerta luciendo formal. Al escuchar sus palabras, Lucy se detuvo y volteó para sonreírle, lo cual a Julie le pareció bastante extraño después de haber llegado llorando a casa la última vez que vio a Ian y haber pasado toda la semana en modo depresivo.
Lucy: Mami, voy a una entrevista de trabajo.
Julie frunció el ceño.
Julie: ¿Qué?
Lucy suspiró audiblemente, se acercó a su madre y le tomó ambas manos.
Lucy: Mamá, voy a una entrevista de trabajo, ya es momento de que retome mi vida.
Julie: Hija, no creo que sea lo más conveniente, no ha pasado mucho tiempo desde...
Lucy la interrumpió porque sintió que su garganta de apretaba y no quería traer a su mente los recuerdos de todo lo pasado en los últimos meses.
Lucy: Tranquila. Realmente agradezco todo lo que has hecho por mí, te has quedado durante bastante tiempo conmigo y de seguro que te extrañan en casa. Agradezco tu compañía y consuelo, como también el de mis amigas, que incluso cuando ni siquiera yo quería, han estado acompañándome, pero creo que ya es momento de seguir adelante, ya lloré, ya me deprimí, ya tuve suficiente. Debo continuar con mi vida.
Julie: ¿Me estás corriendo de tu casa sutilmente?
Dijo ella con lagrimas en sus ojos y Lucy rió. Su primera risa sincera desde hacía mucho tiempo.
Lucy: No, no te estoy corriendo, jamás haría eso y lo sabes, disfruto demasiado tenerte aquí aunque no se haya notado durante este último tiempo. Solo quiero que sepas que si crees que es conveniente volver a casa, puedes hacerlo y yo no te odiaré ni reprocharé nada. Me has ayudado mucho y voy a estar bien, tengo que estarlo... O al menos lo intentaré.
Julie abrazó a su hija con fuerza y ella correspondió el gesto.
Julie: No tienes idea de lo orgullosa que estoy de ti.
Dijo derramando lagrimas y Lucy se apartó de ella moviendo las manos contra su rostro para tirar aire y no llorar como su madre.
Lucy: Basta, no puedo llorar ahora, tengo que verme presentable.
Julie: Sí, lo siento, pero es que me emociona todo esto. Solo quiero que sepas que te amo y que no me iré aún. Sé que quieres seguir adelante pero aún no brillas como antes, cuando te vea mejor yo me iré. Ahora ven a desayunar y luego vas a esa entrevista.
Lucy no tuvo tiempo de protestar, solo sonrió y se sentó junto a su madre para compartir el desayuno.
