Capítulo 47

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                Lucy ríe histérica y acerca la botella a sus labios una vez más pero Ian se la quita y la tira lejos, lo que provoca que ambos se sobresalten ante el sonido de ésta quebrándose.

Ian: ¡Tú no entiendes que me estoy volviendo loco sin poder besarte o tocarte!

Lucy: ¡No quiero que me vuelvas a tocar jamás! ¡Vete con esa zorra que de seguro ya te dejó excitado!

Ian: ¡No quiero irme con nadie que no seas tú! ¡No me excita nadie más, ni siquiera esa chica! ¡Entiende de una maldita vez que te amo y que quiero estar contigo, que arreglemos lo nuestro! ¡Me duele que estemos así! ¡Me duele haberte hecho daño sin siquiera saberlo! ¡Pero ahora con esa chica no estaba pasando nada porque solo pensaba en ti bailando con alguien más!... Pensaba en que quiero que estemos juntos de nuevo, en bailar contigo, en hacer todo contigo y tú simplemente pones una barrera ante mí, ante tu marido... No puedo ni explicar lo que siento al pensar en que no volveremos a estar juntos.

Suavizó su voz al terminar de hablar, ya no quería más gritos en sus vidas, ellos no se comportaban de esa forma y temía que su relación estuviese tan quebrada como para no tener retorno a la felicidad que los unió. Ambos lloraban desconsoladamente y a pesar de todo, sabían que solo la persona que veían frente a ellos era capaz de sacarlos de su miseria. Lucy bajó la mirada, suspiró profundamente y tragó saliva antes de carraspear para volver a hablar.

Lucy: ¿De verdad no te excitaste con ella bailando de esa forma a tu alrededor?

Ian: ¿Estás bromeando? ¿Es lo único que escuchaste de todo lo que dije?

Lucy: No, no es lo único que escuché pero es importante para mí.

Ian se acercó a ella y levantó su rostro para mirarla fijamente y secar el rastro de lágrimas con sus dedos, Lucy llevó sus manos hacia el rostro de Ian para hacer la misma acción.

Ian: Por supuesto que no. No podría sentir nada con nadie que no seas tú. Te amo, mi Goose.

Ella sonrió e Ian sintió que esa era la señal que necesitaba para comenzar a acercar su rostro al de Lucy, cuando estuvo lo suficientemente cerca, le dio una mirada para saber si era lo que quería y ella en respuesta, terminó con la distancia entre ellos para besarlo. El beso comenzó con simples roces de sus labios, luego se unieron con suavidad, reconociéndose a través de aquel beso y de a poco comenzando a disfrutar nuevamente lo que ellos extrañaban y anhelaban tanto. Ian trasladó sus manos hacia la cintura de Lucy para pegarla completamente a su cuerpo, mientras ella llevó sus manos hacia la parte posterior del cuello de él. Luego de varios minutos y sonrisas entre los besos, comenzaron a caminar hasta que Ian levantó a Lucy para sentarla en uno de los muebles de la cocina. Ella comenzó a jugar con el pelo de él a medida de comenzaba a ser más intenso y apasionado el beso y con una de sus manos comenzó a bajar por su pecho, se separó de Ian para observar lo que llevaba colgando en su cadena. No quitó su mirada impresionada de las argollas.

Lucy: ¿Por qué las llevas puestas?

Dijo ella aún tocando y mirando los objetos, aunque Ian solo la miraba a ella.

Ian: Porque me tiraste tu anillo cuando me contaste de la peor forma que tú eres la mujer de mi vida y bueno... Tengo la esperanza de que algún día quieras volver a llevarla puesta.

Él dijo y no pudo evitar ruborizarse, Lucy levantó su mirada hacia los ojos de Ian y le sonrió.

Lucy: Te amo.

Dijo antes de volver a besarlo, pero lamentablemente un carraspeo los interrumpió. Ambos miraron hacia la entrada de la cocina y allí estaba parada de brazos cruzados la chica con la que estuvo bailando Ian.

Prueba del destino - Lucian -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora