Narra ___:
No puedo ver nada. Ante mis ojos se extiende una negrura abismal, propia del fin de los tiempos. No siento ni frío ni calor, no siento nada ¿Cuándo fue la última vez que sentí algo? intento hacer memoria pero es como si buscase en las páginas de un libro en blanco ¿Cuándo fue la última vez?...
No puedo moverme. Estoy comprimida en una posición cómoda, de encastre perfecto, como si mi cuerpo intentase por todos los medios ocupar el menor espacio posible. Floto en un líquido tibio que me contiene, me acompaña. Por unos momentos más, siento paz. Y luego, la sensación de encierro me trepa por la médula y empiezo a forzar mi contenedor. Mis brazos están rígidos y apenas me responden, mis piernas acalambradas. Sigo empujado con todas mis fuerzas para romper mi encierro. Finalmente, oigo un crujido, como una fina y dura capa que se craquea, y entra un rayo de luz. Me doy cuenta de que la oscuridad absoluta que me envolvía no era la del fin de los tiempos, sino en cambio, la del inicio.
De esta ruptura inicial a la liberación de todo mi cuerpo hay unos instantes. El cascarón se deshace sobre mí y sólo quedan de él unos cuantos pedazos esparcidos. Ni bien salgo al mundo, un viento frío me golpea. El exterior.
A mi alrededor se extiende el paisaje más inmenso que ví jamás. Valles eternos, poblados de largos pastizales verdes. Meseta abajo, ríos de aguas tranquilas y brillo plateado surcan las tierras. Su cauce se pierde en la línea del horizonte, donde adivino siluetas de montañas tan grandes y nevadas que las cumbres se escapan de mi visión. En paralelo al río, se alza una arboleda frondosa y diversa, cuyas hojas bailan al compas de los vientos. Un animal, suavemente, arranca una hoja de la planta. Un animal inmenso pero pacífico, que pasta como una vaca. Noto que hay muchos animales repartidos por el paisaje que no había visto antes, tal vez por la forma armoniosa en la que se funden con él. Otros cuadrúpedos en las aguas, pequeños en las orillas. Algunos de dientes afilados incluso duermen al sol. Todo parece estar equilibrado, bajo el sol más brillante que he visto nunca.
El sol, hay algo con él. Brilla cada vez más.
Subo la mirada hacia esa bola de fuego resplandeciente que se aproxima a la tierra. Cierro los ojos para evitar el brillo doloroso. Pero no puedo evitar el impacto, no puedo detener la historia.
El sonido me hace estallar los oídos. La onda expansiva me golpea con una sensación helada y carbonífera a la vez. No abro los ojos. Mi piel se rasga y cae a pedazos. Un olor a carne quemada se me filtra por la nariz, no sé si es mía o de los demás animales. No sé si no es nuestra.
Caigo inerte al suelo, como un saco de huesos. Tal vez soy eso. Tal vez somos eso.
No sé cuanto tiempo pasa, pero sé que el suelo arde por días y noches, podría haber ardido por la eternidad si una lluvia calurosa y húmeda no se hubiese dignado a caer. Ya no siento mi cuerpo. Ya no siento nada más que mi propia consciencia.
Ahí permanezco, hasta que el viento erosiona y la tierra volátil me cubre. Siento el cálido manto de la tierra recibirme, como un abrazo materno. Los bichos me caminan por encima y las raíces de los árboles no interfieren en mi descanso. El silencio y la profundidad cada vez son mayores, pero no hay oscuridad. Solo un color a tierra húmeda que suena como el cantar de los pájaros.
Para cuando siento el temblor de las máquinas, estaba segura de que ya no había un yo, que ya era una con la tierra. Me equivoco. Las excavadoras irrumpen mi sueño milenario y me extraen bruscamente de mi lecho. Manipulan mi cuerpo sin cuidado, como a un esqueleto rígido que se desarma. Siento que me voy a dasarmar.
Me sacan de la tierra y me ponen en una placa de metal frío. Una luz blanca y dura me ciega. Ya no puedo sentir el olor a tierra húmeda.
Unas manos robóticas me sostienen y me raspan con un filo. Me raspan de a poquito, sacándome pedazos pequeños, como limando. En un momento, frenan, y tengo la certeza de que podré volver a dormir. Y de golpe, siento la jeringa invadirme con un dolor agudo, pero nada comparado a lo que viene después. Un líquido frío y espeso comienza a recorrer mi cuerpo por dentro, pesadamente, como si oleadas de petróleo se abrieran paso por mis venas. Los componentes del líquido rompen en pedazos cada célula de mi cuerpo y, rearmándose con ellas. Me fragmentan a nivel atómico, hasta que lo único que queda entero de mí es mi voz. Una voz perdida como un eco, en un cuerpo armado a pedazos de otros animales. Hablo y hablo y hablo, porque si lo único que queda de mí es mi voz y me callo, habré desaparecido para siempre. Hola, soy ___, tengo veintiséis años y no quiero desaparecer. No tengo cuerpo. Hola, soy ___, tengo...
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Jurassic World (Dinosaurios&Tú)
Fanfiction**descripción con spoilers, vaya a leer el primer libro** ___ Grant está próxima a cumplir 25 años y ve como sus sueños comienzan a hacerse realidad: es finalmente una paleontóloga, reveló la incógnita de su verdadero origen y la vida de sus amigos...